En el filo
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El enfoque científico estudia fenómenos repetitivos. Solo así podemos trazar soluciones a la debacle mexicana. La salida está micrométrica; como filo de navaja. Tropezar sería fatal.
¿Qué es lo que se repite? La lista es larga. Gobernadores ultracorruptos. Arreglos bajo la mesa. Excusas inverosímiles. Publicidad insultante. Corrupción e impunidad. Democracia simulada. Cultura del lonche gratis.
Son evidencias de un sistema político disfuncional que tiene décadas. Se trató de conciliar un capitalismo sin libertad con una gama confusa de utopías socialistas. El pegamento: mutua desconfianza y vocación autoritaria.
Usando a los Estados Unidos como contra-ejemplo, México experimentó con el socialismo en la Constitución del 1917. La constitución de 1983 insistió con la burocratización centralizada de los planes nacionales sexenales. Uggh.
Diez años después, un clavado de cabeza a la alberca vacía del TLC. Los brazos capitalistas quedaron contentos. Los emprendedores de la base votaron con las piernas y se fueron de mojados. Las lenguas socialistas —que jamás han pagado una nómina— siguieron idealizando a Cuba, al Che, a Lázaro Cárdenas, etc. (Del México parapléjico hablador viene Andrés M. López O.)
Millones de maestros, campesinos, burócratas, atontados por los intelectuales cooptados por subsidios del Cofipe o sus revistuchas o periodiquillos… maiceados por la chamba que hizo “popular” a Miguel Ángel Osorio Chong.
Esta paz bizarra, trajo un capitalismo de Estado que genera parásitos al por mayor. (Insisto, menciono lo que se repite.) Líderes en sindicatos, universidades, y hasta ONG’s cooptados por el poder del águila nacional.
Así se describe la fábrica de la gran corrupción asfixiante. Resultado: en las calles y plazas un piso de basura; arriba, un techo de smog.
La elección presidencial 2018 nos deja balanceándonos en ese filo delgadísimo entre dos precipicios: la delincuencia organizada llamada PRI, y la delincuencia desorganizada llamada Morena, una hiedra parasitaria que brotó del pantano de popó gubernamental.
La ciencia es implacable con lo que se repite. ¿Acaso no es el PRI es una organización de auto-encubridores? ¿Acaso no postuló a un ingenuo no-priista? Morena recibirá toneladas de recursos públicos para que en 2018 se pueda engullir al país entero. Ni Jesucristo logró este milagro: que el cáncer englobe al cuerpo. Ah, pero Morena si porque ya se robó a la Vírgen de Guadalupe.
No sé dónde se vea parado Ricardo Anaya. ¿Comparte el filo delgado? Más nos vale. O lo subimos pronto en las encuestas o las cargadas nos dejarán atrapados entre dos alternativas funestas.
Insistiré: el PRI es corrupción en polvo; y Morena una licuadora que mezcla fanatismo ciego y anti-democracia con mesianismo y clientelismo. La fórmula más distante de la modernidad y orden que nos urge. Si ingerir más PRI acarrea diarrea debilitante, Morena es un brindiz con cicuta.
Cualquiera que se reconzca a sí mismo parado en este filo —o si quieren una cuchilla triangular— tiene que aliarse con otros que piensen igual. Hay que “enrredarse” socialmente, ¡pero YA!
La delincuencia sigilosa llamada PRI tuvo su chance y los Peña-nietos, Osorios, Videgarayes salieron cínicos desvergonzados de alta escuela.
Ahora bien: ¿alguien cree que es posible re-educar a un fósil universitario? Si Andrés Manuel tiene toda la vida hablando y actúando igual (lo que se repite), no cambiará siendo presidente. Cuando falle, querrá ¡repetir para corregir! Esa ha sido la receta de sus héroes castristas y chavistas. De hecho, es la misma receta que nos endilgó el PRI en los ochentas y que aceleró la creación de estructuras corrupto-parasitarias.
¿Fortalecer el pacto PAN-PRD-MC? La juventud y poca experiencia de Anaya se pueden tornar atributos deseables. El riesgo de subirlo al filo y que se de un sentón se evita fácilmente. Cambiar al podrido o al parásito de plano no.
javierlivas@prodigy.net.mx