Halo

Politicón
/ 26 noviembre 2018

Halo

Haré el vacío y así han de disolverse

los actos de los otros, sin tocarme;

en esa aureola quiero refugiarme,

espejo donde nadie pueda verse.

 

Antes de urdirse, habrán de resolverse

los hechos: no podrán desconcertarme;

mi sombra no podrá defenestrarme

sin manifiesto riesgo de perderse.

 

Otros vendrán, a la hora de dormirme,

su patente necesidad de verme

quizá haga que mi sueño se deforme.

 

Empero, sostendré con pulso firme

el halo y aun con mi apariencia inerme,

proyectará mi sombra un cuerpo enorme.

 

Mariposa económica

La poesía es la recta vía laica

a la persona única, absoluta

en tantas apariencias disoluta,

infinitesimal como algebraica,

 

pues condensa la indignación mosaica

ante el becerro de oro, que es la ruta

hecha de digresiones del que muta

a cada pie de su canción trocaica.

 

Es el templo y el dogma al aire libre,

tan desinteresada y tan gratuita,

compleja a fuer de abstrusa transparencia.

 

No habrá becerro de oro que equilibre

mariposa más leve y más fortuita:

ella es la economía de la ciencia.

 

Mónada

Imperio de la posibilidad

y el accidente, el reino del samsara

otra persona acaso me depara,

como súbdito de la ubicuidad.

 

Envuelta en su impalpable autoridad,

toda máscara se disuelve en cara,

página en blanco el aire es y mampara

para el barroco de la vacuidad.

 

Para la monarquía de la burbuja

sobran los arco iris, los espejos,

soy mónada que ha abierto sus ventanas.

 

Asalto el mundo, vengo desde lejos

y en la apariencia que me sobrepuja

me hago sólido. Mundo, tú me ganas.

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