¿Han muerto las plazas públicas?

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Saltillo tiene más de 400 plazas públicas a lo largo y ancho de la ciudad.
Hace 10 años, en mayo de 2006, el Ayuntamiento de Saltillo y el alcalde en turno tomaron la decisión de cortar el suministro de riego a las plazas y parques públicos de la ciudad. El entonces gerente de Agsal dijo con todo desenfado que si se quería regar una plaza los vecinos debían pagar el agua porque ellos no la regalarían. Todavía hoy se recuerdan las palabras de tan mal gusto con las que finalizó su declaración: “Nosotros no somos hermanitas de la caridad”. El Ayuntamiento se declaró incapaz de mantener el riego de las plazas públicas y lo único que pudo ofrecer fue que Aguas de Saltillo se haría cargo de la instalación gratuita de una toma y un medidor en cada plaza, y que los vecinos hicieran el contrato con la compañía. Una imposición arbitraria contra aquellos de quienes recibe el producto de sus impuestos para darle a la ciudad los servicios públicos que requiere.
Una medida anticonstitucional impuesta por las propias autoridades municipales. En mi caso, he colaborado desde entonces en el pago del suministro del riego a la plaza cercana, sin embargo y sin mediar explicación alguna, ya hace varios meses que sólo me cargan en el recibo del agua, en el renglón de “plaza pública”, 2.81 pesos.
El asunto no era tan sencillo, lo dijimos entonces. Hoy, la Asociación de Usuarios del Agua de Saltillo, A.C., en boca de su representante legal, el doctor Rodolfo Garza Gutiérrez, ha denunciado públicamente el ecocidio en las plazas de Saltillo. En carta abierta a VANGUARDIA publicada este viernes, informa que Agsal afirma tener convenios con más de 10 mil vecinos de Saltillo respecto a más de 304 plazas de la ciudad y duda de que tal cantidad de personas estén organizadas para cuidar de la plaza de su colonia. También denuncia que tanto el Ayuntamiento actual como los anteriores se han desentendido del riego a las plazas, cuestión que comprobaron en un recorrido por 50 plazas y jardines públicos en distintos rumbos de la ciudad, donde el ecocidio es evidente, no obstante que el Municipio afirmó en respuesta a una demanda de información, que el riego de las áreas verdes está a cargo de la Subdirección de Embellecimiento Urbano adscrita a la Dirección de Servicios Primarios. Ese “desentenderse” ya por 10 años de suministrar el agua para el riego de las plazas públicas las ha llevado consecuentemente a la muerte, al suicidio. Ecocidio, lo llaman los biólogos y naturalistas.
Hace 10 años también se modificó la Ley de Desarrollo Urbano de Saltillo para obligar a los fraccionadores a construir y equipar las áreas verdes de sus fraccionamientos. Hasta ahí está bien, sólo que entonces ya había en muchas colonias terrenos baldíos destinados a plazas y jardines públicos, y todavía hoy permanecen sin árboles ni jardines porque los fraccionadores no están obligados a construirlos ya que los fraccionamientos fueron anteriores a las modificaciones a dicha ley. ¿Quién los diseñará y equipará? ¿Quién sembrará sus árboles y jardines si el Ayuntamiento ya no se ocupa de las plazas públicas?
Dos aspectos diferentes que están acabando con las plazas y jardines públicos de Saltillo. Y si a esto le agregamos la indiferencia que nos caracteriza para organizarnos y cuidar de lo más preciado que debiéramos tener, nuestros pulmones verdes, dentro de muy poco tiempo veremos una ciudad que ya no conocerá los colores del arcoíris, una ciudad gris, sin tonos verdes ni jardines de color alguno. ¡Y pensar que la parte norte de nuestra Alameda está cumpliendo 180 años de vida! Y todos seremos corresponsables del ecocidio. Principalmente las autoridades que intentan devolverle al pueblo una parte de la responsabilidad que aceptaron al tomar posesión de sus cargos como cabeza de la comunidad.
edsota@yahoo.com.mx