La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a los demás. ¿La usas responsablemente?

Politicón
/ 16 agosto 2020

Para los liberales el valor más importante que hay que priorizar es la libertad de los individuos. Por eso las grandes luchas y reivindicaciones sociales donde millones de personas dejaron sus vidas tratando de conseguir derechos de los que carecían.

Por 1859, John Stuart Mill publicó su famoso texto “On Liberty”, que ha sido la base y la joya del liberalismo clásico, referencia obligada para hablar del tema, donde asienta la idea que sigue vigente a la fecha: la libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a los demás. Por tanto, el límite de la misma es el de en frente, y éstos límites son determinados por la ley que se convierte en el garante del equilibrio social. Por tanto, hablamos de una libertad con responsabilidad, donde siempre se tiene que estar buscando el “mayor bien del mayor número”.

Herederos de una cultura monárquica, no de una cultura republicana, seguimos sin entender lo que implica la libertad responsable. La imposición, la predeterminación, el uso de la violencia y la fuerza, la conservación del status quo a cualquier precio, la idea del derecho divino y la consideración de súbdito carente de derechos, fueron las características de la realeza que muchos en este País siguen extrañando. En la República formada por ciudadanos libres e iguales, no hemos podido ni hemos querido entender que el futuro no depende del Estado, sino del uso que hagamos cada uno de nuestras libertades.

Nos gusta tener nuestros pequeños cotos de poder y hacer en ellos lo que nos place, sin respetar a terceros, incluso no nos importa pasar por encima de ellos, finalmente “el fin justifica los medios”. Queremos seguir imponiendo nuestra voluntad a quienes nos rodean, comenzando por la casa y continuando en los microcosmos en los que nos movemos. El problema es que estamos a favor de la libertad humana, pero sólo de la nuestra.

Palabras, pensamientos y acciones deben de partir de lo que la ética utilitarista llama el cálculo inteligente, es decir, de calcular en todo momento el impacto de nuestras acciones. Y esta herramienta poco se utiliza en nuestro País. Nos hemos caracterizado por “rezar cada quien para su santo”. Intereses individuales o de grupos particulares sin tener en cuenta el bien de la mayoría, es lo que puja. Es decir, somos bien democráticos, pero sin pensar en los demás.

Vivir en democracia no es cualquier cosa porque ésta es el espacio de todos. El cuidado y la responsabilidad por el otro, para ser considerada como tal, es fundamental. Pensar de forma distinta, discrepar de lo que otros piensan, opinar de lo que cada uno cree, tener la preferencia que cada quien determine, creer en lo que a cada quien le plazca o hacer lo que cada uno considere pertinente teniendo como base el respeto, el diálogo y la tolerancia, eso la democracia. Otra vez, siempre y cuando lo hagamos con responsabilidad.

Las ideas de Stuart Mill en “On Liberty”, a 161 años de su aparición, siguen tan o más urgentes para estos tiempos. Por esos días, no estaban consolidadas. Hoy pareciera ser que no sabemos qué hacer con ellas, y si sabemos, lo hacemos de forma irresponsable.

Por ejemplo: ¿Los gobiernos son conscientes del impacto de sus acciones en las tomas de decisiones donde no contemplan el beneficio de todos, o si Usted quiere para seguir en la tesitura liberal, de la mayoría? Estoy pensando en el Gobierno Federal y en los gobiernos locales. Quienes han puesto en riesgo la estabilidad social y se han dedicado a molestar, incomodar y descomponer el tejido social, ¿tenían el derecho de ejercer su libertad y hacer lo que hicieron con los consabidos costos de inseguridad y violencia generalizada?

Los servidores públicos que faltaron a la confianza y a la lealtad que se les confío y se fueron por la libre, enriqueciéndose con lo que tenían que administrar, ¿tuvieron en cuenta lo que generaría el impacto de sus acciones complicando la vida de la sociedad y también la de sus familias? Los periodistas y medios que acusan, un día sí y otro también, degradan e insultan de forma sistemática a quienes no piensan o tienen una ideología distinta a la suya donde estén los intereses de grupo por encima de los demás, aludiendo a la libertad de expresión, ¿son conscientes del daño que causan a la sociedad polarizando la misma?

Quienes siguen ejerciendo su derecho de libertad de tránsito en tiempos de semáforo en rojo asistiendo a reuniones de cualquier tipo y poniendo en riesgo la vida de sus familias y la de aquellos con los que conviven, ¿piensan en plural o sólo en sus disfrutes, gustos y veleidades?

En fin, podríamos traer a colación una y mil acciones donde los mexicanos, ni calculamos el impacto y el detrimento que causamos a los demás con nuestras malas decisiones, ni tenemos en cuenta que la libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a los demás; olvidando que la responsabilidad –apelando al liberalismo– tiene como característica prever y asumir las consecuencias de nuestros actos, buscando siempre el mayor bien del mayor número. Así las cosas.

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