Líder autoritario

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“Dios me ha dado poder y dominio, yo os exhorto oh tierra, a regocijaos”. Son palabras del siglo pasado de la Reina Victoria de Inglaterra. Tan vigentes hoy, que bien puede hacerlas suyas el tirano de Macuspana, Andrés Manuel López Obrador. En días pasados, dos influyentes diarios en el orbe los cuales miden la temperatura de la libertad y de la democracia en el mundo, The Financial Times y The Wall Street Journal, coincidieron en definir a López Obrador como un “líder autoritario”, dijo el primero; el segundo en su editorial, de plano dijo que AMLO es un “autócrata.” Nada nuevo que usted y yo no hayamos explorado en esta larga saga de textos desde que AMLO ganó la elección presidencial en el 2018. Han pasado 21/22 meses, pero ya parecen una eternidad padeciendo al tirano de Tabasco.
Dádiva y castigo. La ley, la famosa ley de zanahoria o garrote. Pero ahora aderezado todo con el odio de AMLO y su sed infinita de venganza. Literal, se lee en The Financial Times: “Cuando un presidente exige ‘lealtad ciega’ de los funcionarios, deberían sonar las alarmas. Cuando pide el voto popular para enjuiciar a sus predecesores, lanza una andanada contra el organismo electoral independiente y avergüenza públicamente a quienes lo critican, hay buenas razones para sentir miedo.” Insisto, nada nuevo a lo que usted y yo hemos venido desplumando en este generoso espacio de VANGUARDIA, salvo que el diario londinense ha agregado un nuevo colorante: el miedo.
Poder y dominio le fue regalado por el pueblo de México en las urnas. AMLO lo ha está ejerciendo implacablemente. Es el país de un hombre y sus decisiones solitarias. Decisiones unipersonales. Decisiones sobre las rodillas. No pocas veces, sólo caprichos. Y usted lo ha visto desde el primer día en el gobierno autoritario de AMLO: éste pide sumisión total de sus empleados. De aquí entonces la cantidad bestial de renuncias en su gabinete de primer nivel. Renuncias con la cuales no ha podido consolidar un buen equipo de trabajo. En dos años de su gestión, las renuncias abundan en su gabinete de claques. Y cada vez que alguien le tira el “arpa”, AMLO enloquece y les receta injurias y vituperios al por mayor.
El rosario de renuncias de funcionarios es largo. No puede haber discrepancias con el estilo personal de gobernar de AMLO imponiendo sus caprichos y sus ideas. No hay estilos de hacer las cosas en México: es un sólo estilo, monocorde, sordo, aburrido, dictatorial. Es el estilo de López Obrador. Apenas iniciado el sexenio, en dos meses y medio de ello, renunció, usted lo recuerda, Clara Torres Armendáriz al “Programa de Estancias Infantiles.” Luego renunció Simón Levy, a la Subsecretaría de Planeación y Política Turística de la Secretaría de Turismo. Luego renunció la Subsecretaria de Seguridad de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Patricia Bugarín Gutiérrez…
ESQUINA-BAJAN
Los anteriores funcionarios al menos, han sido decentes y han tenido honra y decoro. Lo peor ha sido cuando cualquier funcionario, gobernador, alcalde, diputado o senador, cede cabizbajo ante el poder omnímodo presidencial. AMLO se acostumbró rápido a su política diaria de confrontación, conferencias mañaneras de cantina, donde él y nadie más se erige como juez y verdugo. Por eso se agradece, se respeta, se admira y se apoya la posición alta y digna de gente echada para adelante, como somos los norteños, gente bien nacida que reclama lo justo y lo que nos corresponde en el tren de la política nacional y la distribución de presupuestos.
Lo anterior es el caso de los tres ejes puntales de la zona sureste y de Coahuila en general: Miguel Ángel Riquelme (gobernador), Manolo Jiménez (alcalde de Saltillo) y Chema Morales (alcalde de Ramos Arizpe). Altos, dignos y sin caer en provocaciones, los tres políticos deletreados vienen defendiendo sus intereses y los míos, señor lector. Ante un entorno tan difícil y complicado, los tres políticos han plantado sus estandartes de batalla y no ceden: a Coahuila y nuestras ciudades, lo que nos corresponde con justeza. Cosa que no han hecho ni harán gente como Armando Guadiana Tijerina, Diego del Bosque, Javier “El Tibio” Guerrero, Reyes Flores Hurtado y un largo etcétera, quienes sólo reciben órdenes de AMLO y su equipo. Son empleados y no, ellos no pueden ni tienen ideas.
Apenas y en dos años, AMLO ha sufrido la baja, renuncia de los titulares de Secretarías fundamentales para el desarrollo del país. Ha sido el caso de los titulares de Finanzas, Salud, Comunicaciones, Medio Ambiente y dentro de poco, la mismísima de Seguridad Pública, Alfonso Durazo va a renunciar para perseguir una gubernatura. Y si Durazo se va, no dude usted la posibilidad de que entre al quite un viejo conocido nuestro: Ricardo Mejía Berdeja. Téngalo usted en el radar, va a dar sorpresas.
Cuando Víctor Toledo renunció al cargo de secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), AMLO dijo que éste se iba por “estrés”. Lo bien cierto es que circuló ampliamente un audio donde Toledo criticó de manera feroz las contradicciones, falsa posición de AMLO y su manera de ejercer el poder. En el audio dijo Toledo: “(La Cuarta Transformación) como tal, como un conjunto claro y acabado de objetivos, no existe”. Luego espetaría: “este gobierno es un gobierno de contradicciones brutal y esta visión que aquí la compartimos todos nosotros no está para nada en el resto del gabinete y me temo que tampoco está en la cabeza del Presidente…”
LETRAS MINÚSCULAS
Los del diario The Wall Street Journal dijeron: AMLO… “amaga con gobernar como un autócrata”. Ya lo hace.