MÁS VALE VERGÜENZA EN CARA QUE MANCILLA EN EL CORAZÓN

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El Quijote II, 44
El día que Sancho Panza parte para la Ínsula Barataria, de la que será gobernador, don Quijote permanece en el castillo de los Duques y siente nostalgia, soledad, por la ausencia de su escudero. Esa noche cena con sus anfitriones y temprano se retira a descansar a su aposento, sin aceptar ayuda alguna de las doncellas que le ofrecen para que lo asistan, por no faltar a la honestidad ni a la fidelidad que le debe a su señora Dulcinea del Toboso.
Ya en la estancia apaga las velas que la iluminaban; don Quijote siente calor “y abrió un poco la ventana de una reja que daba sobre un hermoso jardín, y, al abrirla, sintió y oyó que andaba y hablaba gente en el jardín”. Era Altisidora, que acompañada de otras personas se disponía a cantarle a don Quijote, para darle a entender, siempre en plan de burla, cuán enamorada estaba de él. Pero la doncella teme que la oiga la Duquesa y una de sus acompañantes le dice que si así fuere “le echaremos la culpa al calor que hace”.
Altisidora aclara que no ve problema en eso, de que se entere o no la Duquesa, “sino que no quería que mi canto descubriese mi corazón y fuese juzgada de los que no tienen noticia de las fuerzas poderosas de amor por doncella antojadiza y liviana. Pero venga lo que viniere, que MÁS VALE VERGÜENZA EN CARA QUE MANCILLA EN EL CORAZÓN”.
Este refrán invocado por Altisidora y conocido ya en tiempos de Cervantes, quiere significar que es mejor pasar la vergüenza de negar la comisión de una inmoralidad o una falta, que cometerla y guardarla en secreto. Se aproxima un tanto a lo que en México se dice “curarse en salud”.
Twitter: @jagarciavilla