Mirador 19/02/20

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TEMAS
Un hombre le dijo a San Virila:
-No creo en Dios.
El frailecito sonrió.
-No importa. Él sí cree en ti.
Añadió el hombre:
-Si Dios existe, que en este mismo instante haga caer un rayo sobre mí.
San Virila pensó que aquello era una tontería, pero por si las dudas se hizo a un lado. El rayo, desde luego, no cayó.
-¿Lo ves? –se jactó el hombre–. Dios no existe.
Pasaron los años. Cierto día el hombre iba por el camino y se desató una tempestad. El necio, a fin de protegerse de la lluvia, se puso bajo un árbol. Entonces cayó un rayo que redujo a cenizas al hombre. Lo único que de él quedó reconocible fue la hebilla metálica de su cinturón.
San Virila volvió la vista al cielo y dijo:
-Señor: te habías tardado.
Respondió el Señor:
-No fui yo.
¡Hasta mañana!...