Preferencias postcrisis
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La sociedad desenmascaró la patraña del BOA en menos de 24 horas, y exhibió otra vez incompetencia política de operadores de Morena. Por eso, ahora todos podemos retomar temas de verdadero interés.
Desde el Covid-19 se han acumulado múltiples reflexiones acerca del mundo y México después de la pandemia. Es claro que mucho ha cambiado ya, y que pueden anticiparse algunas tendencias. Primero, es muy probable que el confinamiento haya dejado como legado desconfianza hacia reuniones tumultuarias, salvo excepciones en Europa, y en especial, las terrazas de París. Esta desconfianza incidirá en el formato de los espectáculos, de eventos educativos y culturales.
Segundo, esta crisis ha hecho que surjan diversas demandas sociales, hasta ahora contenidas, reprimidas o soslayadas. Un ejemplo claro es aquélla por servicios de salud más efectivos, y con más capacidad, como los de Alemania, Dinamarca, Suecia, y Noruega, entre otros. Este reclamo data de tiempo atrás; son los gobiernos y la sociedad quienes no han podido dar una respuesta positiva a este justo y urgente reclamo. México es un ejemplo destacado de las contradicciones y los tumbos que se han dado en esta materia, y la evidencia está a la luz. Por cierto, en Estados Unidos todavía 30 millones de sus habitantes no cuentan con cobertura de salud.
Un caso similar es el de la educación; resurgió la exigencia por mayor seriedad y calidad de los sistemas educativos. México también es un ejemplo básico de la necesidad de continuar aumentando la cobertura y, sobre todo, mejorando la calidad, que ahora está descartado por las cesiones frente a los sindicatos de la educación.
También se vigorizó la demanda ciudadana por una mayor seguridad. En otras latitudes por el terrorismo. En México, por el crimen organizado; el domingo pasado fue el día con mayor número de asesinatos (117). También se ha atestiguado la impunidad de los autodenominados anarquistas, en Guadalajara y en la Ciudad de México, pues las autoridades han sido omisas en actuar a fin de identificar, procesar a los involucrados, y revelar sus patrocinadores intelectuales y económicos, probablemente debido al entramado de complicidades políticas en la materia. Los hechos en México resultaron una extrapolación de comportamientos observados en EU durante las últimas dos semanas, de reclamos por "brutalidad policiaca".
La pandemia ha puesto en evidencia insatisfacción y frustración acerca de las limitadas capacidades de la comunidad científica para enfrentar un maleficio como el Covid-19. En México se han revelado la falta de atención al desarrollo de vacunas, así como las limitantes para poder abastecer las necesidades en una situación como la actual.
La tragedia ambiental global se ha agravado, extendiendo y reforzando la inquietud de muchos seres humanos por la insuficiencia de las acciones frente al calentamiento global; queda claro que estamos acabando con el planeta, y que muchos gobiernos no lo reconocen y no están dispuestos a actuar en consecuencia. Lamentablemente, México destaca en esta materia.
El confinamiento global ha demostrado a sectores muy importantes de la humanidad que se puede vivir de manera distinta, con mayor sencillez y un menor gasto. La disminución de las interacciones "sociales" presenciales ha restado importancia a los estándares de la vestimenta y de la moda. Esas actividades habrán de transformarse a profundidad.
De manera concomitante a la crisis por la pandemia, en diversas geografías se acentuó la conciencia e insatisfacción social con la extensión de la pobreza, así como con la concentración del ingreso y la riqueza. Lo que aún no está claro es cuáles son las medidas correctivas que la sociedad aceptaría que se adoptaran.
Una primera inferencia de lo anterior es que las preferencias del consumidor post pandemia, serán distintas a las precrisis. Demandará más bienes públicos (salud, educación, seguridad, medio ambiente limpio, apoyos a la población más necesitada, mejor gobierno), que tienen que ser provistos por los gobiernos, y menos bienes privados (esparcimiento fuera de casa, viajes, espectáculos masivos, moda). Todo esto converge en una pregunta: ¿estarán dispuestas las personas a pagar los impuestos necesarios para que se ofrezcan esos bienes públicos?