Sistema estatal de la corrupción

Politicón
/ 5 agosto 2018
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Existe la percepción general de que en esta entidad el antiguo régimen sigue vigente, de tal modo que muchas instituciones estatales siguen plagadas con personajes del pasado reciente, lo que hace necesario emprender una gran renovación de todas las estructuras, por el simple hecho de que están viciadas de origen, porque han caducado irremediablemente y, por lo tanto, ya son inútiles y hasta peligrosas.

Algunas de ellas son una verdadera entelequia, como es el actual Sistema Estatal Anticorrupción, donde la principal ocupación de sus integrantes y consejeros es hacerle al “tío Lolo”, tomando cursos y seminarios de todo lo que pueda servirles para no hacer nada contra los corruptos, esos que todos conocemos y que viven como magnates en la total impunidad.

El mejor sistema anticorrupción que tendremos los coahuilenses será el conformado por el frente de diputados federales que deberán cuestionar en San Lázaro a personajes tan odiados y repulsivos como son Rubén Moreira Valdés y Fernando de las Fuentes, uno, parte fundamental de la debacle de nuestro estado y el otro, legitimador en el Congreso local de todas las trapacerías e ilegalidades del pasado régimen, aunque luego le hayan dado una patada en el fondillo por pasarse de servil, por ser un pobre diablo al que nada le valió su notoria sumisión al caudillaje vernáculo, nada que ver con su padre, el diablo que halagó a Díaz Ordaz en el Congreso de la Unión, otro sátrapa odiado pero mucho más pieza que el vernáculo.

Y es que el principal problema con los integrantes del Sistema Estatal Anticorrupción consiste en su cuño y sus prácticas moreiristas; los grandes privilegios de que gozan y la deleznable negligencia con la que trabajan, todos ellos apostándole al olvido, a darle largas a los asuntos, con el clásico desprecio totalitario del régimen rubenista, el que aún contamina a los poderes legislativo y judicial, problema que hace caducas y obsoletas a nuestras instituciones.

¿Qué hacer para liberarnos de ese vil rescoldo del moreirato?

Lo primero que se le ocurre a este columnista es pedirle a todos los coahuilenses que aún tienen dignidad que se conviertan en iconoclastas, que destruyan las “reliquias sagradas” y que señalen a quienes aún las conservan en el Museo de Palacio y las veneran, terminar con ese aberrante culto a las imágenes, las chamarras, sombreros, corbatas, cascos, lentes y demás objetos personales de los últimos tres gobernadores que se exhiben en vitrinas de ese ridículo museo, vergonzoso y desolado páramo cultural de nuestro estado.

¿A título de qué los Moreira y Jorge Torres López se colocan a la par de Madero y de Carranza que fueron vilmente asesinados siendo presidentes de la República? ¿A título de qué pisotean tradiciones, códigos morales, la decencia colectiva y los valores comunitarios?

Esto es lo que debemos exigir a los diputados electos Lenin Pérez, Francisco Borrego, Melba Farías, Luis Fernando Salazar y José Ángel Pérez, que en la tribuna de San Lázaro señalen esa aberración indigna de un museo y de otras instituciones caducas e inútiles, como es actualmente el Sistema Estatal Anticorrupción.

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