¿Te sientes débil? ¡Escucha la voz del maestro!

Politicón
/ 9 agosto 2017

¡…Con la fuerza de la palabra!

Una narración que te hará pensar…  ¡Te lo aseguro!  Los protagonistas, un muchacho, una gran roca, y Jesús.

¡Hola!  ¿Cómo te va, mi distinguido y amigo lector?  Espero que tengas una semana excelente y maravillosa.

El día de hoy te quiero narrar un hecho que sobrepasa lo cotidiano, lo usual, es que pasa lo inaudito, lo inconcebible, y tiene un final que no te esperas.

Comenzamos…  En cierta ocasión se le aparece Jesús a un hombre con un físico muy débil.  Estaba extremadamente flaco y sin condición física.  Y Jesús le dijo:  Ve a aquella colina, te encontrarás con una gran roca, te voy a pedir que vayas todos los días, y la empujes con todas tus fuerzas, durante un año.

Nuestro flaco amigo, hizo lo que Jesús le pidió, y todos los días iba a empujar la roca con todas sus fuerzas.  Pero no la podía mover ni un milímetro.  Al ver su resultado, se decía para sí, “para qué lo sigo intentando, si no la puedo mover ni un milímetro…”  Además, para buscar desanimarlo de su empeño, se le aparece el diablo y le aconseja que deje de hacer eso, al fin y al cabo, no iba a lograr nada con sus continuos intentos.

Eso lo hizo pensar a nuestro buen amigo, y se dijo: “si el diablo se me aparece para que deje de hacer esto, quiere decir que debo continuar”.  Y continuó…  Día a día, una y otra vez, empujaba con todas sus fuerzas esa inerte roca, pero no lograba moverla ni una milésima de milímetro, o sea, ¡nada!

Un día, estaba en su continuado trabajo constante de empujar la roca, cuando se le aparece Jesús.  Ya había pasado el año que le pidió de esfuerzo perseverante de tratar de mover esa gran piedra.

-Mira, Señor, no he podido mover la roca ni un milímetro tan siquiera.  ¿Esto fue lo que me pediste?  ¿Hacer un esfuerzo a sabiendas que no iba a lograr nada?  ¿Quieres que te diga algo?  ¡He fracasado!  

A lo que Jesús le replicó:  -¡Un momento!  Yo nunca te pedí que la movieras.  Te pedí que la empujaras, que es distinto.  Mírate ahora cómo estás.  Ya no eres el muchacho flaco, débil, y sin fuerzas.  Ahora eres un hombre fortalecido, engallado, capaz de soportar cualquier problema de la vida, con más ganas, resuelto a lograr todo lo que te propongas.

Cuántas veces nos enfrentamos a un problema, y no lo podemos resolver, no lo movemos ni un milímetro, pero en cambio, salimos más fortalecidos para enfrentar otras dificultades que se nos van apareciendo en el camino.

Nunca te rindas, nunca dejes de empujar la roca, por grande que parezca y aunque observes que no se mueve ni un milímetro, tú sigue intentándolo…, pronto encontrarás la fortaleza que requieres para enfrentar otras adversidades.

Cierro como siempre: Y a seguir pataleando…, ¡porque no hay de otra! 

Bibliografía consultada:

Las Maravillosas Anécdotas de la Superación Personal

Corporación Editora Chirre

Colección Literatura de Superación

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