Turismo: el otro rehén de la CNTE

Politicón
/ 25 julio 2016
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Mantener la permisividad ante bloqueos en carreteras y otros actos vandálicos que limitan la libertad de tránsito representa, como queda demostrado con las cifras antes mencionadas, un severo golpe al turismo

La apertura al diálogo ante una belicosa contraparte de la CNTE por parte de la Secretaría de Gobernación en el actual conflicto político-magisterial, debe ser valorada de manera positiva, entendiendo que dialogar no significa ni una rendición, ni negociar las leyes.

Otra valoración, bien diferente, debe producir la estrategia de quienes habiendo ganado el espacio para el diálogo, mantienen la violencia y la sistemática violación del Estado de derecho como práctica común, atropellando los derechos de terceros y conduciendo a Oaxaca y a Chiapas a una crisis económica cuyas proporciones pueden ser incalculables y muy difíciles de revertir.

Visto en cualquier perspectiva democrática el continuo desafío por parte de la CNTE a las instituciones es, también, una señal de desprecio a las sociedades oaxaqueña y chiapaneca que han optado por la vía pacífica para construir una alternativa para la mejora de sus condiciones de vida, afrontando las crónicas condiciones de marginación, pobreza, corrupción e inequidad de la región.

Existe muy poco espacio de duda para comprender que ante las limitadas opciones de desarrollo de estas entidades y poseyendo, en contraste, un formidable patrimonio natural y cultural, el turismo debería ser un vehículo estratégico para impulsar la generación de riqueza, que contribuya a superar condiciones que prevalecen en aquellos territorios y que, en algunos casos, pueden ser comparables a las que se vivían en el México de la Colonia. Sin embargo, el turismo es hoy otro rehén de este conflicto.

Y para muestra del daño que se está haciendo al turismo, basta un botón: de acuerdo con datos obtenidos en el sistema Datatur de la Secretaría de Turismo, en la tercera semana de julio la caída interanual en el número de turistas llegando a cuartos de hotel fue de 18% en Huatulco, 23.8% en Tuxtla Gutiérrez, 31.8% en Palenque y 67.1% en la ciudad de Oaxaca, con una contracción en la ocupación hotelera —en el mismo orden de destinos— de 3.4, 14.2, 13.1 y 43.8 puntos porcentuales, 
respectivamente; tristemente, destaca el caso de la capital del estado de Oaxaca, que sólo en esa semana perdió más de 23 mil turistas hospedados en cuartos de hotel. Un ejercicio básico suponiendo un gasto promedio por turista de 2 mil093 pesos (de acuerdo con cifras de Sectur) y tomando en cuenta que los turistas que llegan a cuartos de hotel son, aproximadamente, 40% del total, lleva las pérdidas de esa semana sólo en esos cuatro destinos a una cifra superior a 180 millones de pesos. 
Evidentemente, no se puede olvidar que estos resultados corresponden ya con la temporada vacacional de verano.

Mantener la permisividad ante bloqueos en carreteras y otros actos vandálicos que limitan la libertad de tránsito representa, como queda demostrado con las cifras antes mencionadas, un severo golpe al turismo.

¿Quién repondrá la falta de ingresos, no sólo del empresario local que comprometió su capital, sino de meseros y camaristas, entre otros empleados, que de persistir estas condiciones, irremisiblemente, perderán sus fuentes de trabajo?

Es urgente la vuelta a la normalidad, y el único que tiene los instrumentos democráticos para hacerlo es el Gobierno federal (los estatales han sido ejemplo de irresponsabilidad e incapacidad). En todo caso, las pérdidas se acumulan y no hay signos de que la temporada pueda salvarse. Además, no puede perderse de vista que el daño no sólo es de corto plazo, o alguien se imagina que un inversionista extranjero estará en el ánimo de llevar su capital a Huatulco, por ejemplo, en vez de a República Dominicana en dónde además de los generosos estímulos fiscales, difícilmente se replicaría un escenario como el que hoy se vive en el sur del País y que por cierto, fácilmente puede escalarse en Guerrero y Michoacán.

Finalmente, y entendiendo que estamos ante un conflicto de gran complejidad, un ingrediente adicional que no puede ser omitido es la afectación a la imagen turística del País en el extranjero, en tiempos en que si bien la industria vive un extraordinario comportamiento, las amenazas a las corrientes de viajeros en el mundo están a la orden del día y en cualquier momento se puede presentar una desaceleración.

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