¿Por qué los maestros están abandonando las aulas?
Hoy en día la mayoría de los educadores son atacados por ejercer su trabajo docente. Las razones son múltiples: encargar mucha tarea, no ayudar a su hijo a hacer amigos, llamarle la atención, colocar una calificación injusta o exponerlo al grupo por no hacer la actividad de clase. La exigencia del logro académico cada vez es mayor, pero la mayoría de los niños no están listos para aprenderlo, sin embargo, los maestros son muy presionados para que lo adquieran a toda costa.
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En los últimos años, han aumentado las demandas y regaños contra los maestros, lo que interfiere con su autonomía en el aula; esto aunado con el incremento enorme de estudiantes con profundos problemas académicos, cognitivos, emocionales y de comportamiento. La presión cada vez es mayor: alumnos con problemas de aprendizaje, atención, depresión, ansiedad, conductas desafiantes, hiperactividad, conductas antisociales y retraso en su desarrollo. No es de extrañar que se avecina una severa escasez de maestros. Como resultado de estos factores y muchos más, menos estudiantes universitarios están optando por seguir la enseñanza como una carrera y los educadores experimentados la están abandonando.
La escuela se ha convertido en un lugar tóxico con un aumento de maestros estresados, sobresaturados de trabajo, subestimados; aumento de expectativas de enseñanza y poco crecimiento profesional significativo. Sin embargo, todavía hay jóvenes que se inscriben a carreras pedagógicas en las universidades porque quieren hacer una diferencia en el mundo. Quieren influir en la próxima generación en una dirección positiva para conocer a estos niños y abrirles las puertas del aprendizaje. Quieren inspirar a los estudiantes de la forma en que fueron inspirados.
La educación y las escuelas han centrado toda su intención y esfuerzo en lograr estudiantes con integridad y alto desempeño, pero ¿y los maestros? Observo cada vez más profesores presionados y con problemas de salud mental ante los nuevos desafíos del aula. La mayoría de ellos están exhaustos y a punto de tirar la toalla si no los atendemos. Schroder señala un estudio, “Teachers’ Emotional Exhaustion Is Negatively Related to Students’ Achievement: Evidence From a Large-Scale Assessment Study”, que involucra a mil 102 estudiantes de primarias alemanas, diseñado para explorar la asociación entre el bienestar de los maestros y el logro de las matemáticas de los estudiantes. “El estudio encontró que el agotamiento emocional de los maestros se correlacionó con un rendimiento matemático significativamente más bajo de los estudiantes”, dice. “Una revisión sistemática temprana de los estudios que exploran las consecuencias del agotamiento del profesorado en los estudiantes confirma la correlación”.
Si queremos que los estudiantes tengan éxito, debemos crear condiciones en las que los profesores puedan tener éxito. Estas cuatro realizaciones son críticas si vamos a hacer de la profesión educativa una vez más una oportunidad de carrera atractiva.
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En el mundo de los negocios, las empresas con lugares de trabajo tóxicos fracasan si no toman medidas drásticas para cambiar las cosas. Pero son los estudiantes −y en última instancia todos nosotros− quienes asumirán el costo cuando nuestro sistema educativo sea tóxico. Es demasiado grande para fallar, pero esto no significa que no pueda. Apoyar a los maestros de manera significativa no sólo es bueno para los maestros, sino que también maximiza las posibilidades de que sus estudiantes tengan una experiencia positiva en la escuela. Esto los hace más propensos a matricularse en la educación postsecundaria y es más probable que consideren la enseñanza como una carrera potencial. Resolver la crisis de personal educativo significa incorporar a más personas a la profesión. Y para ello debemos apoyar a las que ya tenemos.