PresidentA: Sheinbaum y los retos de la autonomía frente a AMLO
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Estemos o no de acuerdo con el movimiento que todavía encabeza Andrés Manuel López Obrador, seamos o no simpatizantes de Claudia Sheinbaum, estemos del lado que estemos en cuanto a preferencias ideológicas, nadie puede negar el significado histórico de que una mujer llegue a la Presidencia de la República. Por ese sólo hecho debemos estar contentos, aunque sea por un día, una semana o un mes.
El arribo de una mujer al máximo cargo político del país es un gran logro para la sociedad mexicana, es un evento que abre las puertas y legitima las aspiraciones de millones de mujeres y niñas en nuestra República.
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Hoy una mujer puede aspirar a cualquier puesto, eso dice el mensaje. Claro que persisten añejas resistencias y seguirá habiéndolas. El patriarcado tiene hondas raíces, está ampliamente incrustado en nuestra cultura. Lo vemos, sobre todo, en las clases populares y en las más acomodadas. No tengo duda de que en las clases medias urbanas se ha avanzado más. Con evidentes diferencias que nos enriquecen y complementan, hombres y mujeres tenemos derecho a las mismas oportunidades, que no necesariamente suponen los mismos resultados, esos dependen de múltiples variables.
Nos corresponde estar atentos y esperar los resultados de la gestión de Claudia Sheinbaum, pero estos están supeditados, paradójicamente, a la actitud que asuma frente al hombre que la impulsó desde el principio: Andrés Manuel. ¿Se impondrá el machismo de López Obrador o tendremos en Claudia a una titular del Poder Ejecutivo Federal autónoma e independiente?
Vislumbro tres alternativas: A) Se supedita a AMLO, B) Se libera de AMLO o C) Ambos acuerdan un método de convivencia de beneficio mutuo. Sin duda, la primera sería decepcionante. Poco cambiaría en el país. AMLO sin responsabilidad legal o política, pero con poder, podría enloquecer. Luego está la opción del rompimiento. Es posible aunque pocos lo crean. Ha sido la constante en la historia de México, antes de Calles y después del rompimiento de Lázaro Cárdenas con el mismo Calles en 1934. Relaciones de poder tan cercanas, como la de Claudia con Andrés, han reventado con la fuerza del poder político. El séptimo año de todo sexenio es el más complicado para los expresidentes. AMLO repite que permanecerá en su finca de Palenque, veamos cuánto aguanta en su encierro.
La tercera vía me parece más probable: construir acuerdos. Para ello la economía debe sostenerse y evitar a toda costa cualquier crisis, al menos de esas que no puedan negarse o minimizarse. Mientras no sobrevenga una crisis que haga necesario responsabilizar al pasado (AMLO) para fortalecer, defender o justificar al presente (Sheinbaum), este potencial acuerdo tendría posibilidades.
Un acuerdo de esta naturaleza implicaría pasar a AMLO a los altares de la historia, sosteniendo una nueva narrativa que, de hecho, ya comenzó. Como hace Maduro con Chávez, los presidentes de Cuba con Castro o el Peronismo en Argentina.
En esta lógica se agradece a AMLO todo lo bueno, la salvación nacional, se le soba el ego día tras días. Mientras que él, desde su finca, nos receta frases de sabiduría. De vez en vez saldrá a saludarnos, se convertirá en el abuelito de México, pero sin poder. Ese estará reservado para sus herederos: Sheinbaum, Andrés y el arreglo que diseñó para Morena.
Así sería hasta que AMLO termine su paso por esta vida o hasta que los mexicanos nos olvidemos de él y se supere el embrujo. La única duda es si aguantará o no el retiro y cuál sería la reacción de la presidenta Sheinbaum si AMLO no aguanta el silencio y el retiro.
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A diferencia de AMLO, que es un priista nacionalista, Claudia Sheinbaum viene de la izquierda social que durante décadas se resistió a entrarle a la política electoral. Luchó desde fuera por la democratización de México, sin formarse en la escuela de mañas del PRI. Es una académica, Física como materia de estudio, con el más alto grado, Doctora en Ingeniería con relación al tema energético.
En contraste, AMLO apenas terminó una licenciatura en la UNAM después de catorce años, muchos más que los cinco de rigor. Ese sólo hecho nos dice que la Dra. Sheinbaum es una mujer disciplinada que conformó su gabinete con perfiles técnicos por encima de los perfiles políticos. Eso sí, ya veremos cómo sobrevive la educación mexicana a Mario Delgado en la SEP.