Propuestas claras, la llave para ganar el 2 de junio

Opinión
/ 21 marzo 2024

Atención, candidatas y candidato a la presidencia de la República. Hoy les daré una herramienta infalible para obtener el triunfo el próximo 2 de junio.

Seguramente se estarán preguntando en qué consiste dicha herramienta. ¿En repartir despensas en las colonias populares? No. Esa es una forma vil de aprovechar el hambre del pueblo. ¿En organizar un gran baile con los Tigres del Norte en las principales ciudades del país? Menos, esa es una forma deshonesta de buscar los votos, pues la gente se vería seducida en elegir al candidato más pachanguero y no al más capaz. ¿Acaso esa herramienta será el fraude electoral? Definitivamente no. Uno de los peores insultos para la ciudadanía sería el que sus políticos incurrieran en prácticas corruptas. La candidata o el candidato que se haya atrevido a pensar siquiera en alguna oscura maña para obtener el poder, debe saber que lo único que obtendrá es el desprecio del pueblo.

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La herramienta para conseguir el triunfo en las próximas contiendas electorales es muy sencilla: dar una verdadera propuesta de gobierno. En los últimos años hemos olvidado lo que una campaña electoral significa. Ahora nosotros sabemos que un político está en campaña cuando comenzamos a ver anuncios en los medios masivos de comunicación, cuando aparecen enormes espectaculares con los rostros de los candidatos y cuando unos jóvenes nos piden permiso para pegar calcomanías en la defensa del automóvil. Hemos llegado al extremo de elegir al candidato que haya realizado la mejor campaña de mercadotecnia, sin importarnos qué tan capaz es para gobernar en un país como el nuestro. Hipnotizados por un bombardeo publicitario, muchos ciudadanos acuden a las urnas y automáticamente tachan el símbolo del partido que haya gastado más en publicidad.

Una campaña política va mucho más allá que el simple hecho de transmitir anuncios en la radio y de someter a la ciudadanía al tormento chino de ver cada día el rostro de los candidatos en enormes espectaculares. Una campaña política es la oportunidad brindada a los aspirantes para dar a conocer sus propuestas de trabajo. Además, es el tiempo oportuno para convencer a la ciudadanía, de una manera honesta, de que ellos están verdaderamente comprometidos con la lucha por el bien común.

En los últimos años lo que menos importaba eran las propuestas de los candidatos, pues además de que nadie las escuchaba, siempre decían las mismas mentiras. “Por el bien de México primero los pobres”. “No dormiré hasta acabar con la corrupción”. El interés de la población muchas veces se centra en la candidata o candidato que ofrece un bienestar inmediato, es decir, en aquel candidato que a cambio del voto entrega una despensa, un rato de diversión o unas cuantas monedas.

Muchos aspirantes a un cargo de elección popular creen que cumplen con la obligación de dar a conocer su plan de trabajo al decir que combatirán la pobreza, que continuará la política de seguridad que reparte abrazos a los delincuentes que sólo entregan balazos, que mejorarán el nivel de la educación pública o que promoverán la inversión en el campo. Sin embargo, desde épocas inmemoriales los políticos han prometido lo mismo y todo sigue igual e incluso peor.

Un plan de trabajo no consiste en decir lo que se quiere cambiar, sino en explicar de qué manera se piensa lograr ese cambio. Cómo voy a creer en una candidata cuyo plan de trabajo se resume en seis palabras: “Continuaremos con el proyecto del Presidente”. Los ciudadanos no somos tontos como para regalar nuestro voto al primero que nos lo pida. Quien quiera ganar las próximas elecciones nacionales, deberá estar consciente de que la ciudadanía quiere un México mejor, y eso jamás puede lograrse regalando calcomanías, si no con propuestas claras y realizables en donde estén siempre presentes la honestidad y el deseo de lograr el bien común.

Claudia, Xóchitl y el de MC −no recuerdo cómo se llama− han utilizado estos primeros días de campaña para atiborrarnos con promesas utópicas, pero nadie ha tenido el detalle de explicarnos cómo piensan hacer realidad sus ofrecimientos. Pobres, pues no saben que de ello depende el voto de al menos un mexicano, su servidor.

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