Quienes sino nosotros
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En cada rincón urbano de México. Debemos ajustar la densidad de las zonas
Sentados en sus cómodos sillones ejecutivos. Pasó la moda de hacer públicas las demandas ciudadanas. Ninguno de los alcaldes o gobernadores practican el derecho de escuchar de viva voz las demandas.
Centralizaron las determinaciones. Solo al cabildo. Guardan celosos cada un de los planes de desarrollo. Crecimos tan acelerados. El descontrol observante. Para movilizar en las colonias nuevas requieren servicios,
No los hay. Ni siquiera el elemental. Los transportes urbanos. Nuevas rutas para complejos habitacionales. Dotar de recolección de basura. Donde aun prestan servicio de cobro los carretoneros.
Toneladas de desechos orgánicos y no reciclables. Los cosechadores de inmundicias llevan prisa. Huele mal. Afea el frente de los hogares.
Aplanados los terrenos. El drenaje revienta sin la necesidad de lluvias copiosas. Circular por esos rumbos es correr el riesgo de las zonas marginales. Incluso en las nuevas fronteras de la urbe.
Chocolatosa es el agua de las llaves. Ni para lavar platos. Cada préstamo de Infonavit lo piensan como inversión. En renta. Arriesgado a invasiones de los verdaderos necesitados de la vida.
Roban la tubería. Substraen el cableado. Hasta los sanitarios y las puertas. Vandalizar demuestra quienes son los dueños de las zonas.
Sucede todos los días. En cada rincón urbano de México. Debemos ajustar la densidad de las zonas. Reconstruir las partes olvidadas de los barrios fundacionales. Baja la cortina de los desarrolladores inmobiliarios.
La exigencia legitima de dignidad y decoro.
Hasta entonces detonar por polígonos. En las fronteras donde aun abundan vacas y caballos. Limpiar el rostro del progreso.
Regresar a los miércoles ciudadanos. Soluciones para problemas reales. Ahí esta el capital político. Gestores del primer orden de funcionarios. Nada de coyotes o publicistas de la espontaneidad.
Desactivar las bombas de violencia. Familiar y del crimen organizado. Manos a la obra. Arremangarse las camisas. Retornar a los cuarteles a la milicia. Villanos o suplantadores. Nunca más.
