Reconfiguración geopolítica: El mundo cambia, ¿México está listo?

Opinión
/ 5 marzo 2025

El mundo se transforma y quienes no se adaptan quedan rezagados. México enfrente una decisión ineludible: se posiciona como un actor clave en la nueva configuración global o quedará relegado a un papel secundario

El mundo está en movimiento y nosotros estamos en el epicentro de una reconfiguración geopolítica sin precedentes. No somos meros espectadores. Lo que sucede con Ucrania, la postura de Estados Unidos y la guerra comercial con Canadá no son eventos aislados ni discusiones de burócratas en pasillos diplomáticos. Son decisiones que afectan nuestra economía, nuestro empleo y nuestra estabilidad como nación.

La decisión de Donald Trump de suspender la ayuda militar a Ucrania no es un simple ajuste presupuestario. Es un mensaje contundente sobre la redefinición de las prioridades estadounidenses y la fragilidad de sus alianzas. Europa, que hasta ahora dependiente de Washington en materia de defensa, se enfrenta a la realidad de fortalecer su autonomía militar y económica. El vacío de poder que deja Estados Unidos abre la puerta para que Rusia avance con mayor determinación y, de manera indirecta, genera una incertidumbre que sacude los mercados globales y con repercusiones en todos los niveles. Es una crisis que redefine las relaciones internacionales y exige respuestas concretas de todos los actores involucrados.

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El proteccionismo vuelve a escena con fuerza. Trump impone un 25 por ciento de aranceles a las importaciones de Canadá y México, lo que desencadena represalias de Ottawa. Este no es un simple choque comercial; es un reacomodo estratégico en el que cada país busca salvaguardar sus intereses. Pero, en medio de esta disputa, México debe preguntarse: ¿dónde quedamos nosotros? Dependemos enormemente de la relación comercial con Estados Unidos, pero ¿qué tan preparados estamos para resistir una guerra económica que se vislumbra larga y costosa?

El problema es que el mundo ya no responde a las mismas reglas que lo hicieron funcionar por décadas. La globalización, esa fuerza que alguna vez prometió integración y prosperidad, se fragmenta en bloques de poder. Estados Unidos repliega su influencia, Europa busca autonomía, mientras que China y Rusia consolidan sus posiciones. En este nuevo tablero geopolítico, México no puede permitirse la pasividad.

El dilema es claro: o México se posiciona como un actor clave en la nueva configuración global o quedará relegado a un papel secundario, viendo desde la barrera cómo otros toman las decisiones.

No podemos seguir actuando como un país que espera señales de otros para definir su camino. Nuestra economía es fuerte y tenemos el potencial para negociar con más inteligencia y visión, pero eso implica dejar atrás la complacencia y construir una verdadera política exterior que no dependa únicamente de Estados Unidos. Hay mercados emergentes en Asia, en Medio Oriente y en África que están buscando diversificarse. México debería ver en estos países aliados estratégicos y no esperar a que el desgaste con nuestro socio comercial principal se convierta en un obstáculo en lugar de una oportunidad de crecimiento.

El mundo se transforma y quienes no se adaptan quedan rezagados. México enfrenta una decisión ineludible: jugar un papel relevante en esta nueva dinámica global o resignarse a ser una economía satélite que depende de los caprichos ajenos. ¿Dónde está nuestro liderazgo? ¿Dónde están nuestras alianzas estratégicas más allá de América del Norte?

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Hoy es el momento de exigir estrategias concretas, de forjar acuerdos que no nos dejen a la deriva cuando Estados Unidos cambie nuevamente de prioridades. Hoy es el momento de actuar, de trazar una ruta clara y de tomar el control de nuestro futuro con decisiones firmes y estratégicas.

El futuro se está escribiendo ahora. México tiene el talento, los recursos y la capacidad para ser un actor clave en el mundo. Pero no podemos esperar a que nos concedan un asiento en la mesa. Debemos tomarlo. No se trata sólo de reaccionar a lo que hagan otros, sino de establecer una política exterior clara, con visión de largo plazo. Si queremos un México fuerte en los próximos 50 años, las decisiones deben tomarse hoy.

La pregunta no es si estamos listos, sino si estamos dispuestos a hacer lo necesario para lograrlo.

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