Los aranceles de Trump, ¿cómo nos repercutirán?

Opinión
/ 5 marzo 2025

La relación entre Estados Unidos, México y Canadá está regida por un largo proceso de interdependencia que no puede ser ignorado, aunque Donald Trump lo ignore

El comercio internacional entre México, Estados Unidos y Canadá, construido a partir del establecimiento del Tratado de Libre Comercio que entró en vigor en 1994, constituye un entramado complejo que no puede ser desarticulado de forma simple porque no ha sido sencilla la forma en la cual se ha construido y desarrollado a lo largo de más de tres décadas.

Lo anterior implica que cualquier país que desee modificar las condiciones en las cuales se desarrolla actualmente dicha actividad tiene que hacerse cargo de las particularidades a las cuales se ajusta actualmente el intercambio de mercancías entre las tres naciones suscriptoras del acuerdo original y que hoy se rige a partir de las reglas del T-MEC.

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Tener claro lo anterior es indispensable para entender que las decisiones que el gobierno de Donald Trump pretende establecer, para mejorar las condiciones en las cuales Estados Unidos Participa de este acuerdo trilateral, no pueden ser tomadas de forma unilateral.

La razón de ello es simple: México y Canadá no son socios asépticos de los Estados Unidos que deben limitarse a aceptar las condiciones que su socio comercial establezca, a partir de sus necesidades particulares. Se trata de socios que también pueden imponer condiciones.

La razón de ello es simple: a lo largo de las últimas tres décadas se ha establecido una relación de interdependencia que convierte a los tres países en naciones cuya condición es de socios y no de subordinados.

El comentario viene al caso a propósito del señalamiento realizado por Francisco González, presidente ejecutivo de la Industria Nacional de Autopartes (INA), y que reproducimos en esta edición, en relación con las repercusiones que en el mercado común tendrán los aranceles que el gobierno de Donald Trump pretende establecer a los productos mexicanos que se exportan a los Estados Unidos.

“En el caso de la industria automotriz, su producto no es como un perecedero, que se exporta con un 25 por ciento de arancel, y ahí queda; este 43 por ciento que vendemos viene y va varias veces por las fronteras, para integrar partes al producto final”, así que “el incremento no es un 25 por ciento directo, sino que puede ser mucho más que eso”, precisó.

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En efecto, las implicaciones de los aranceles que Trump pretende imponer a México y Canadá no son un simple elemento aritmético que implica aplicar una cuarta parte adicional de valor a los productos que los consumidores estadounidenses tendrían que pagar a partir de ahora. El impacto va mucho más allá de ello y eso es a lo que debemos poner atención.

¿Rectificará el Gobierno de los Estados Unidos a partir de las repercusiones económicas que en su propio territorio tendrán las medidas arancelarias que su Presidente está adoptando? Esperemos que así sea, porque nadie resultará ganador del proceso que se ha desatado a partir de las medidas anunciadas y que entraron en vigor a partir de ayer.

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