Reforma electoral de la 4T: ¿El principio del fin?

Opinión
/ 13 agosto 2025

En ese terreno no hay de otra: o se fortalecen las vías democráticas de acceso al poder o se debilitan. No hay medias tintas

Sin duda se trató de un verano riesgoso para el nuevo partido oficial. Uno a uno, sus principales liderazgos, con algunas excepciones, dejaron ver que se sienten muy cómodos con el poder. Los principios de austeridad, que tanto predicó su líder moral, se fueron de vacaciones en las maletas de la nueva, ya no tan nueva, clase política mexicana.

Para asombro de nadie, observamos una constante: los viajes a todo lujo, por Europa y el Mediterráneo, aunque alguno que otro prefirió viajar a Japón. ¿Pensaron que allá, lejos, estarían a salvo de cámaras fotográficas indiscretas, en manos de mexicanos que no tienen empacho en viajar y dejar constancia de lo que miran? No hay mucha novedad en tan ostentosos despilfarros; bien mirado, el doble discurso sigue siendo la regla en la ya no tan nueva élite del poder.

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A estos escándalos se añadió el durísimo golpe mediático, político y posiblemente legal que debió encajar el coordinador de la bancada de Morena en el Senado de la República, Adán Augusto López.

Como bien se sabe, se exhibieron y documentaron los vínculos que, quien fuera secretario de Seguridad Pública durante su gobierno en Tabasco, tenía con el crimen organizado. Corrijo: no son vínculos cuando se acusa al imputado de haber sido jefe de un grupo criminal. La acusación no es cosa menor, procedió del corazón mismo de la instancia que define y opera la seguridad y justicia penal de la 4T. La investigación es real y el proceso lo lleva la Fiscalía General de la República que encabeza Gertz Manero.

Para terminar la paliza veraniega, tenemos la inseguridad pública que azota al país entero. Menudean los casos concretos, pero entre los que causaron mayor impacto mediático, tenemos el caso veracruzano del asesinato de una maestra jubilada que se negó a pagar las extorsiones del crimen organizado.

“¿Pero qué necesidad?”, preguntaría el claridoso Juan Gabriel. ¿Por qué motivo la gobernadora Nahle salió con la simpleza de que la maestra asesinada había muerto de un ataque cardiaco?

En el norte vimos el asesinato a quemarropa, a plena luz del día, del delegado de la Fiscalía General de República en Tamaulipas. Estos casos emblemáticos se suman a las cifras anónimas, siempre en ascenso, de homicidios culposos, avalancha a la que ninguna estrategia de seguridad parece poner coto.

¿Cómo explicarnos tanta torpeza, tanta perversidad, tanta negligencia? Sólo alcanzo a pensar en la borrachera de poder tantas veces vista a lo largo de la historia y en todos los rincones del mundo. Pienso también en la flaqueza de los humanos frente al poder sin equilibrios. Agachar la cabeza frente a cualquier “mesías”, delante de un líder del que todo se espera y que llega a creer que lo controla y legitima todo, cuando en realidad sólo se trata del viejo “Don Dinero”, que alimenta y aprovecha la corrupción generalizada para hacer de las suyas. Como el botín no alcanza para todos, se indignan y protestan los que quedan fuera del “arreglo”. Algunos, a veces, si se les pasa la mano, pueden salir raspados y su castigo sirve, de pasada, para lavar la cara del sistema.

El ejercicio del poder como lo vemos, se caracteriza por la ausencia de una oposición eficiente, eficaz, organizada, con proyecto y visión, ello propicia que el golpeteo político y las divisiones tengan lugar dentro de la clase política que detenta la hegemonía sin contrapeso alguno.

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En ello radica su debilidad y fortaleza. Debilidad, porque las causas de su debilitamiento y colapso final, con las guerras internas por el poder, ¿pudiera ser el principio del fin? Fortaleza, porque la ausencia de oposición impide el surgimiento de algún grupo o liderazgo capaz de capitalizar las fallas de la clase gobernante.

Mientras todo esto sucede, el sistema político mexicano, bajo nueva apariencia, avanza su estrategia para hacerse de todo el poder. Ya controla la mayoría de los estados y sus congresos estatales, tiene mayoría calificada en el Poder Legislativo federal y muy pronto tendrá en el bolsillo al Poder Judicial federal. Ahora toca el turno al sistema electoral que controla el acceso al poder. Ahí veremos la verdadera cara de la 4T. En los casos anteriores existen ciertas argumentaciones defendibles, aunque no se justifican. No es el caso en lo referente a la reforma electoral, en ese terreno ahí no hay de otra: o se fortalecen las vías democráticas de acceso al poder o se debilitan. No hay medias tintas. El objetivo a alcanzar consiste en reglas claras y resultado incierto, todo lo demás será autoritarismo.

Lo que estamos viviendo pareciera el principio del fin. Sólo esperemos que no sea el fin del principio.

Facebook: Chuy Ramírez

Columna: Regresando a las Fuentes

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