Saltillo: tener más autos en las calles, ¿hace de la nuestra una mejor ciudad?
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Saltillo tiene hoy más autos que hace cuatro años y eso no parece contribuir a mejorar la calidad de vida de quienes habitamos la ciudad. Sin declararle la guerra al auto es necesario reflexionar sobre el tema
Hace ya medio siglo, el pensador francés André Gorz escribió un texto que no pierde actualidad y todo planeador urbano debería leer: “La ideología social del automóvil”. En dicho texto, Gorz anticipa, con una clarividencia digna de haber sido escuchada, el destino que tendrían las grandes ciudades del mundo debido a su adicción al automóvil particular como medio privilegiado de transporte.
La razón de su adelantado pesimismo la expuso con claridad al señalar que el auto, como medio para el desplazamiento rápido, solamente podría funcionar a condición de que se le mantuviera como un producto para el privilegio de un segmento reducido de personas.
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“...cuando todo el mundo pretende circular a la velocidad privilegiada... el resultado es que todo se detiene y la velocidad del tráfico en la ciudad cae, tanto en Boston como en París, en Roma como en Londres, por debajo de la velocidad de la carroza; y en horas pico la velocidad promedio en las carreteras está por debajo de la velocidad de un ciclista”, afirmó categórico.
Todas las estadísticas de que disponemos hoy día demuestran el acierto de este augurio y la multiplicación de distribuidores viales, pasos a desnivel, puentes y hasta autopistas urbanas no ha logrado aliviar, en ningún lugar del mundo, el problema que implica la congestión automovilística.
“...el automóvil ha vuelto inhabitable la gran ciudad. La ha vuelto fétida, ruidosa, asfixiante, polvorienta, atascada al grado de que la gente ya no tiene ganas de salir por la noche. Puesto que los coches han matado a la ciudad, son necesarios coches aun más rápidos para escaparse hacia suburbios lejanos”, afirmó el filósofo galo, quien remató la idea d forma contundente: “Impecable circularidad: dennos más automóviles para huir de los estragos causados por los automóviles”.
El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo al incremento en el número de autos en la capital de Coahuila: 20 por ciento más -o 63 mil unidades adicionales- en los cuatro transcurridos entre 2018 y 2022.
La cifra nos coloca, de acuerdo con datos del INEGI, entre las cinco ciudades de más de un millón de habitantes con mayor crecimiento en el número de coches en circulación.
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No hace falta argumentar mucho para evidenciar lo que todos vemos -y padecemos- de forma cotidiana: la “entronización” del auto particular como vehículo privilegiado de traslado en la zona urbana ha convertido a nuestra ciudad en una prueba del acierto planteado por André Gorz en 1973.
Porque “tras haberse inventado para permitir a su dueño ir a donde quiera, a la hora y a la velocidad que quiera, el automóvil se vuelve, de entre todos los vehículos, el más esclavizante, aleatorio, imprevisible e incómodo”.
Pero, ¿podemos huir a estas alturas de la auto impuesta tiranía del automóvil? Muchos ejemplos en el mundo demuestran que sí es posible: tendríamos que hacer un esfuerzo importante por voltear a verlos.