Severina

Opinión
/ 24 julio 2022

Narrada en primera persona, este relato es la historia de un shock que cambió fortuitamente la vida de un novísimo librero emprendedor. Sus grises y monótonos días recibieron pinceladas de interés como zarpazos con la presencia de una bella, pero sobre todo misteriosa, mujer que arribó a su establecimiento a hurtar libros. La hampona es descubierta y este suceso se convierte en el pretexto perfecto para entablar un vínculo que terminará en una honda e íntima relación, en toda la extensión de la palabra.

Las líneas de Rodrigo Rey Sosa incitan a preguntarse ¿Dónde o cómo nace el amor y la admiración por un ser ignoto? ¿Qué pasa cuando el deseo sufre la metamorfosis de la cotidianidad? Si el sentimiento logra sobrepasar la frontera de lo habitual, se corre el riesgo de que sea a prueba de balas y de familiares. Ana Severina, protagonista como el que más, no huye del pasado, sino que lo reinventa para embelesar al lector línea a línea.

Detrás del biombo que cubre esta breve novela encontramos una historia como las que nos podemos cruzar cualquier día, muchas de las cuales no nos atrevemos a vivir por no romper la barrera que separa a dos desconocidos coincidentes en un lugar aleatorio. Es la posibilidad de la alteridad, a saber, la búsqueda de un destino y una compañía para llegar hasta él, donde lo relevante no es la meta, sino el hado que se recorre para llegar ahí.

Severina

Rodrigo Rey Sosa

2011

Alfaguara

159 pp

Así eran para mí los delirios amorosos y por eso había aprendido a evitarlos. Demasiado tarde otra vez, pensé. Tenía que volver a encontrarla”.

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