Sheinbaum-Trump: Mutuas conveniencias. El socio perfecto
Donald Trump y Claudia Sheinbaum no son sino meras variaciones discursivas de un mismo populismo
Imponer aranceles en los Estados Unidos a los productos importados desde México es darse un balazo en el propio pie, asegura muy campechano ese gigantesco minino castrado que es nuestro secretario de Economía, Marcelo “El Chelo” Ebrard, y a coro se le suman todos los otros félidos cuatroteros en automática sintonía.
Y claro, porque en su lógica colectiva, unísona y masiva, es el cliente final el que termina asumiendo todos los costos de manufactura y envío, incluyendo las cargas aduanales.
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En realidad hay aranceles que paga el importador y otros son para el exportador, pero independientemente de ello, cualquier impuesto que de un día para otro encarezca un producto en un 25 por ciento de su valor, terminará por disuadir al comprador y lo pondrá a buscar mejores opciones. Por si no fuera suficiente, las empresas extranjeras asentadas en México podrían replegarse sin mucho pensárselo ante dicho panorama arancelario, pues les resultaría menos costoso operar desde su país o desde otras naciones con menos carga fiscal.
Así que, quizás la amenaza de Trump en efecto sea como si ellos solitos, los gringos, se metieran un balazo en el pie...
¡Qué bien!
Pero no suena tan genial cuando recordamos que EU desde siempre nos han tenido “con una pata en el pescuezo”.
¡Qué mal!
En todo este mar de dimes y diretes cruzados entre la “cuatrotiza” y el próximo comandante en jefe de los “Yunaites”, sólo una voz me pareció sensata y desgraciadamente no recuerdo de quién era para darle su debido crédito.
Decía que la discusión sobre la relación comercial entre México y los Estados Unidos debe darse en función de los propios términos y condiciones de su mismo tratado comercial. Y no condicionar nuestro estatus como socios comerciales a la pulcritud de los otros aspectos de la relación, como la seguridad o el flujo migratorio.
Que los temas sociales y políticos deben discutirse, dirimirse y buscar ser solventados, ¡desde luego! Pero no como factor condicionante del área del comercio.
La reforma judicial tiene más repercusiones en el intercambio comercial, pues nuestros socios y gran parte de la comunidad internacional la perciben de manera negativa, poniéndole una bandera roja a nuestro país como un territorio de pocas certidumbres jurídicas.
Tan fácil como que el día de mañana cualquier planta, fábrica, maquiladora o proyecto tenga una disputa legal con algún gobierno o funcionario consentido de esa misma “Cuatroté” que está en vías de poner hasta a los pasantes de derecho a hacer el servicio social como jueces y magistrados, ante el sacrosanto desmadre que desataron con su improvisado proceso de selección de funcionarios del Poder Judicial.
Como que sí agüita eso a la inversión y le mata toda la fogosidad y la pasión hasta a los más ardientes capitales.
Volviendo a Sheinbaum y Trump, luego de su primera conversación vía telefónica, de la que cada uno contó una versión distinta, se les percibe −hasta eso− aligerados.
Creo que honestamente ya se tomaron el pulso y se pusieron de acuerdo en lo esencial, para que así tenga cada uno su propia narrativa para adormecer a sus electores, de aquí a los años que tienen por delante para coincidir como mandatarios.
Trump no es estúpido (bueno, un poco sí, pero no para lo que hoy nos importa). Sabe perfectamente que de una guerra arancelaria México-EU, su país saldría victorioso... ¿Pero a qué costo? Causaría grandes incomodidades y penurias a un pueblo que no sabe lidiar con un mínimo de dolor y frustración (¿por qué cree que se volvieron adictos al fenta?).
Así que mejor no moverle a eso, pero sí, por fa... “Ahí les encargo que me paren el flujo migratorio”.
En tanto México siga conteniendo la caravana migratoria de Centro y Sudamérica (y reciba quizás algunas deportaciones que Trump con seguridad hará como gesto teatral, ¡el T-MEC va!
Y para taparle el ojo al macho, México sólo tiene que:
1) Simular que le importa y hace algo con respecto al problema del narcotráfico y los cárteles.
2) Simular que le importa y hace algo con respecto a las importaciones chinas.
A lo primero cuesta más darle cierta verosimilitud, pero para lo segundo ya el Gobierno mexicano puso manos a la obra con un operativo en la CDMX de decomiso de mercancías piratas e ilegales de procedencia china.
Alerta de spoiler: ¿Qué cree? En opinión de varios analistas, el operativo fue sólo un montaje, pues en realidad hacer redadas con los minoristas no representa ningún golpe a las importaciones chinas que, vale la pena decirlo, han crecido a niveles masivos durante los gobiernos del partido oficial, Morena.
Acciones reales en contra del contrabando de mercancías chinas, piratas e ilegales, deberían implementarse en el sistema de puertos y aduanas... No en el centro de la CDMX. Eso es hasta un insulto a la inteligencia.
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Y si alguien piensa que así se le juega el dedo en la boca a Trump o a nuestros socios del T-MEC, sólo se está haciendo pendejo él solo. Lo importante para nuestros socios y vecinos, empero es guardar un mínimo las apariencias, pero eso sí, detener la migración aun a costa de los derechos humanos de los viajantes.
Y así cada gobierno, aquí como allá, tendrá a su propio chivo expiatorio, a su propio enemigo fabuloso para demonizar.
Trump podrá echarle la culpa a esos mexicanos buenos para nada que no se aplican en la lucha contra el narco y que no respetan lo acordado en el Tratado de Libre Comercio. Así se podrá pasar sus cuatro presidenciales años, culpándonos de lo que sea que le duela al pueblo norteamericano.
La doctora por su parte, podrá victimizarse y excusarse en las intransigentes políticas del anaranjado mandatario, al que nunca confrontará, porque gracias a “El Mayo” y compañía, nos tienen bien pescados del cogote y de los cojones
Sin embargo, esto le dará a la doctora Sheinbaum la reiterada oportunidad de salir a decir con mucho orgullo (mimetizándose sin atisbo de gracia con el viejito que la precedió) que “somos soberanos”, que “no somos colonia” y que “a México se le respeta”.
Ya sabe, cada uno servirá como antagonista y excusa para el otro, porque Trump y Sheinbaum no son sino meras variaciones discursivas de un mismo populismo.