Si a mí no me agrada, si no estoy de acuerdo, lo mejor es hacer todo lo posible por destruirlo, ¿no crees?
Somos criticones por naturaleza, o cuando menos muchos lo somos
Vi un video en el cual una persona pone tres versiones de la canción “Jolene” y pregunta a la gente cuál versión les gusta más. Las tres cantantes son Dolly Parton (la original), Miley Cyrus, y Beyonce. La canción es fantástica de verdad y retante para una cantante. Dolly Parton nunca cantó nada sencillo. Incluso la versión original de “I Will Always Love You”, popularizada por Whitney Houston, es de Dolly Parton en una versión más country. Debo admitir que la versión de Miley Cyrus me sorprendió. La canción en una voz más grave me agradó. Ah, pero no estoy aquí para hablar de música, ni de la habilidad de tres cantantes. No tengo suficiente criterio para hacer comentarios válidos, y ese es justo a lo que quiero llegar.
Uno de los primeros comentarios decía, “Beyonce jamás debería haber tocado esa canción.
La echó a perder.” Evidentemente no sé si la persona que hizo ese comentario tiene conocimientos de música, voz, etc. o no, pero si su comentario refleja su gusto personal solamente, me parece muy severo. Y así somos a veces, ¿no? Si a mí no me gusta, no sirve, está mal. En ese caso les aviso que el aguacate debería dejar de existir. A mí no me gusta, y su presencia echa a perder cualquier platillo. Pero como jamás nos vamos a poner de acuerdo en que el aguacate es una fruta horripilante, existen los chilaquiles (y cualquier otro platillo menos guacamole) sin aguacate, y estamos de acuerdo en estar en desacuerdo.
Somos criticones por naturaleza, o cuando menos muchos lo somos.
Hasta nos criticamos a nosotros mismos y si algo no cumple con todos nuestros criterios decimos que no sirve, que no vale, que no debe existir. He escuchado muchas veces durante mi vida, “That’s no good”, en referencia a algo que he sugerido o que me gustaría. A veces así nos hablan los papás.
Mi pregunta es, si yo no estoy de acuerdo con algo, o si no tengo los mismos gustos que tú, ¿por qué el impulso de criticar tan severamente que raya en destrucción?