Simulación y cinismo en Acción Nacional
Todos sabíamos que los partidos siempre hacia dentro, en lo obscurito, tenían acuerdos. Sin problema, todos en la vida nos ponemos de acuerdo. Todos acordamos. Pero, en este caso, no sabíamos de qué tamaño, de qué dimensiones y qué contenían los acuerdos que hacían y a lo que se comprometían. En el caso –aunque hubo otros más que se vivieron en esta semana– hacia dentro de dos de los partidos que conforman la llamada coalición Frente y Corazón por México, se develan esas suspicacias, donde lo moral, lo ético y si me da un poco de crédito, hasta lo legal, sale raspado.
Aquello de “hazlo, pero que nadie se de cuenta”, como principio de opacidad, parece que no fue una lección aprendida por el líder nacional de Acción Nacional. Pudo más si usted quiere “la imprudencia” –que, aunque la prudencia es hacer, decir y obrar bien en tiempo, en modo y en circunstancia– al menos había que cuidar “de perdis” la imagen porque nadie tiene derecho de denunciarse a sí mismo, porque como afirma el principio de inocencia, nadie puede declararse culpable hasta que no se demuestre lo contrario.
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Pues al susodicho le falló. Le falló no sólo el tema prudencial, sino que también el control personal y mental, la voluntad, la inteligencia emocional, la lealtad –aunque lo acordado no fuera lo correcto, sin embargo, no cumplió con sus partners lo acordado–, dejando en claro que el interés y la codicia están a la base de la toma de decisiones en la dimensión política –por supuesto con sus salvedades-.
Disculpa pública a todos los ciudadanos mexicanos, disculpa hacia todos sus correligionarios que representan el partido, disculpa a los panistas en el país que siguen siendo fieles y esperando un partido que de una vez por todas atienda el discurso, la personalidad y el carácter de sus fundadores. ¿Qué dirían Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna, Carlos Castillo Peraza y otros tantos eminentes líderes del panismo que dieron su tiempo y su vida con honestidad, honorabilidad, decencia, nobleza y responsabilidad?
O solo dará y ofrecerá disculpas al partido del que históricamente se mantuvieron alejados y con el que en ningún momento debieron de haber hecho acuerdos, la sabiduría siempre nos dijo que “el perro huevero aunque le quemen el hocico”, en concreto, ¿en qué momento pensaron que el partido tricolor iba a respetar acuerdos, compromisos o alianzas?
¿Alguien le podría decir al líder nacional del PAN por qué y para qué surgió el partido? Justo para buscar gobernabilidad y equilibrio ante un grupo hegemónico que no respetaba compromisos, marcos legales, estado de derecho y sobre todo las reglas del juego democrático. Un instituto que fue creado para ofrecer a los ciudadanos mexicanos una opción distinta al corporativismo y presidencialismo que de todas a todas ganaba elecciones y que ahora se justifica diciendo “que aunque no son perfectos, dan resultados”.
Cuanta ingenuidad, ¿de veras se creyeron que les importaba a unos y a otros el estado que guarda la democracia en nuestro país y aquello de que hay que salvar a México?, ¿ya se les olvidó que la simulación es la marca de la casa?
Lo otro es el cinismo que tiene que ver con la defensa de la mentira, con el sarcasmo, la ironía, la burla, el descaro, la desvergüenza, el ostracismo, pero, sobre todo; la falta de respeto a la dignidad de quienes le rodean.
Imagine usted, que antes de las internas de la coalición –por julio de 2023- los líderes de los partidos sabían lo que iba a ocurrir y aun así hicieron que 10 miembros de los partidos buscaran una candidatura que en el fondo estaba prediseñada y en la forma fue un ejercicio de simulación donde fueron bajando a uno por uno hasta quedar con la candidata que ahora vemos en “precampaña”.
Es decir, los líderes de los partidos pusieron en marcha el vehículo de la simulación para “buscar” quien liderara la coalición, cuando ya todo estaba repartido. Como se decía por esos días –porque la información se había filtrado–, “el Estado de México y Coahuila para el PRI y la candidatura a la Presidencia de la República y el Gobierno de la Ciudad de México para el PAN”, como vemos la profecía se cumplió. ¿Y los procesos, las encuestas, los gastos onerosos, las puestas en escena de aquellos que ya se imaginaban como candidatos a la Presidencia del país por el Frente Amplio? Con antelación, ya todo estaba firmado, ¿a poco no lo sabían?, ¿premeditación, alevosía y ventaja?
Podríamos decir, aunque jugaron el juego del “tío Lolo”, ¿y la ciudadanía?, ¿el mal menor? Dirán algunos, eso como sea. Pero lo otro: lo de repartir el 20% de secretarías, subsecretarías, organismos descentralizados, organismos autónomos, registros civiles, notarías y hasta planteles educativos y universidades; y lo más asombroso de todo, el Instituto de Transparencia, ¿de veras?, ¿surrealismo? Ahí están las firmas... de ripley. ¿Con qué autoridad? Insisto, podemos ver el cumplimiento ahora de esas profecías. Haga un ejercicio de relación del prediseño del llamado Acuerdo Político Electoral Coahuila 2023-2024 y entenderemos lo que pasó.
No es el 20% o el 6% -que dice el gobernador de Coahuila es lo que les corresponde– es la simulación y el cinismo como se conduce una clase política a quien el tema democrático les tiene sin cuidado y solo muestran y operan lo que les preocupa, el poder y el dinero. Así las cosas.