Precandidatas a la Presidencia: más propuestas y menos insultos, no infravaloren nuestra inteligencia

Opinión
/ 7 enero 2024

Aunque formalmente no comienzan las campañas electorales –recuerde que estamos en las precampañas– ya comenzó el clásico golpeteo desgastante, insistente, repetitivo y cansado entre candidatas que nos refinaremos durante los siguientes casi tres meses de campaña, del 1 de marzo al 29 de mayo del presente 2024.

Porque parece ser que independientemente del género, las prácticas y las costumbres entre los frentes opositores –en alguno más que en otro– siguen siendo las mismas: descalificaciones, prejuicios, insultos, denostaciones, mentiras, hierros, pecados y debilidades. Todo el discurso del respeto, la tolerancia y el dialogo democrático parece que entra en una etapa de “olvido temporal”, para atender a los asesores acostumbrados a la publicidad engañosa que es la base del capitalismo y mercantilismo salvaje done el fin justifica los medios.

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Equipos contratados por políticos –que entendieron que había que invertirle, aunque no hubiera propuestas– para denostar al oponente, porque finalmente la idea acerca de la democracia –que ellos tienen– es completamente distinta al ideal democrático. Lo que para muchos de ellos está en juego es el dinero, el poder, los negocios y control poblacional. La política es un simple y llano negocio que como a muchos otros que ahora conforman la nueva clase alta mexicana, con poca inversión, genera altas ganancias.

Es lo que veremos. Ataques, donde sin conocimiento y peor aun sin respeto a la dignidad del otro, como ya vimos en algún momento, van contra la persona por razón de origen-nacionalidad, de religión, de clase social –independientemente si en este momento posee una gran cantidad de ahorros, sin importar como los haya conseguido– de formación profesional o de lo que sea. La naturaleza humana –sean varones o mujeres– pondera la voracidad y la pérdida de sensibilidad, eso está más que claro.

Hasta eso hemos importado de la política norteamericana. Campañas basadas en shows, filias y fobias, donde se parte más de la idea del hundir al contrario no por su ideología, argumentos, razonamientos o propuestas –que es lo que menos oiremos– sino porque es más fácil atacar que razonar, porque en el fondo no se tiene ni la más remota idea de lo que implica la democracia –en algunos casos-.

Se trata de decir tonterías, barbaridades, mentiras –que luego no tienen en cuenta que fácilmente podemos comprobar–, irracionalidades, hablar sin sentido y como seguramente les dirán –quienes las asesoran– se trata de no quedarse calladas (os) aunque se evidencia lo banal, lo simple y lo absurdo de lo que se dice.

Menudo reto tenemos los ciudadanos para escudriñar en las presentaciones, las declaraciones, los discursos y los debates, aquello que tiene que ver con un proyecto de nación adecuado al tiempo y al momento, con una idea de país que resuelva realmente en la práctica, lo que todos sabemos y que los presidentes anteriores provocaron –hoy se dan, como decían los antiguos, baños de pureza– y donde hoy se requiere de una nueva cultura para resolverlos y sobre todo, con propuestas que realmente beneficien a toda la población, no solo a unos cuantos.

Una tarea más para la ciudadanía será buscar tomar distancia de las notas sesgadas –fake news–, de las encuestadoras, de los periodistas a modo que a través de sus posturas buscaran influir en los votantes –nosotros– y donde según sus preferencias, le abonaran a los frentes de sus preferencias aumentando el nivel de los insultos y las mentiras porque ese es su desafortunado trabajo ¿Cómo diferenciar el trigo y de la cizaña? Esa será nuestra chamba.

El momento es complicado, no estamos ante la elección histórica de dos candidatas a la Presidencia de la República solamente, estamos ante dos proyectos de nación que le darán rumbo –para bien o para mal, en los próximos seis años– a nuestro país. Dos equipos que tienen una forma de pensar distinta –basta con ver las personalidades y el pasado histórico de los frentes– que nos meterán en una encrucijada donde resultaremos raspados nosotros y las futuras generaciones.

Ponga, por tanto, mucha atención. La forma cómo se comportarán en lo que resta del camino hacia junio del 2024 las candidatas a la presidencia de la República, será la forma como se comportarán en el sexenio. Si hoy son rijosas, mentirosas, sin argumentos, sin conciencia, miméticas, dependientes de grupos de poder, mañana también lo serán.

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Le recomiendo dejar a un lado la percepción sobre quién es la más simpática, la más dicharachera, la que da más imagen en los medios, la más simplona, la que más promete –aunque la realidad le impida hacer algo– o la que trae el viento de la Rosa de Guadalupe; sino quien nos ofrece los mejores argumentos y las mejores propuestas de cambio de rumbo del país.

Para que lo sepan las dos candidatas; estamos cansados de vivir campañas de denostaciones, de descalificaciones y de escándalos. Eso ya lo trabajaron mucho en otros tiempos, entiendan de eso ya estuvo bueno, para eso están los programas de espectáculos; dejen el insulto y la descalificación a un lado, por favor no infravaloren nuestra inteligencia. Así las cosas.

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