Ojalá y a la presidenta Claudia Sheinbaum no le tiemble la mano para poner orden en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Sería la peor señal de un gobierno de debilidad femenina y de una presidenta pelele. Recordemos que al presidente Ernesto Zedillo no le tembló la mano para mandar a la basura a los 26 ministros corruptos y ladrones que en ese entonces medraban en la Suprema Corte. El presidente Zedillo echó mano de su mayoría calificada en el Congreso de la Unión para lograr la reforma. Ya basta de este Poder Judicial que es el más corrupto de los poderes de México.
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Un poder grotesco y grosero. Diga usted si no fue un insulto, una majadería, de la ministra Norma Lucía Piña Hernández, la presidenta de la Suprema Corte, no haberse puesto de pie a la llegada del Presidente de México al teatro de la República en Querétaro en la celebración del 106 aniversario de la promulgación de nuestra Constitución. Ahí, sentadota en sus posaderas, pegada a la silla, dio muestra una de grosería política, de una gran ofensa no a AMLO, sino a las instituciones, una conducta muy alevosa y estúpida.
Ahora vemos a una ministra muy callada, como diría el clásico, callada como momia. ¿Por qué cree usted que en Coahuila hay paz, hay armonía y hay un buen gobierno? Pues porque hay respeto en los poderes del Estado, tenemos a un Poder Judicial que no solivianta al Poder Legislativo y tenemos a un Poder Ejecutivo fuerte, legítimo, prudente que no intenta avasallar a los otros poderes, tan sencillo como eso.
¿Qué han hecho mal en la Suprema Corte? Pues atentar contra la justicia pronta ni expedita. Son unos podridos corruptos, han burlado al pueblo con sus supersueldos y ellos mismos se ampararon. Urge un tribunal constitucional que frene a los togados.
Es cierto, este columnista no conoce de leyes, pero existe la percepción pública de que nuestro Poder Judicial se ha extralimitado en sus corruptelas. Y esta es una reflexión de un lego, pero eso de que la Corte eche abajo leyes del Poder Legislativo es una aberración. ¿Pues qué acaso no es cierto que la soberanía nacional recae en el pueblo? ¿Y entonces el pueblo no está representado en nuestra Cámara de Diputados? Recuerde usted a nuestros insignes liberales que hicieron la Constitución de 1857. Eliminaron al Senado de la República y le dieron todo el poder a la Cámara de Diputados.
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A la ministra Norma Piña la deben sacar los legisladores en vilo, con todas sus posaderotas aplastadas en su silla de la Corte y dejarla en medio de la calle de Pino Suárez. Nada qué ver con los grandes jueces. Recuerdo y honro la memoria de don Genaro Góngora Pimentel, digno presidente de la SCJN. Un día no me dejaron entrar a la Corte los custodios. Se publicó un extrañamiento del suscrito en El Universal. No miento, don Genaro envió gente suya a buscarme y él mismo me recibió en su despacho y personalmente mostró murales, estatuas y recintos de esa Corte al que esto escribe. Nobleza que jamás va a tener la soberbia Norma Piña. ¡Y por favor! Hagan consulta a las facultades de Derecho respecto a la reforma judicial, menos a la de Jurisprudencia de la UAdeC, en manos de los Charreola, ahí venden títulos de Derecho, es una escuela podrida desde sus raíces.