Torruco, el secretario que desapareció en su propia oficina

Opinión
/ 26 septiembre 2024

POR IRENE MUÑOZ

Desde su nombramiento, al inicio de la administración de Andrés Manuel López Obrador, Miguel Torruco Marqués dio las primeras luces de lo que al tiempo se cumpliría, su servilismo le funcionaría para preservar la placa de secretario en su puerta durante todo el sexenio, pero a costa de ser el artífice de la destrucción de la política pública turística nacional e internacional del país.

Torruco fue el primero que levantó el brazo para sumarse a la política de austeridad y racionalidad administrativa implementada por el Gobierno Federal, antes incluso de que se lo pidieran, y así lo presumía, puso como ofrenda reducir al personal de la institución, así como eliminar la Subsecretaría de Planeación y Política Turística, una pieza estratégica para el desarrollo y política pública mexicana dentro de la industria.

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Fue el artífice del peor golpe a la industria que se supone debía proteger como lo establece la ley, al impulsar y orquestar la eliminación del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), que no sólo impulsaba las campañas estratégicas para poner a nuestro país en el radar internacional, sino que promovía la inversión extranjera y los intercambios culturales, generaba la data para la debida toma de decisiones en la industria, y tenía un área para el manejo de crisis. Esta oportunidad fue tomada por otros países de la región que han aprovechado los espacios que dejó México para posicionarse, el mejor ejemplo es Guatemala que ha tenido un crecimiento en el ramo del 54 por ciento.

Aunado a ello, y en una de las épocas reconocidas como más violentas en el país, Torruco no generó mecanismos para atender y prevenir las consecuencias de la inseguridad, menos aún para lograr generar cambios en la percepción de los viajeros hacia el destino México. No se generaron políticas públicas ni se desarrollaron programas que debió entregar a las Secretarías de Seguridad del país y, como consecuencia, destinos como Acapulco, Cancún, Playa del Carmen y Tulum, por mencionar algunos, quedaron abandonados a su suerte contando sólo con esfuerzos locales que son reducidos, y que hasta hoy no han logrado erradicar la violencia e inseguridad.

Otro de sus grandes fracasos fue el apoyo incondicional, sin escuchar a la industria, del Tren Maya, que fue presentado como un impulso para el turismo del sureste, pero que se ha convertido en un monumento a la corrupción, capricho, mala planificación, y ha generado un grave impacto ambiental así como un costo desmesurado. En lugar de buscar canalizar recursos para apoyar a las pequeñas y medianas empresas turísticas afectadas por la pandemia, los fondos se desviaron hacia este proyecto que continúa plagado de controversias.

Torruco tampoco tuvo el nivel para la crisis del COVID-19, mientras otros países ofrecían apoyo a su industria turística, México se quedó inactivo bajo su dirección. Más de 8 mil 500 negocios turísticos cerraron entre 2020 y 2021 por falta de respaldo gubernamental. La falta de una estrategia clara, promoción y el nulo apoyo económico frenaron una recuperación que, en otros destinos de América Latina, como Costa Rica o República Dominicana, fue mucho más ágil y eficaz. Sólo dos países no contaron con apoyos gubernamentales y fiscales: Uganda y México.

Torruco tampoco logró adaptarse a la era digital. Mientras países como Colombia o Perú implementaban campañas innovadoras para atraer turistas millennials, México se quedó rezagado. Peor aún, la plataforma Visit México se convirtió en motivo de burla internacional por sus fallas, como las absurdas traducciones automáticas tomadas de Google, que presentaron a destinos mexicanos con nombres erróneos y ridículos, Torreón era “Turret”, Tulum “Jumpsuit” e Hidalgo “Noble” por mencionar algunos ejemplos.

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Además, queriendo justificar su incapacidad, Torruco se atrevió a presumir que se generó la mayor inversión a la industria en este sexenio, queriendo atribuirse inversiones que en realidad se negociaron en la administración de Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera. Emirates, la tercera mejor aerolínea del mundo, inició conversaciones para operar en México en 2016, y su primer vuelo aterrizó en diciembre de 2019, mucho antes de la intervención del actual gobierno. Lo mismo ocurrió con Turkish Airlines, y por mencionar algunos hoteles como el Ritz-Carlton CDMX, Nobu Los Cabos y One&Only Riviera Nayarit, cuyos proyectos fueron gestionados en el pasado. El ir a cortar un listón no quiere decir que se generó en este sexenio, pero eso prefirió omitirlo para tratar de colgarse una medalla que no es propia.

La gestión de Miguel Torruco Marqués como secretario de Turismo fue una oportunidad perdida para la industria. Lo que pudo ser un liderazgo transformador por la historia que en el sector tenía, se redujo a omisiones, inacción y decisiones erróneas. Aunque México sigue siendo un país rico en historia, cultura y biodiversidad, el turismo no puede depender sólo de la belleza natural; necesita liderazgo, innovación y una estrategia clara, cosas que lamentablemente nunca existieron bajo su mandato y que esperemos existan en la entrante administración.

Redes: @iremunoz

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