Tragedia en El Pinabete: el rescate ha fracasado

Opinión
/ 26 agosto 2022

El fracaso en el intento de rescate de los mineros atrapados en El Pinabete nos regresa al planteamiento de que la única respuesta ante este tipo de hechos es evitar que ocurran

Luego de 23 días de ocurrida la inundación en el “pocito” El Pinabete, familiares de los mineros atrapados revelaron ayer que la coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez Alzúa, les ha propuesto una nueva estrategia para el rescate, la cual consistiría en construir un tajo para drenar el agua que sigue impidiendo ingresar a este.

El nuevo planteamiento ha sido rechazado por los familiares porque implicaría diferir la recuperación de los cuerpos entre seis y once meses, debido a la complejidad del proceso.

En términos concretos, lo que implica esta propuesta es el reconocimiento de que las dos rutas planteadas hasta ahora han resultado ineficaces en el propósito de extraer el agua que sigue ingresando a los pozos colapsados y generar las condiciones para intentar el rescate. También implica, por desgracia, el abandono de toda esperanza de encontrarles con vida.

Al respecto, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo ayer en su conferencia matutina que “hay un plan de rescate y no se quiere iniciar nada sin el consentimiento de los familiares. Entonces, hoy (ayer) se les va a presentar el plan y se les va a pedir su consentimiento”.

Lo dicho por el titular del Ejecutivo abonaría a la verosimilitud de lo informado por los familiares y dejaría claro el estado en que se encuentra el proceso de rescate de los mineros.

Pero si la posición del Gobierno de la República es que solamente se hará aquello en lo que las familias estén de acuerdo la respuesta ha llegado de forma clara: las familias de los mineros desean escuchar una respuesta que no implique una espera como la planteada.

Como ha ocurrido en otros casos, la gran pregunta aquí es si existen o no alternativas reales que puedan resultar eficaces en un período más breve y eso es muy difícil afirmarlo debido a las circunstancias particulares del “pocito” siniestrado.

Tal circunstancia nos remite nuevamente al señalamiento que se ha repetido constantemente a lo largo de las últimas tres semanas: el problema no es encontrar respuestas ante las tragedias sino evitar que estas ocurran.

Fracasar en el rescate de quienes quedaron atrapados producto de la operación de un “pocito” que nunca debió existir nos obliga a dimensionar la magnitud de la irresponsabilidad en la cual han incurrido entes privados y autoridades gubernamentales al ignorar largamente la realidad de la Región Carbonífera.

Una pregunta obligada ante esta realidad es, ¿cuantos “pocitos” siguen funcionando en estos momentos y constituyen fuentes potenciales de tragedias como la que venimos reseñando?

El fracaso en el rescate de los mineros atrapados en El Pinabete retrata el fracaso integral del Estado mexicano en su responsabilidad de asegurar que este tipo de hechos no ocurra. Pero, por desgracia, esta es una lección que sigue sin ser asumida.

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