Transformación obligada: México empieza a resentir aranceles de Trump

Opinión
/ 14 marzo 2025

Llegaron los aranceles del 25 por ciento, aunque solo al acero y al aluminio, ya son un hecho y México empieza a sufrir marginalmente los primeros efectos; un ligero aumento del tipo de cambio, incrementos de precios en algunos productos, descomposición política por las diferentes posturas que los grupos nacionales quieren tomar frente a la situación con Estados Unidos, se empieza a hablar de recesión económica (y algunos pocos analistas de crisis económica), y desde luego, ya se habla de la necesidad de una transformación económica porque enfrentar a Trump con esta base de actividades productivas no conducirá, a pasar los cuatro años de su mandato, sin una crisis económica severa.

En dos días de aplicaciones arancelarias a estos productos, se han perdido en nuestras fronteras 600 millones de dólares, y desde luego sigue acumulándose la pérdida, tanto aquí como en otros estados. No puede un país como México estar a los designios del presidente norteamericano que no tiene idea de lo que es el manejo económico de país, tanto es así que ya perdió el 50 por ciento de los representantes de su propio partido en la cámara baja. Ya hay un 40 por ciento de probabilidades de recesión en Estados Unidos para este año y el “tipo” sigue aferrado a su estrategia. Lo único que está generando es enemigos comerciales a nivel mundial.

TE PUEDE INTERESAR: Aranceles, política y más problemas en México

Forzosamente la economía nacional tendrá que transformarse para enfrentar las nuevas situaciones que están emergiendo. Por ejemplo, no se puede seguir esperando a que Trump sea quien marque si la imposición de aranceles es inmediata o nos da un mes más, no se puede estar esperando a ver qué se le ocurre y que la presidenta Sheinbaum reaccione. Aunque ha funcionado hasta el momento esta forma de lidiar con el “gringo”, nada nos asegura que esto será así siempre. Además, eso es demasiado caro en un mundo donde la especulación causa mucho daño.

Ya es necesario asumir las consecuencias de un mal manejo económico que viene desde 2017, fecha en que inicia verdaderamente la caída del consumo nacional y de otros indicadores aparte del crecimiento. Ya se ha mencionado que es necesario hacer cambios en las políticas públicas actuales, aunque muchos de ellas no nos pueden gustar, empezando por una reforma fiscal para todos, que no proteja a los grupos políticos, sino que sea pareja para incrementar el número de contribuyentes y lo que pagamos sea equitativo, no que unos cuantos sean los que paguen nada más. México es de los peores países del mundo en términos de captación fiscal, pues ésta llega solamente al 18 por ciento del Producto Interno Bruto, cuando países como Brasil o Colombia, economías similares a la nuestra, están por arriba del 20 por ciento.

En ese mismo sentido, la consultora internacional Goldman Sacks publicó el jueves de hace un par de semanas un estudio donde calcula el impacto que los países van a recibir con las medidas arancelarias norteamericanas. México será el país que más lo resienta, según esta investigación, pues las pérdidas económicas serán de 501 mil millones de dólares si los aranceles se mantienen todo este 2025. A Canadá le va a costar 401 mil millones y a China 381 mil millones de dólares. Son pérdidas importantes, sobre todo a una economía como la mexicana que se espera que tenga un magro crecimiento menor al uno por ciento y que con esta situación ya se espera un crecimiento negativo de 1.5 por ciento en el Producto Interno Bruto. En el caso específico del acero y el aluminio, los estadounidenses aplicarán un arancel del 25 por ciento, y esos impuestos podrían frenar ventas estimadas de productos por 18 mil 594 millones de dólares, de acuerdo con Banamex en su reporte mensual de la situación económica de México.

Además, insisto, si se mantienen los aranceles todo el año, la pérdida del empleo rondará los 3 millones de puestos de trabajo no solo en la industria acerera y del aluminio sino en toda la economía. Esta cifra está variando constantemente porque dependerá también de la forma en que México responda a los aranceles americanos. Si la presidenta impone también aranceles, estaremos en problemas más graves porque seis de cada 10 productos que se venden en México tienen al menos un componente internacional que llevará este impuesto, lo que hará que los precios suban de inmediato en nuestro país, ocasionando inflación y en algunos casos hasta quiebras de empresas nacionales porque habrá productos que ya no se pueden pagar y en consecuencia esas empresas saldrán del mercado. Como puede verse, tendremos transformaciones en los mercados de la economía nacional. Esta situación no solo impactará a las empresas exportadoras o importadoras, sino en general a grupos de empresas por sectores.

En este momento, no hay claridad sobre qué aranceles están funcionando. Sin embargo, de acuerdo con el propio presidente Trump, los productos enmarcados en el T-MEC no tendrán estos impuestos, pero hay que recordar que solo el 49 por ciento de todos los productos que produce la economía mexicana están cubiertos por reglamentaciones del tratado. En consecuencia, hoy estamos pagando aranceles también por otros productos, aunque esto no se ha confirmado.

Una transformación obligada será buscar inmediatamente nuevos mercados para los productos mexicanos. No hay más, porque a pesar de que Trump solo estará cuatro años como presidente, no hay seguridad de que “otro loco” no llegue al puesto.

En lo referente a los mercados laborales también habrá grandes cambios. Si se dan despidos masivos en el sector exportador (que ya se están dando), no habrá en este momento dónde recolocar a esos trabajadores y más personas dependerán de los programas de gobierno, creando más votantes a favor del partido en el poder. Sin embargo, también habrá una gran cantidad de trabajadores que aprovecharán la coyuntura para jubilarse o retirarse permanentemente. En consecuencia, se dará una pérdida importante de conocimiento en la mano de obra nacional y el nivel competitivo se reducirá. Si este hecho no se toma en cuenta y no se busca compensar vía algún medio gubernamental, lo que se ha ganado en productividad en los últimos 5 años podría perderse. Urge un cambio en la ley laboral para mejorar las posibilidades de éxito con las condiciones actuales del mercado. No es momento para reducir la jornada laboral cuando el mercado de trabajo tendrá exceso de personal, esta medida naturalmente generará un excedente de personas desempleadas y nos llevará a una crisis, ya no a una recesión.

En virtud de lo anterior, la posibilidad de contratar a los migrantes internacionales que se han quedado varados en México porque no pudieron llegar a Estados Unidos será ya algo imposible, en consecuencia, en este asunto hay un grave problema en ciernes sobre el que no se ha hablado. Socialmente, este grupo no podrá insertarse como se pensaba apenas el año pasado, en el aparato productivo nacional. Se calcula que hay alrededor de un millón 200 mil migrantes varados en alguna ciudad de la república mexicana, de acuerdo con datos oficiales. Sin importar el número, estas personas van a necesitar dónde vivir porque literalmente están en la calle, necesitarán un trabajo, servicios públicos, algunas escuelas para sus hijos, servicios de salud, entre otras muchas cosas que en este momento el gobierno no puede proporcionar porque la captación fiscal no llegará a la meta, de eso estoy seguro.

Finalmente, es claro que el presupuesto elaborado para este año, además de ser una incoherencia, no será operativo. Estimar un tipo de cambio de 18 pesos con 70 centavos por dólar no solo es demencial, sino una burla para el mercado financiero. En lo que va del año, el dólar no ha bajado de 20 pesos y ese diferencial ocasionará desequilibrios, porque para colmo la base de la producción petrolera está por debajo ya del millón y medio de barriles de petróleo por día, cuando el gobierno sostenía que alcanzaría los 2 millones. Como resultado, no habrá los ingresos necesarios para cubrir las necesidades de un país que no crecerá, y que además no tendrá los ingresos mínimos para operar y administrar correctamente todos los servicios públicos, sobre todo en el aspecto de seguridad.

Si no se hacen cambios importantes en lo fiscal, lo legal y hasta lo social, no tendremos un país viable, no solo en los siguientes seis años, sino en los siguientes veinte. Por eso prometer no empobrece, dicen los que saben.

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM