Terminó el proceso electoral esta semana con el triunfo abrumador del partido en el poder. Si bien el margen podría resultar “sorpresivo”, en realidad no lo es tanto dado que el electorado nacional siempre mostró una holgada preferencia hacia la candidata oficial, tal como dieron fe las casas encuestadoras. Lo importante para lo económico es preguntarnos, ¿y ahora qué sigue?, ¿qué pasará con la economía?
De entrada, ya vimos que el súper peso no lo era tanto, solo era cuestión de tiempo para que los factores económicos empezaran a acomodarse para que los inversionistas internacionales empezaran a mostrar su nerviosismo sobre una economía dominada en su totalidad por un solo partido, sin contrapesos. El billete verde alcanzó posterior a la elección los 18.3 pesos, aunque ha ido retrocediendo y ya se encuentra en un nivel de 17.6, donde ha permanecido desde ayer. ¿Qué sigue? Muy probablemente allí se mantenga y si acaso baje hasta los 17.20 pesos por dólar para que, acercándose el mes de octubre, vuelva a haber una depreciación y lleguemos hasta los 18 pesos, ya que en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, México será parte del juego político para convencer a los electores de alguna política antimigratoria. Además, Donald Trump se perfila como el virtual ganador y ya hay nerviosismo entre inversionistas por el futuro enfrentamiento entre la científica y doctora Sheinbaum y el magnate de negocios. Ya se habla de posibles intentos de terminar el T-MEC si Trump llega al poder.
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Este solo escenario tiene a más de un sector económico con los pelos de punta, ya que ese hecho tendría el potencial de depreciar el peso y mandarlo por arriba de los 25 pesos por dólar. Usted dirá: “¿y eso qué?”. Simplemente tendríamos un aumento de precios secuencial de tal manera que la inflación se iría a dos dígitos, y todo lo que tenemos hoy a precios competitivos se iría a las nubes. Empezando por los productos electrónicos que compramos cotidianamente y que nada de eso se produce en México. Eso sí, de alguna forma tendría que empezarse a fabricar en nuestro país para poder ofertar todo eso que subiría de precio de forma exorbitante. Sería toda una debacle económica la salida del acuerdo comercial.
El país está cambiando ya en lo económico, en otras áreas también, pero no son parte de este artículo porque aquí es un espacio para la economía. Esa que dijo el actual Presidente que era muy sencilla de manejar y que al final de su periodo está echando por la borda la disciplina fiscal que tanto se le había aplaudido y que era parte del mecanismo de crecimiento post pandemia. Ahora, tan solo en los primeros cuatro meses del año, la deuda pública se incrementó 537 por ciento, de acuerdo con la propia Secretaría de Hacienda. No son datos de cálculos de organizaciones civiles ni de alguna universidad. Son datos del propio gobierno que al parecer, a nadie le importó a la hora de emitir su voto.
Poblacionalmente el país ha dado un cambio importante, ahora el grueso de los jóvenes se encuentra entre la secundaria y la preparatoria y cada vez nacen menos niños. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, pasamos de 2 hijos por pareja hace 5 años a 1.6 hijos por pareja para diciembre de 2023. Esto demuestra que la natalidad sigue a la baja y se espera que en 20 años la población mexicana empiece a decrecer de manera consistente, como ya sucede en otras partes del continente como en Argentina y Chile. Esto traerá cambios también en la forma en que los mercados se organizan, ya lo he mencionado, el consumo agregado caerá de manera natural porque los jubilados gastan menos que los jóvenes y no se diga, que las parejas con hijos. Se requerirán más especialistas para atender a los adultos de la tercera edad y, como consecuencia de la reorganización social, se necesitarán asilos para cuidarlos, porque ni decir que los hijos lo harán porque para muchos, esa alternativa ni siquiera existirá. Lo malo de los perros, es que se mueren primero que los humanos y no van a visitar al asilo a sus amos, pues ni siquiera los dejan entrar. La vejez para muchos mexicanos sin hijos, será de soledad.
El empoderamiento de la mujer es una realidad, en el poder máximo del país estará una mujer muy bien preparada en términos de grados académicos, pero tendrá que demostrar que esos le servirán para tomar buenas decisiones y llevar a México por la senda del crecimiento económico que necesitamos para mejorar las condiciones actuales que nos afectan. No podemos seguir con una economía donde el 55 por ciento de los trabajos se encuentran en el sector informal, pues legislar para mejorar las condiciones laborales no ayuda ni a la mitad de los que trabajan, así de fuera de la realidad e incoherente es seguir manteniendo la farsa de que “todos trabajan”. Hay que recordar que sólo 45 por ciento de la fuerza laboral de México recibe prestaciones sociales y tendrá una jubilación, ni qué decir de recibir un servicio médico y otras prestaciones. Nuevamente usted puede decir “¿y eso qué?”. Pues medite en lo siguiente, los informales no pagan impuestos, ni sus negocios ni sus empleados. Si ellos pagaran, como el resto de nosotros, lo más seguro es que la tasa que hoy pagamos sería más baja, o simplemente tendríamos más recursos para generar crecimiento y tener mejores servicios públicos, un mejor servicio de salud, ahora sí, como el de Dinamarca. Solo como referencia, en ese país el sector informal representa menos del 1 por ciento de la actividad económica y la tasa impositiva más baja que pagan los ciudadanos es del 42 por ciento, y no hay exentos de impuestos por ganar poco como sucede en este país.
De las jubilaciones ya he hablado varias veces, no hay que mencionar el problema en el que estamos y que al parecer la solución será regresarlas de nuevo al gobierno. Esto va a ocasionar problemas de inversión en México porque las afores están en su mayoría en manos de bancos extranjeros y eso será literalmente una expropiación de recursos económicos, lo que no será bien visto en los círculos financieros internacionales.
Solo agregar que el riesgo país de México publicado por el banco BBVA (tasa de posibilidad de impago de compromisos financieros) es hasta diciembre de 2023, BBB-. Está justo en el límite para caer por debajo del nivel de aceptación y ser considerada una economía de muy bajo nivel que no cumple sus pagos de deuda, que está quebrado. Cualquier acción incorrecta podría mandarnos más abajo del límite aceptado. Otra vez, usted podría decir “¿y eso qué? A mí me siguen pagando y tengo lo que necesito”. Pues bien, al caer en una categoría de riesgo país más abajo de la mencionada, las tasas de interés tendrían que subir de manera considerable para compensar las posibilidades de que el gobierno federal no cumpla sus compromisos, usted pagaría más intereses en las cosas que compre a crédito, muy probablemente el doble de lo que paga actualmente, y todo subiría de precio, menos su salario que seguiría igual, y si tiene suerte querido lector, mantendría su trabajo, porque muchos lo perderían.
Ya el primero de octubre no habrá otros datos, porque López Obrador no estará en el poder, ¿y eso qué? Habrá una columna con un nuevo nombre que aún no sé cómo se llamará, porque eso sí, no lo dicen los otros datos.