La informalidad laboral, consecuencias para México

Opinión
/ 31 mayo 2024

Acaban de salir algunos datos relevantes sobre ocupación y empleo que dan cuenta de la situación que se vive en México respecto a este tema que, para muchos es clave para el crecimiento económico y que desde luego, tiene un gran impacto en las elecciones. Es un hecho, solo el 2.6 por ciento de la población económicamente activa no está trabajando, nos dice el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Nunca como hasta ahora el desempleo había estado tan bajo, y hasta las empresas están sufriendo las consecuencias de esta situación. Anormalidad no es, pero sí es factor que tiene tendencia a cambiar en el muy corto plazo. Además, hay una serie de consecuencias que vale la pena analizar sobre esta cifra que, para muchos, será algo muy positivo que ha derivado de la actual administración federal. Para otros, será sinónimo de un conjunto de políticas públicas equivocadas.

Lo que sí es un hecho es que durante el cuarto trimestre de 2023, el Valor Agregado Bruto de la economía informal alcanzó 6,045,566 millones (millones de millones o billones) de pesos a precios de 2018, lo que representó un avance real de 4.1 por ciento a tasa anual. Sigue creciendo la actividad informal por donde quiera que se vea y eso no es un buen indicador para nuestra economía en general.

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Ahora bien, el 55 por ciento de la fuerza laboral nacional está en la informalidad, esto es, menos de la mitad del total de los trabajadores actuales lo hace en el sector formal, donde recibe prestaciones completas y una posibilidad de retiro de acuerdo con su salario. Los del sector informal no tienen más que un salario que siempre es más bajo que en la formalidad en promedio entre un 30 y 40 por ciento.

Las leyes laborales que se están trabajando a nivel federal por parte de los diputados no tienen efecto más que para menos de la mitad de la población trabajadora. Los diputados están legislando en términos de una jornada de 5 días, de un aguinaldo de un mes, de una mayor contribución para el retiro, para solo un segmento de la población trabajadora. Sí sirve lo que hacen, pero tendrá poco efecto, pues la mayoría de los que trabaja no se verá beneficiada por esas nuevas leyes. Como referencia, en el cuarto trimestre de 2023, se registraron 17.2 millones de puestos de trabajo remunerados en la economía informal, nivel que significó un aumento de 3 por ciento a tasa anual. Una tasa mayor a la que crece el empleo formal, como lo menciono al inicio del artículo.

En el aspecto fiscal, el asunto se complica un poco más. De acuerdo con cálculos de diferentes centros de investigación, se pierden 2.5 billones de pesos en impuestos que dejan de recibirse porque más de la mitad de los trabajadores no aporta a las arcas fiscales. Si este sector pagara sus respectivos impuestos, es seguro que todos tendríamos que pagar menos, porque la carga se repartiría de la mejor manera entre todos los contribuyentes. Además, el gobierno tendría más recursos para invertir y no tendría que estar dedicando dinero a compensar de alguna manera a aquellos que no contribuyen al fisco. Esta es la ironía del caso, mientras los que pagamos impuestos tenemos una mayor carga fiscal y en proporción recibimos menos beneficios, los que menos pagan reciben más beneficios.

En segundo lugar, los empleados informales reciben poca o nula capacitación, rezagándose en términos de productividad, generando productos y servicios de baja calidad y desde luego, problemas de producción en estas empresas que en su gran mayoría son pequeñas. Este factor es importante para establecer por qué las empresas informales no crecen ni se expanden a otros mercados. Como tampoco facturan, es muy difícil que se integren a cadenas productivas nacionales y mucho menos a internacionales al no cumplir con las documentaciones correspondientes.

El INEGI reporta que las remuneraciones en la economía informal tuvieron un crecimiento anual del 8.8 por ciento, mayor nuevamente que en la economía formal. Esto se explica porque la carga fiscal que existe para los empresarios formales, no la tienen los informales. En consecuencia, los primeros pueden aumentar un poco más los salarios. También hay que mencionar que el indicador de pobreza laboral recientemente presentado por el mismo instituto nos dice que el indicador para este factor quedó situado en 35.8 por ciento, durante el primer trimestre de este 2024, alcanzó su nivel más bajo en 17 años, específicamente desde 2007, cuando estaba en 35.2 por ciento. Para los que se preguntan qué es la pobreza laboral, es aquella que se refleja en las personas que habiendo trabajado, no les alcanza para cubrir sus necesidades básicas de alimentación en cuanto a la canasta básica.

Lo que no se menciona en las estadísticas es que el sector informal tiene una precariedad laboral muy alta, pues ante cualquier situación negativa, los “empresarios” del sector simplemente cierran sus cortinas y se termina el trabajo, sin liquidación, y algunas veces hasta sin aviso previo. Desde luego, no hay cartas de recomendación ni un aprendizaje comprobable, por lo que esa “experiencia” no se ve reflejada en las capacidades laborales de los individuos cuando solicitan nuevos empleos. Estos trabajos informales generalmente van a dar con los más jóvenes que no teniendo experiencia, y a veces sin compromisos, pueden aceptar empleos con bajos salarios y sin prestaciones porque siguen viviendo con los padres. Esta es una de las opciones principales para los recién egresados universitarios que necesitando experiencia, van al mercado informal donde pueden obtenerla.

También son las personas de la tercera edad, que sin tener una pensión o jubilación, siguen trabajando en áreas que dependen más de la caridad que de un sueldo. El ejemplo de este caso son los supermercados, donde estas personas reciben “propinas” por embolsar mercancías, aunque propiamente dan servicio al supermercado. También la actividad de “vigilancia” o de recepción en puerta general se están asignando a las personas de la tercera edad o retiradas sin pensión. Sin embargo, en algunos estados del país, ante la falta de personal, están empezando a contratar personas retiradas con buenos resultados de acuerdo con comentarios que los propios empresarios han vertido en diferentes medios.

En conclusión, estamos viendo que en México el que quiere trabajar encuentra trabajo, el problema es que la mitad de ellos o ellas solo lo hará en el sector informal. Y tristemente, las reformas laborales que se están generando en el Poder Legislativo sólo aplican para la otra mitad, los formales. A pesar de que el Presidente de la República ha incrementado el salario mínimo un 80 por ciento, sigue habiendo poco más de 8 millones de personas en pobreza extrema, situación que no ha cambiado desde su llegada al poder. Ese parece ser el problema de México, que las leyes, los aumentos salariales, las buenas oportunidades, y los trabajos en el sector formal, son solo para unos cuantos, para la mitad de los mexicanos. Al menos eso dicen los otros datos que en esta ocasión fueron abundantes para justificar lo que aquí se dice.

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