Tres opciones para no caer en una crisis económica en 2025
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Al arrancar las campañas presidenciales, se ha hablado de muchos temas económicos que realmente son importantes para el país. Sin embargo, se habla de ellos de manera independiente, como si no tuvieran consecuencias en otras áreas. Se olvida que los impactos de acciones para aliviar la pobreza tienen efecto en la criminalidad en el futuro, tal vez en 10 ó 15 años. La educación es otro factor que reduce el número de pobres en un país, y así hay muchos ejemplos de los entramados de la economía. De esta forma el cuestionamiento para las y el contendiente presidencial es: ¿Qué van a hacer para evitar que haya una recesión económica en 2025 como todo señala? Hasta el propio Presidente de la República lo ha dicho. El año que viene será un año complicado. Doy tres opciones, como referencia inicial.
Nadie habla de la necesidad de una reforma fiscal de gran calado. El o la ganadora de la contienda tendrá que meter el acelerador para llevar a cabo una reforma fiscal que permita obtener más recursos al gobierno federal. Es inminente que, con los ingresos actuales, no se podrá hacer frente a todos los gastos, sobre todo a aquellos que están aumentando año con año, como son los relacionados a la demografía.
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Las pensiones y jubilaciones son un gran problema y más con promesas de campaña “irrespetuosas” por parte de algunos candidatos. Clara Brugada en la Ciudad de México está prometiendo pensiones a partir de los 57 años, simplemente no hay sistema financiero que aguante una medida de este tipo sin una reforma fiscal que nos cobrara mucho más impuestos, más o menos un ISR del 40 por ciento para todos los ciudadanos.
Tampoco se está midiendo la necesidad de recursos para pagar más intereses, derivados del préstamo pedido por 1.9 billones de pesos para este año. Si se quita dinero a otros rubros que ya están muy “castigados” como educación o infraestructura fuera de las obras presidenciales, las carreteras se convertirán en terracerías, la educación estará peor de lo que ya está (en los últimos lugares de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y no habrá dinero para mantener lo que ya está. Ni hablar de invertir en nuevos proyectos.
La reforma fiscal tendrá que aumentar forzosamente la tasa de impuestos a las empresas, los empleados y hacer más eficiente al gobierno federal “franciscano” actual. Se tendría que aumentar el impuesto sobre la renta, quitar el IVA de tasa cero y aumentar el costo de los servicios públicos. No hay que olvidar que Pemex, nuestra petrolera, está perdiendo dinero a cantidades industriales y, al ser “nuestra”, nuestros impuestos la tienen que ayudar a salir a flote.
Otra alternativa para salir adelante en 2025 es aumentar la deuda pública en una escala importante. Si el ganador o ganadora de la contienda electoral decide no pagar el precio político de un aumento de impuestos, siempre puede optar por pedir prestado y que alguien más pague las consecuencias a futuro, como ya se hizo en gobiernos anteriores. El problema no es el préstamo, es que México no ha generado un sistema económico lo suficientemente robusto para mantener un crecimiento sostenido más allá de 3 ó 4 años seguidos, al menos no en los últimos 40 años.
Este mismo gobierno solo tendrá 3 años de crecimiento, cuando mucho, el resto por la razón que se quiera, serán negativos. Además, preocupa que las tasas de interés que se puedan conseguir sean elevadas, porque ante el cambio en el poder de 64 democracias que este año tendrán elecciones, la geopolítica mundial cambiará de manera importante, reconfigurando el panorama de las tasas de riesgo a nivel mundial.
El Fondo Monetario Internacional ya ha dicho que para luchar contra la inflación y contra los propios gobiernos populistas, se deben incrementar las tasas de interés para que pidan prestado y así no apoyarlos y evitar que se mantengan en el poder. Esto es, habrá países que por su propia tendencia política no recibirán apoyo de este organismo, y México podría caer en esta categoría impulsado por una posible llegada al poder de Donald Trump, que no quiere que México se convierta en un país protagonista en la arena económica. Pensar en un préstamo de emergencia de 20 mil millones de dólares como el que nos hizo Bill Clinton por allá por 1995, en plena crisis, estaría fuera de toda posibilidad si Trump llega al poder.
Finalmente, hay una tercera opción para enfrentar el 2025, no hacer nada y dejar las cosas como están ahora, a la espera de que un milagro como el nearshoring nos ayude y nos saque de toda posibilidad de caer en una recesión o en una crisis. Sin embargo, eso sería muy costoso y dejar las cosas al azar tendría muchos riesgos, entre ellos caer en una crisis de dimensiones mayúsculas que se lleve lo que se ha alcanzado hasta ahora como la estabilidad macroeconómica, una disciplina fiscal aceptable y unas finanzas públicas que estaban en equilibrio, pero que este año dejaron de estarlo.
Se necesitan cambios para que mejoren la economía, la seguridad pública y desde luego la propia forma en que nos gobernamos. No hacer nada significa simplemente permitir que todos los problemas actuales sigan creciendo y que cuando lleguen a su explosión, alguien más los resuelva y desde luego cargue con la culpa. Esto ya ha pasado, desde el desastre de López Portillo creado en el sexenio de Luis Echeverría, hasta la crisis del periodo zedillista ocasionada por Salinas de Gortari. Hay que aprender de la historia para no repetir los errores.
Desconozco si las candidatas y el candidato presidencial puedan hablar de problemas concurrentes, no como si cada uno de ellos existiera en una dimensión diferente. Entiendo que así es el formato político o los políticos, pero el aburrimiento y el cansancio de la contienda por siempre oír las mismas propuestas y promesas ya llegó al fastidio y desinterés público. Este año no es importante porque lo pasaremos entre nuestra elección y la elección en Estados Unidos, lo que determinará precisamente lo que pasará en 2025. Las perspectivas de crecimiento son bajas y empeorando conforme pasan los días, por lo que 2025 luce mal, al menos eso dicen los otros datos, y otros analistas.