Tres perspectivas del crecimiento de 3.1% del PIB

Opinión
/ 2 febrero 2024

Esta semana se publicó por parte del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) el indicador adelantado del Producto Interno Bruto (pib) que, a reserva de ser confirmado en 6 semanas, obtuvo un resultado positivo de 3.1 por ciento a tasa anual. Aunque no sea el dato definitivo, muy poco variará y lo que nos dice claramente es que no se llegó al optimista 3.5 por ciento pronosticado por Citibanamex, ni al 3.4 por ciento anunciado por el propio Banco de México. El propio gobierno federal había calculado un 3.5 o 3.6 por ciento, esto dicho por el subsecretario Gabriel Yorio en diferentes programas televisivos y de radio.

Sin embargo, el resultado no es nada malo, sobre todo si se parte de que en enero del año pasado se había dicho que México crecería solo un 0.9 por ciento. Para los partidarios del actual gobierno, el resultado fue excelente; para los opositores, deja mucho que desear porque no se resolvieron las prioridades del país. Para los analistas, el resultado deja dudas porque no hubo dinero suficiente para el gobierno para evitar un mayor endeudamiento. Por lo anterior, vale la pena ver este resultado bajo tres perspectivas diferentes que ayudarán a comprender mejor el crecimiento económico obtenido.

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Para empezar, el crecer siempre es muy bueno y más a un ritmo arriba del promedio mundial (2.2%). Para un país como México, alcanzar más de un 3 por ciento es un gran logro, tomando en cuenta que en los dos primeros años del sexenio de López Obrador se tuvieron crecimientos negativos del PIB, -0.2% y -8.3%, en 2019 y 2020 respectivamente y aunque este último fue el año de la pandemia, el decrecimiento fue el peor de América Latina y el segundo peor de los países miembros de Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, sólo debajo de Turquía. Ante los pronósticos de que el país no alcanzaría más que un 0.9 por ciento de crecimiento para 2023, el sistema económico nacional demostró que sí era posible y principalmente por dos fuerzas económicas se rebasó la predicción: el consumo interno y las exportaciones.

En el primer caso, el consumo creció el año pasado arriba del 5 por ciento y las exportaciones manufactureras promediaron los primeros 10 meses crecimientos de un 11 por ciento. Sin embargo, los detractores aseguran que este “logro” es porque la recuperación de la pandemia todavía sigue en marcha y es por ello que en 2024 el crecimiento económico se pronostica a un menor nivel. En conclusión, crecer siempre será positivo, dígase lo que se diga.

La segunda perspectiva tiene que ver con el PIB por habitante, que ha bajado en los últimos 5 años un 1 por ciento a precios reales, por lo que el ingreso de los mexicanos no solo ha disminuido, sino que en este sexenio habrá una pérdida importante. En este factor se puede argumentar que desde antes de la pandemia ya se tenía una baja y lo sucedido posteriormente no se puede achacar al actual Presidente. En eso puede haber opiniones diferentes, pero lo que sí es un hecho es que no hubo la mejora que se comprometió a generar el gobierno federal al inicio del sexenio, hasta se intentó a principios de 2020, dejar de usar el PIB como medida de crecimiento y se propuso utilizar una medida de “felicidad”, como lo dijo en su momento el propio presidente, principal impulsor de esta idea, que desde luego, no prosperó para fortuna de los analistas económicos de este país. Tomando en cuenta lo anterior, se puede decir que el resultado obtenido en el PIB el año anterior es malo porque no alcanza a generar mayor riqueza, necesaria para poder elevar aunque sea marginalmente, la calidad de vida de los mexicanos.

La tercera perspectiva tiene que ver con algo que llamo un intento de “reconversión económica”. Ni las actividades primarias, ni las actividades secundarias crecieron en el cuarto trimestre, que solo alcanzó un 0.1 de aumento en términos reales. El presidente López Obrador ha intentado hacer del sector primario, con actividades de Pemex, la base de la economía nacional como en los años 70´s. La gran inversión en el sector no ha tenido éxito porque la empresa paraestatal está en quiebra y cuenta con una estructura organizacional donde hay más jubilados que personal en activo. También ha creado empresas para que el gobierno tenga una mayor participación en la economía.

Mexicana de Aviación no ha funcionado hasta ahora, se sabe por las propias conferencias mañaneras que los aviones viajan en promedio con 14 pasajeros y hay vuelos recurrentes en donde solo viaja uno. La construcción de aeropuertos, la refinería de Dos Bocas y el propio Tren Maya, son parte de la reconversión económica que intenta hacer del gobierno federal, que quiere ser el pilar más importante de la economía y un protagonista de la actividad empresarial. En este rubro, se han denostado los acuerdos internacionales porque crean competencia de otros países y porque obligan al gobierno a acatar restricciones y normas de participación en los mercados que simplemente, por capricho, no se quieren acatar, aunque se tenga la obligación internacional. En la transformación buscada, el dato del crecimiento es un buen argumento para decir que se está logrando un cambio con crecimiento. Eso es riesgoso, porque se confunde inercia económica con cambio económico.

En conclusión, no hay una sola forma de entender que el 3.1 por ciento de crecimiento es bueno o malo, simplemente es crecimiento que ha ayudado a algunas empresas y algunas regiones del país. Es aquí donde radica el problema porque para la mitad de los estados del país, el crecimiento seguirá siendo algo deseado, no alcanzado, sobre todo en los estados del pacífico sur como Chiapas y Oaxaca. De Guerrero mejor no hablar porque no hay mucho que decir; de Hidalgo o Tlaxcala ni su nombre se escucha, parecen no existir. Lo que sí se puede señalar con este dato es que México tiene un crecimiento totalmente desequilibrado que está ocasionando fenómenos no deseados para nuestra economía como una migración descontrolada, aumento de la inseguridad en los estados y municipios más pobres, y hasta problemas con las pensiones, hablando del 45 por ciento de la población que sí paga por ese derecho, porque el otro 55 por ciento, nada más tendrá una “limosna gubernamental” porque sus trabajos no tienen prestaciones sociales. Hay crecimiento económico, es un hecho, pero solo para unos cuantos y eso también es un hecho.

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