Un nuevo año, un libro nuevo: ‘El Cuaderno’ de Ricardo Aguirre

Opinión
/ 6 enero 2025

Las microperlas de Aguirre son eso, un momento de reflexión en el tráfago de caos y ruido urbano. Son letras para disfrutar en momentos reposados

La vida aprieta en la ventana y en la puerta, es decir, la vida es vida, se gasta y se raspa, para eso es. ¿Ser eternos? Basura, a nadie le interesa. Perdón, al menos a mí nunca, jamás. Cuando esté muerto del todo, hoy estoy a media tabla, seamos francos, tal vez y sólo tal vez, voy a ser libre, voy a descansar y voy a ser eterno. La eternidad del descanso en la muerte.

Pero insisto, la vida aprieta y, cuando aprieta, la vida muerde. De una u otra forma. Por lo anterior aquí esbozado, hoy saludo ruidosamente un nuevo libro en edición no venal, es decir, se consigue bajo palio y regalo de su autor. Es un libro de la autoría del politólogo, empresario, pero antes que eso, un padre de familia que ama a sus hijos y es un hijo amoroso que ama a sus padres. Fue un galimatías, pero es así. Es Ricardo Aguirre quien, siguiendo aquel famoso aforismo o recomendación ¿china, japonés?, ha hecho su tríada de maravilla: ha plantado un árbol. Ha tenido hijos y hoy ha escrito un libro.

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Su libro nace con el año, una maravilla. E insisto, pídaselo milimétricamente a él, fue editado en los talleres de la mejor imprenta y editorial en el norte de México; sí, aquí, en “Medio Pliego”. Va el título: “El Cuaderno. Aforismos, Frases, Sentencias y Poemas”. El subtítulo es bueno: “Mis Sentimientos en Momentos de Vida”.

El maestro Ricardo Aguirre me hizo el favor y la mención de pedirme unas palabras liminares como un torpe prólogo, me tomo entonces el atrevimiento de transcribirlas aquí: el texto lo titulé “Elogio de la Brevedad”. El texto completo es el siguiente:

“De lo bueno, dice el refrán popular, poco. Ricardo Aguirre Gutiérrez, en la estela de luz trazada por uno de los nuestros, el coahuilense y saltillense Julio Torri –cultivador de perlas únicas y viajero en mundos minimalistas o miniatura–, robándole tiempo a su tiempo de familia, a su vocación empresarial y, sobre todo, a su pasión política (su larga trayectoria en el servicio público así lo ejemplifica), hace años inició en sus cuadernos escolares estos aforismos, sentencias, versos y poemas, los cuales hoy se cristalizan en un libro. No poca cosa.

“Hoy, justo hoy, cuando Internet y las redes sociales lo pudren todo, Ricardo Aguirre se atreve a publicar un libro en papel. Es una autobiografía realmente. Y lo hace por el mero placer de los sentidos. Y claro, conservar, regalar, compartir y ver fluir sus textos e ideas en otras mentes, en otros ámbitos. ¿Cuál es la pretensión? Creo, ninguna. Ricardo Aguirre se dedica a su pasión: sus hijos, sus padres, la salud, su familia. Es un político exitoso y un empresario envidiable. ¿Por qué o para qué hacer esto? Pues por eso: su pasión por compartir, participar. Dar; el don de la solidaridad.

ESQUINA-BAJAN

“¿A quién le canta Ricardo Aguirre en estos textos? ¿A quién le endereza sus recomendaciones de vida o empresariales, sus aforismos y sentencias? ¿A quién le regala un aforismo o un veredicto? Sí, a cualquier humano donde bulle eso, donde hierve la sangre: la humanidad. ¿Y qué nos identifica como seres humanos? Sin duda, la llama del amor, la vida y la muerte. Y luego sus múltiples ramificaciones: el derecho a una vida placentera y digna, la inmensidad del deseo, una patria llamada amistad, los hijos siempre costillas de uno mismo, la mirada clavada en el crepúsculo, en la alborada, el velar el sueño de la amada... en fin, el tema de este libro es el hervor de la sangre cuando uno está vivo.

“Ricardo Aguirre Gutiérrez, sobra decirlo, no es un escritor ‘profesional’ (lo que eso signifique). Creo que ni le interesa. Menos lo busca. Este libro no es un libro de un ‘literato profesional’ (lo que eso signifique), no. Este libro es más que eso: es un cuaderno con sus letras, ideas, sus palabras, sus frases, sus poemas, su estilo de vida; es decir y en cristiano: son jirones de su alma. ¿Son buenos o malos? ¡Caramba! A quién le interesa poner en la balanza de la crítica lo anterior. Lea usted los textos a cuenta gotas. Haga suyo su preferido. O bien, haga suyo lo siguiente contra lo cual no hay defensa: ‘Un buen libro, un tabaco, un buen vino, escuchando una melodía exquisita y tú...’

“Así sea”.

Hasta aquí mi torpe prólogo de presentación. Lo bien cierto es que el libro de don Ricardo Aguirre debe de disfrutarse así, a cucharadas, nunca de “corridito”, y si usted lo nota, señor lector, así somos los norteños, no torrenciales, sino milimétricos, por eso somos poetas y no novelistas. Pocos novelistas entre nosotros. Y don Ricardo Aguirre deja caer en su “Cuaderno” frases como la siguiente: “No hay máximo orgullo que sentirte parte funcional de la sociedad a la cual perteneces. Ve por comunicación, lealtad y humildad”. Caramba, eso es lo que hace falta hoy.

Una más: “Sorpréndete a ti mismo, agrádate, admírate; no le digas a nadie, pero hazlo cada día... vivirás mejor”. ¿Quién lo practica hoy en la vida cotidiana y feroz? Creo, nadie. Por eso la pandemia de los suicidios que son legión aquí. Las microperlas de Ricardo Aguirre son eso, un momento de reflexión en el tráfago de caos y ruido urbano. Son letras para disfrutar en momentos reposados, en un segundo, en un minuto, pero son letras siempre para pensar y repensar. Insisto, el libro está fuera de comercio, márquele a don Ricardo Aguirre...

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