Una aventura mas
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Cada inversionista vende ilusiones no solo la caída de los pétalos de cerezos
La nación del sol naciente. Japón de nuestro siglo XXI. País genuino en tradiciones ancestrales. Ahora convertido en parque de diversiones. Los luna mieleros compran paquetes de una semana.
Lo hacen llevados por la naturaleza de la nueva Disney. Restaurantes sobre las series de caricaturas. Ya no solo es el destructivo Godzilla. Los hay de Peanuts, Mario Bros, Kitty.
Cada inversionista vende ilusiones no solo la caída de los pétalos de cerezos. Japón reconstruyó la devastación de la segunda guerra mundial. Los mejores elementos electrónicos del siglo XX llegaron producidos por compañías japonesas.
Televisores, equipos de sonido, microondas. Inundaron el mercado con equipos de gama alta. Las garantías incluyeron el cambio. En los talleres los técnicos reconstruían. Devolviendo al mercado con menor costo.
Muchos de esos equipos terminaron en el mercado mexicano. Conocidos como fayuca en los tianguis. Japón en el equilibrio de una generación completa. Laboriosos y emprendedores.
Desde una década atrás llevan un rezago en cuanto a población. Redujeron la jornada laboral a cuatro días. Entre el índice de nacimientos y el de defunción, las estadísticas proyectan el doble negativo.
Japón requiere mayor demografía. El ritmo de condiciones para el retiro o para evitar la catástrofe financiera busca inmigración positiva. Las parejas legales o quienes solo compañeros amorosos deben de mantener un sistema arruinado por el alto costo de la vida.
De forma idéntica, como algunos países europeos, la amenaza es real. Necesitan niños frescos. Como en la novela del mundo feliz de Aldus Huxley. En bodega de la derrota Japón está sentenciado.