Usted decide cómo le gusta

Opinión
/ 29 septiembre 2023

De gustibus et coloribus non est disputandum” en latín, significa “sobre gustos y colores no hay que disputar”, es lo que popularmente se conoce como “en gustos se rompen géneros”.

Le comento esto porque desde hace tiempo he estado haciendo una reflexión larga, de esas que te llevan a ingerir café de forma desenfrenada y a permanecer despierto pensando hasta que comienza a dibujarse el alba, y he llegado a la conclusión de que esto no se trata de otra cosa más que de costumbres y cómo estas se perciben.

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Los seres humanos somos, como todos los animales, seres de costumbres. Nos esforzamos por mantenerlas y evitar a toda costa que algo las altere o las cambie.

Voy a ponerme de ejemplo. Por lo general, cuando voy al cine, me tomo una hora libre antes de entrar a ver la película, ya sea que haya comprado los boletos antes o los compre en ese momento. No me gusta tomar la siguiente función inmediatamente. ¿Por qué? Simple, me gusta llegar, estar en el centro comercial, caminar un rato y después con calma ir a comprar mis palomitas para entrar plácidamente a disfrutar la película.

Una vez dentro, no me gusta empezar a comer inmediatamente; prefiero que la película empiece, pasen unos veinte o treinta minutos y luego empiezo a comer. Mi esposa se volvía loca al principio, pero con el tiempo entendió mis manías y me sigue muy bien la corriente, aunque de vez en cuando se roba alguna que otra palomita y yo le digo: “¡No lo hagas! Espera a que la película empiece y avance un poco”.

Es raro, es loco, pero es mi costumbre, y siguiendo la máxima mencionada líneas arriba, “en gustos se rompen géneros”. Se puede decir que en este mundo hay cada loco.

Todos tenemos costumbres muy variadas, ya sea a la hora de comer algún platillo, un ingrediente que quizás no lleva, pero nos gusta agregarlo, algún “ritual” o pasos previos o finales cuando realizamos alguna tarea. Son muchos los ejemplos y muchas las variantes, pero todos tenemos esa costumbre que siempre desata esa frase que en gustos se rompen los géneros.

Quizás podríamos decir que esto se originó desde que el hombre empezó a vivir en sociedad, pero la verdad es que no es cierto; esto no es algo exclusivo del hombre, es algo que pertenece a todos los demás seres vivos. Tanto los más pensantes como los menos pensantes. ¿O acaso creía que sólo el hombre era el único pensante? Todos los seres vivos son seres pensantes, las plantas, insectos, perros, todos piensan, en mayor o menor medida, pero lo hacen. También hay personas que lo hacen en una medida muy menor, incluso otros que ni siquiera lo hacen, pero de eso no vamos a hablar hoy.

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No podemos evitar el establecer costumbres; algunas de ellas son propias de nuestra naturaleza, nuestra genética. Un animal salvaje, un oso, tigre o león, pueden ser criados desde pequeños y entrenados a convivir con nosotros los seres humanos y tal vez otras especies, pero tarde o temprano brotará su instinto y terminará tragándose a cuanta criatura del Señor se le atraviese. Y no lo harán por malos, sino por costumbre, una costumbre genética, y afianzada a su naturaleza que nada ni nadie podrá cambiarla nunca. Ser depredadores siempre será su naturaleza.

¿Pero qué pasa con lo que sí podemos cambiar? Nos escudamos tanto en que “son mis gustos”, “siempre lo he hecho así”, “no puedo ni quiero cambiarlo”, cuando en realidad lo que hacemos es sólo eso, mera costumbre que se ha vuelto ya un hábito. Está comprobado que erradicar un hábito es prácticamente imposible, peor aún si es uno malo, lo que sí se puede hacer es reemplazarlo por otro hábito y preferiblemente que este sea mejor que el anterior.

A lo mejor usted acostumbra todas las mañanas antes de desayunar fumarse un cigarrillo así a secas y ya después a comer, con el tiempo esa costumbre terminará por mermar gravemente su salud. No digo que no fume, yo en lo personal, es algo que acostumbro frecuentemente entre la semana; mis puros y mi pipa son fieles compañeros de mi día a día, como cuando le escribo estas líneas, pero sé muy bien lo peligroso que puede ser si no lo controlo.

Por increíble que parezca, yo me he llegado a frustrar, a enojarme al punto de estallar, cuando no me resultan mis planes. Aplicándome al ejemplo del cine, he llegado a una función cuando no tenía planes de asistir, faltando cinco o diez minutos para que inicie, y he esperado hasta la siguiente, una, dos horas, porque necesito realizar mi “ritual” para poder disfrutar mi película, porque de lo contrario voy a estar encabronado todo el resto del día. Como decía Juanga, ¿pero qué necesidad?

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No todas las costumbres son malas; algunas nos sirven para organizarnos, para mantener un ritmo o incluso para honrar algo o alguien. El problema es cuando pasan a ser una obsesión que termina afectándolo a usted y a quien lo rodea, porque entonces le impide ser feliz y disfrutar el momento.

Siga con sus costumbres, levántese a correr todas las mañanas a las cinco en punto, realice su trabajo de la manera que usted le resulta “perfecta”, ponga limón a todo lo que se va a comer; esas son sus costumbres, y en eso no hay nada escrito. Recuerde eso siempre, sólo sea consciente de que no debe permitir que se le suba a la cabeza esas “costumbres”.

Al final es su vida, son sus gustos, y si alguien lo tilda de loco por contarle lo que yo he hecho aquí, usted écheme la culpa a mí, al fin y al cabo, esta es solamente mi siempre y nunca jamás humilde opinión. Y usted... ¿qué opina?

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