Graves desafíos se presentan actualmente en el mundo y, de manera destacada, en nuestro país.
Pero no se trata sólo de que los retos que enfrentamos los mexicanos sean más o menos graves, sino que, mientras en otros países los ciudadanos y sus gobiernos colaboran para buscar soluciones y superar sus problemas, en México existe un divorcio, cada vez más profundo, entre el gobierno, por una parte -que sólo se ve y se escucha a sí mismo, y apenas de reojo mira a quienes le aplauden-, y por otra, entre la mayoría de los mexicanos, que reprueba la gestión gubernamental para atender los reclamos y las necesidades de la sociedad.
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Los problemas son muchos y muy serios, y tienden a agudizarse cada vez más. Sin duda, el avance del crimen organizado en el control del territorio y de las actividades económicas es ya el más relevante. La inseguridad es, según diversas encuestas, el rubro más frecuentemente mencionado como el principal problema de la ciudadanía. GEA-ISA estima que así es para 55 por ciento de la población; la cifra, según Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad-Reforma, es 48 por ciento.
La persistencia de la pobreza y la desigualdad es asimismo un desafío que, como el de la inseguridad, demanda con urgencia una solución. La pobreza no es sólo un problema ético y de justicia, es también una condición que destruye el tejido social y dificulta la colaboración entre los ciudadanos, la cual es, a su vez, indispensable para solucionar retos comunes, especialmente cuando son de la magnitud de los que enfrentamos en estos tiempos. Por razones éticas, de justicia y de sobrevivencia debemos erradicar la pobreza de nuestro país tan rápido como sea posible.
Dos retos adicionales demandan una solución pronta. Uno es la necesidad de dinamizar nuestra economía, específicamente la capacidad del sistema económico para proveer oportunidades de obtener un ingreso, vía la generación tanto de empleos dignos y bien remunerados, como de oportunidades para quienes deseen emprender su propio negocio. El otro reto es la creciente incapacidad de los distintos órdenes de gobierno para cumplir con las responsabilidades que les imponen la Constitución y las leyes.
Esto implica, primero, resolver el desbalance que se observa entre los ingresos y los gastos del gobierno federal y, en general, de los gobiernos estatales y municipales; segundo, reconstruir el capital humano del sector público, especialmente del gobierno federal, que ha tendido a degradarse en los últimos años como consecuencia principalmente de la
pseudo austeridad del gobierno actual y de su creencia de que, para ocupar cualquier cargo, basta con tener lealtad al jefe máximo.
Superar estos retos requeriría que, desde el gobierno federal aún en funciones, se convocara a los diversos grupos de la sociedad para construir acuerdos y soluciones. Lamentablemente eso no va a suceder, tenemos un presidente que no se juega la piel, que actúa sin pensar en las consecuencias de sus actos, y que no asume los costos de sus decisiones. Un presidente que está más ocupado en violar las leyes electorales y la Constitución para apoyar a su candidata, y en tratar de destruir a la de la oposición, que en cumplir sus obligaciones como jefe de gobierno.
N. Nicholas Taleb, en su libro Jugarse la Piel, hace ver que “...jugarse la piel no sólo es necesario para la equidad, [...] y la gestión de riesgos, es necesario además para comprender el mundo”, (p. 18). Nos permite valorar acciones y políticas, según si el actor que las promueve es alguien que se juega o no se juega la piel. En otras palabras, “jugarse la piel” implica que si obtengo recompensas o beneficios debo ser capaz de asumir los riesgos y no dejar que otro pague el costo de mis errores. Jugarse la piel “...tiene que ver con el honor, la justicia y el sacrificio”, (p. 21).
Resolver los grandes retos que enfrentamos requeriría también que las campañas políticas que están en curso para renovar la presidencia y el congreso federal -que no son campañas formalmente, pero que en realidad son campañas-, así como un sinfín de cargos estatales y municipales, se centraran en debatir sobre estos temas. Pero esto tampoco va a suceder, no al menos desde el oficialismo.
¿Qué vemos desde el oficialismo? Que su candidata y sus apoyadores desde el gobierno dedican su tiempo a buscar cómo destruir a la candidata de la oposición: Que si no es indígena, que si no vendió gelatinas, que si sus empresas facturaron, que si el reporte de trabajo realizado que presentó para graduarse de ingeniera contiene partes plagiadas, entre otros, pero no vemos cómo la candidata enfrentaría los apremiantes retos arriba mencionados y otros más que afectan el presente y el futuro del país.
Díganos, señora candidata:
¿Cómo dará acceso a los servicios de salud a los 50 millones de mexicanos que no lo tienen, la mayoría de los cuales lo han perdido con la Cuarta Transformación?, ¿cómo resolverá la persistente escasez de medicinas?, ¿cómo brindará atención a los niños con cáncer?, ¿cómo apoyará a las familias que enfrentan enfermedades catastróficas y no tienen acceso a algún esquema de seguridad social, pues ustedes desaparecieron el Seguro Popular? En suma, ¿cómo recompondrá el desastre que es el sistema público de salud, destrozado por decisiones del gobierno actual?
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¿Cómo resolverá el grave rezago educativo a que dio lugar el manejo del encierro obligado por la pandemia?, ¿recuperará los programas que buscan mejorar la calidad de la educación, en general, y en particular en zonas menos favorecidas, como las Escuelas de Tiempo Completo y la evaluación educativa?, ¿cómo resolverá la enorme falta de infraestructura educativa de escuelas sin servicios básicos, con instalaciones deficientes, sin acceso a internet?, ¿cómo atenderá la grave situación presupuestal de las universidades públicas?, ¿qué hará con el Conacyt, que ha dejado de apoyar a innumerables becarios e investigadores, de instituciones públicas y privadas?
¿Cómo garantizará la independencia de la Suprema Corte?, ¿respetará plenamente sus decisiones?, ¿promoverá una reforma constitucional para que sus ministros sean electos por voto popular? Usted ha dicho que quiere tener mayoría calificada en el Congreso, ¿es así porque no quiere tener que negociar sus iniciativas con los otros partidos?, ¿porque cree que los otros partidos no tienen nada que aportar al desarrollo del país?, ¿porque quiere que los suyos que no le muevan ni una coma a sus iniciativas?
¿Habrá pleno acceso a la información pública o seguirá reservándola por razones de seguridad nacional, aun cuando estas razones estén muy cuestionadas?, ¿qué hará respecto de los organismos constitucionales autónomos, como INE, INAI, COFECE, COFETEL?, ¿va a conservar y va a fortalecer su independencia o la va a limitar?
¿Cómo frenará el avance del crimen organizado?, ¿mantendrá la estrategia actual de abrazos, no balazos, y de evitar la confrontación?, ¿buscará nuevas soluciones, como el fortalecimiento de una policía nacional y de las policías estatales, y el involucramiento de la sociedad en la solución a este problema?, ¿qué hará para que la Guardia Nacional sea un órgano realmente civil, como lo establece la Constitución, o buscará cambiar la constitución para que ésta pase a SEDENA?
¿Qué hará respecto al creciente involucramiento de las fuerzas armadas en actividades que están más allá de lo que establecen sus correspondientes leyes orgánicas, como la administración de empresas y aduanas, la construcción de infraestructura no militar, entre otras?, ¿mantendrá la opacidad con que se maneja el uso de recursos públicos en los proyectos civiles en que están involucradas las fuerzas armadas?, ¿qué va a hacer para prevenir los riesgos de corrupción en nuestras fuerzas armadas, dada su opacidad?
Mexicanos, juguémonos la piel por México, rescatemos México. Merecemos un país mejor que el que Morena y sus aliados nos ofrecen. Detengamos la destrucción institucional que ha llevado a cabo el actual gobierno. Evitemos el sometimiento del Congreso para aprobar sin análisis ni discusión iniciativas que acaben por atar a la Suprema Corte, desmantelar al INE y al INAI, y regresar el país al siglo pasado, cuando el gobierno controlaba las elecciones y anulaba a los poderes Legislativo y Judicial, y no tenía contrapesos para rendir cuentas sobre el manejo de los recursos públicos.
Juguémonos la piel, ¡cero votos a Morena y sus aliados en 2024!