¿Veredicto sin pruebas? ¿Basta jurar?
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¿Culpado o culpable?
¿Bastan narrativas de delincuentes jurados que esperan atenuación de penas? El leeperiódicos, el radioyente y el televidente, al igual que el usuario de teléfono informante, van recogiendo tepalcates de quebrados jarros informativos que se contradicen.
Queda la impresión de que no hay pruebas ni evidencias. Sólo repetitivos relatos de sobornos horripilantes. Las unanimidades del jurado que desembocan en un “sí” o un “no” realizan convergencias a puerta cerrada y convierten las diversidades y oposiciones en confluencias impresionantes.
Y ya se habla de probables futuras sentencias: desde una veintena de años en prisión hasta cadena perpetua.
Con los pachorrudos plazos jurídicos se extienden los puntos suspensivos y la gente pregunta si no hay caminos para apelaciones. Si ya el caso es cerrado, sin posibilidad de señalamientos de alguna irregularidad, por ilegalidad o por injusticia.
Y no es por prejuicios después del juicio o por apoyar o rechazar, sino por conocer realidades, el observador de café o cantina, de chorcha o chateo, quiere que el inocente no tenga castigo ni el culpable quede impune. Y se conjuga el verbo esperar...
UN AÑO DE GUERRA
Cree Rusia que está peleando contra Ucrania y viceversa. Y parece que en verdad ambas naciones están luchando contra la diplomacia, contra el diálogo, contra el coloquio, sin buscar un mutuo acuerdo inteligente, sensato y lúcido que haga posible la paz.
Se ha preferido el golpeteo, el ataque recíproco, la destrucción, el enviar jóvenes que maten a jóvenes sin conocerlos, a enviar explosivos desde puntos remotos, con mala puntería que multiplica los “daños colaterales” en que los dañados son personas sin armas ni odios.
Sangre, muerte, ruinas, sanciones y contrasanciones, inflaciones y desabastos, misiles contra leopardos de acero y drones artillados.
Guerra ya obsoleta, parece una desafinación de discordancias, un desperdicio de potencialidades, una espada sin empuñadura que ataca hiriéndose al herir. Es una creciente inhumanidad que mancha la historia y degrada la convivencia.
Las ojivas nucleares transcontinentales parecen estar en sala de espera para una autoderrota final y recíproca, como suicidio universal, sin más opción que morir matando... sin amor...
Después de un año de guerra... Sigue encendida, entre todos los vientos, la terca llama de la esperanza...
LIBERTAD, FE, UNIDAD
Pasó el Día de la Bandera.
Sobre los mástiles se izó el verde de la libertad, el blanco de la fe y el rojo de la unidad. El nopal entunado siente la garra del águila voraz en cuyo pico se retuerce la serpiente moribunda.
Es el símbolo de la victoria de todo lo que vuela contra todo lo que se arrastra.
Es el perfil de un sueño siempre anhelado de que las alturas devoren las astucias de la inicua y rastrera falsedad. Que las espinas agresoras queden humilladas y vencidas por la fuerza liberadora y justiciera del amor y la verdad.
CUARENTA DÍAS EN MARCHA
En estos rincones norteños ya se peregrina en Cuaresma.
Desde la fe se visualiza esa trenza de sobriedad y privación voluntaria, sumada a intenso cultivo espiritual y actitud dinámica de servicio compasivo y solidario.
Brilla, a lo lejos, el resplandor de la victoria pascual que abre el horizonte con el resurgimiento, hacia la trascendencia, de una eternidad plena, gloriosa y feliz.
Por la cruz, a la luz...