Vitivinicultura en Coahuila
La tradición vitivinícola coahuilense refiere inicios ancestrales a finales del siglo 15, con el establecimiento de Casa Madero en 1597 mediante la consabida cédula real en Parras de la Fuente.
Antes del boom de las degustaciones y esa tendencia moderna a demostrar cultura a través de la ingesta de vinos de diversas variedades, ataviados de sombreros tipo Panamá y, eso sí, de los celulares conectados a los Instagram y demás variedades, a fin de presumir la visita a tal o cual viñedo, las idas a Parras y Cuatro Ciénegas eran, digamos, modestas y reflejaban el viaje familiar para disfrutar del buen clima, la hospitalidad barata de sus hoteles y no la degustación, sino la directa compra de vinos generosos, como los del Vesubio o la Casa Ferriño, y en una que otra ocasión adentrarse a la Casa Madero a fin de recibir una extensa explicación sobre sus procesos mediante una propina al anfitrión y la compra de alguna botella por unos cuantos pesos, hoy tan lejana y adversa.
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La noticia de la visita del gobernador de Guanajuato a Coahuila, en junio pasado, me generó la expectativa que tal vez mi amigo entrañable Ramón Alfaro Gómez, secretario de Desarrollo Económico Sustentable, acompañaría a su jefe y así fue. Después de una opípara cena en la que un emocionado Alfaro refería los alcances de esta jornada de entrenamiento a nuestros vinateros locales y haber logrado que León, Guanajuato, fuera designada por primera vez en la historia de México como cede del Concurso Mundial de Bruselas, un reconocimiento no sólo a la calidad de la industria en diversos confines del país, sino precisamente en Guanajuato y su capacidad de atracción de negocios mediante una inteligente estrategia en el sexenio de Diego Sinue, en la que el citado funcionario es pieza clave.
Al día siguiente, la caravana acompañaría al encuentro con el gobernador Jiménez en los viñedos de Salomón Abedrop, en la Hacienda Florida, allá por el rumbo de General Cepeda, punto de preparación para el concurso y sus diversos esquemas. Fue esta jornada de camaradería y enseñanza.
En el Concurso Mundial de Bruselas, una competencia internacional de vinos y creado en Bélgica en 1994, el jurado o panel de cata está compuesto por expertos reconocidos del mundo vitivinícola de alrededor de 40 diversos países. Las muestras que se presentan de vinos compiten por obtener alguna de las medallas que esta entrega. El concurso contempla como premio a los mejores resultados para cada categoría tres tipos de medallas: Gran Medalla de Oro, Medalla de Oro y Medalla de Plata.
La dinámica y multifacética ciudad de León, Guanajuato, no requirió de muchos arreglos debido a su infraestructura para recibir eventos de la magnitud referida y en el mismo resultaron ganadores vinos de esa tierra, mencionando que dos vinos lograron llevarse la medalla Gran Oro: Dos Búhos Grenache Gran Reserva 2019 (Comercializadora Dos Búhos de Guanajuato) y Pájaro Azul 2020 (Vinícola Pájaro Azul de Guanajuato); además que 10 vinos más ganaron Medalla de Oro ycorresponden a las vinícolas: Pájaro Azul, Tres Pájaro Trinidad, Santa Vid, los Remedios, Vega-Manchón y San José Lavista.
Por lo que hace a los vinos coahuilenses hubo reconocimiento a Casa Madero con la Gran Medalla de Oro y a Tribos con Medalla de Oro, así como medallas de plata para 13 vinos correspondientes a las casas: Hacienda Florida, Tribos, San Juan de la Vaquería, Parvada, Cedros, Don Leo, Náufrago, El Fortín, Don Perfecto y RG|MX.
Otro dato importante es que el gobierno de Guanajuato logro abrir el concurso a México y el próximo año la sede será otro estado mexicano.
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Como mencionábamos, una faceta muy lucrativa y que desarrolla a los poblados simples de nuestro país, es precisamente la vitivinicultura porque a la par de las visitas guiadas, la distribución de productos, se pueden crear infraestructuras aledañas para recibir a los visitantes en hospedajes y restaurantes, y vaya que se han aprovechado en lugares como: Parras y el valle de Ciénegas, a donde resulta más caro viajar que hacerlo de fin de semana a Cancún. Fuera Mas, dijo Jorgito.
Unir a este turismo de los vinos, al sustentable y familiar, será uno de los retos para las generaciones, pero el camino está avanzando y el orgullo que nos queda es que de los vinos franceses, españoles e italianos que iniciaron esta tradición mundial, ya nadie se acuerda en México. Enhorabuena.