Yenny Muruy Andoke y los ríos del río Amazonas
Para nosotros en México, tal vez sea desconocido el significado de resguardo indígena, pero no es otra cosa que una división territorial de carácter legal
Yenny Muruy Andoke, más conocida como Yiche, es una poeta nacida en 1970 en Puerto Santander, Amazonas, Colombia. Ella pertenece al resguardo indígena del Aduche, contiguo al río Guacamayas, afluente del río Caquetá de más de 2820 kilómetros de largo que forma parte del río Amazonas.
Para nosotros en México, tal vez sea desconocido el significado de resguardo indígena, pero no es otra cosa que una división territorial de carácter legal que, a través de un título, garantiza a un determinado grupo indígena la propiedad del territorio que habita, protegiendo así su asentamiento y desarrollo.
Yiche, ligada desde su nacimiento al agua y a la vida que nos regala a todos los habitantes del planeta esa zona prodigioso, habla la lengua andoke y conoce los dialectos nipode y minika de la lengua uitoto. Además de los poemas, realiza cerámica y cestería a partir de conocimientos tradicionales y trabaja en la chagra, concepto del que hablaremos más adelante.
Ella comenzó a escribir los Versos de sal, que en 1998 le dieran el Premio Departamental de Poesía Amazonas, otorgado por el Ministerio de Cultura de Colombia, al inspirarse en las historias que se contaban durante reuniones tradicionales nocturnas en la casa de Oscar Román, sabedor uitoto del clan enókay, quien también compartía sus enseñanzas.
Versos de sal se conforma por una serie de textos llamados rafue ( palabra de poder). Y resultaron de un proceso que es preciso preservar: escuchar, preguntar, escribir y traducir. Este libro fue construido también por el mismo Oscar Román, así como por Juan Álvaro Echeverri y Simón Román. Parte de estos poemas se pueden encontrar en Pütchi Biyá Uai Puntos aparte: antología multilingüe de la literatura indígena contemporánea en Colombia, volumen II, de Libro al viento, con su fértil antologador Miguel Rocha Vivas.
La escritura de Yiche comenzó en 1997 junto a un río, la Quebrada Aguasal localizada al lado del río Yari, afluente del río Caquetá. Y finalmente, para concursar, los versos colectivos fueron cedidos a una de las personas que los creo. Y esa fue Yiche.
Aquí comparto uno de esos poemas: “I. OMBLIGO IGAI / Antes, / al dueño de este mundo no / le cortaron el ombligo. Pero a nosotros, generación humana, ese cordón de luz, cordón de sabiduría, pues nos lo cortaron / y quedamos vacíos. / Ya ahora / vivimos de este mundo, comemos del fruto de este suelo. Antes nos formamos / con aquel otro alimento, de aquel tuvimos vida, con él vimos la luz. // De eso estoy hablando. Por eso / en estas hojas / estoy abriendo / el libro que es el pecho de mi madre, me siento, estoy hablando, / ya mi voz está naciendo, / mi palabra ya dialoga en este suelo con los nombres de la tierra. / Es mi trabajo.”
Aquí el mismo poema en la lengua en la que nació: / “I. IGAI OMBLIGO / yezika / naama ie jaitáñega / nieri kaade / kai ie mei / monifue urúkidikai / kai fidímai igai / kai yonera igai
mei jaae naama jóónia izoi mei kotákaiga / neemei fíadikai / emódori / jaa bigini biini uaido káádikai bie úai guitikai / jaae aaki kai nano guigano aaki kai komúiyano monáiyano / jaa meita aaki dinori / eiño jogobe bibe / zuitádikue / rainádikue uáridikue / aaki jaae kai / úai komúiyano aaki kai úúriyano biníkoni aaki biini mameki / kai taijínamo.”
Yiche lleva en su poesía las voces de la comunidad y su cosmovisión. Y por ello es vital citar también a la chaga, un espacio de cultivo en donde se conciben las relaciones entre plantas y seres humanos que conforman un sistema alimentario de interacción con la naturaleza. Allí mujeres y hombres comparten prácticas, saberes e interacciones incluso con los minerales y con otras entidades a los que les asignan lugar, y quienes son los dueños espirituales de todo. La chaga integra las interrelaciones ecosistémicas, sociales y de orden espiritual, dando por resultado un sistema alimentario que lo mismo abarca la horticultura, la cacería, la recolección de frutos silvestres o la pesca, y este mismo espacio permite integrar y compartir conocimientos, saberes y prácticas propios de mujeres y hombres, buscando que todos los seres sintientes se beneficien.
Amazonas fue una palabra con la que designó también a esta zona, Francisco de Orellana, quien veía en los grupos nativos, mujeres que se batían en duelo con los españoles con tanto vigor como en de los hombres. Y el vocablo amazona etimológicamente proviene del griego amazós, qie significa sin pecho y corresponde al mítico pueblo asiático en donde las mujeres guerreras, criadas y educadas para la guerra, se amputaban un seno para facilitar el manejo de la lanza y el arco y la flecha.
Encuesta Vanguardia
- 27 agosto 2023
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