Yo no olvido
Las doce uvas. Las doce campanadas. El sonido de las campanas. La transmisión de los primeros minutos del año nuevo. Desde Australia, China, Europa, Nueva York, el horario del centro del país y desde Los Ángeles en California.
Volvemos a cenar en familia. Escuchamos el brindis del bohemio. Las melodías de Tony Camargo. El lastimero sonido de la pirotecnia.
Como la semana pasada, en nochebuena y navidad, celebramos el final del calendario. Los abrazos se multiplican. El deseo de mejora y salud, mucha buena esperanza.
Honramos a quienes ya no están presentes. Al padre, la madre, la hermana o el hermano. Quienes ya gozan de la vida eterna. Algunas lágrimas, los recuerdos son infinitos.
Desde la sobremesa nos alcanza enero. Las mascotas heridas por el estruendo se refugian en donde pueden.
Las notas periodísticas se alimentan con el primer nacimiento del año. Los accidentes al amparo de la oscuridad o la embriagues. El conteo en cero de los nuevos ejecutados de la numeraria nefasta del crimen organizado.
Solo los mexicanos reímos de nuestra desgracia nacional. En las ventanillas de impuestos, casi siempre, los mismos apresurados, hacen fila en la madrugada. Esperan ser los primeros de algo insignificante.
El folio número uno del cumplidor. El regalo sorpresa del alcalde. La aparición de los fotoperiodistas aún intoxicados y de guardia. Aquí vamos de nuevo. Los cromos se irán tachando de acuerdo con las victorias y derrotas.
Dr. Gerson Gómez Salas.
Monterrey N.L.
El vagabundo es el otro yo del turista. El turismo es la única forma humana, aceptable, de desasosiego.
Zygmunt Bauman.