Cuentos escritos por la inteligencia artificial o ficción generativa: explorar el futuro creativo en la literatura... ¿Para qué?
¿En qué dirección camina la ficción cuando las nuevas tecnologías entran en juego? Estas son una serie de reflexiones que arrojan más preguntas que respuestas en torno a cómo la inteligencia artificial estresa los límites de la literatura.
Desde mediados de 2023 conversamos en VANGUARDIA sobre la opción de publicar un newsletter enfocado la creación de piezas impulsadas “por completo” por las herramientas de inteligencia artificial generativa.
Que exista la posibilidad, por supuesto, no conlleva la obligatoriedad.
En ese sentido, el cuerpo editorial encargado del diseño de estrategias y la toma de decisiones estructurales sobre el contenido, del cual extrañamente formo parte, nos hemos mantenido hasta ahora en la postura de que dichos programas y los trabajos que entreguen deben ser vistos con ética, posturas críticas, especial cuidado por el copyright y mucha reserva. Siempre tomados como puntos de apoyo o consulta. Siempre con una verificación rigurosa de por medio. Siempre con la lógica, pensamiento y criterio de un humano detrás: preferentemente un editor o editora. Lo mismo en cuanto a los newsletters.
En algún punto, la búsqueda de implementar IA generativa llegó a una propuesta de contenido que hizo darle una duda razonable a un proyecto más serio, extenso y lúdico. Que en vez de focalizar el software en contenido periodístico y cualquiera de sus procesos, consideráramos crear un newsletter sobre cuentos de terror hechos con inteligencia artificial.
Mi primera respuesta, una que no externé, fue un llano no. Claro que esa decisión mental estaba detonada por los mismos argumentos ya citados. Pero conforme la idea rumiaba mi consciencia, resolví que esa negación también estaba motivada por un dejo purista, por miedo, por falta de pericia en el tema y por razones que abordaré más delante y también en entregas posteriores.
En resumen: fiel a creer que me pagan por pensar, por tener ideas, resolver problemas y a convertir los “no se puede” en “así es como se hace”, di un aventurado y confiado sí.
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Confieso que tal respuesta está rodeada por un interés mayoritariamente personal. Porque esa idea no dejaba de incomodarme al ir a dormir. Porque ya había leído sobre el tema, pero no tenía un postura concreta. Porque deseo problematizar la escritura de ficción con algoritmos generativos (sé que no estoy descubriendo el hilo negro). Es, toda vez, un proyecto que encaro más como escritor que como periodista. Ya incluso había publicado algo muy breve un blog personal, pero nada más allá de breves notas y un par de ejercicios.
Así que al cabo de unos días, el reto en la redacción me pareció a la vez emocionante, desafiante, creativo y complicado.
Comencé a trabajar en prompts para estructurar los cuentos.
Pensé que “El abismo inconmensurable” sería un buen nombre para ese presunto y aterrador newsletter potenciado por IA y busqué la manera más adecuada de empaquetar dicho producto.
El nombre, que está lejos de ser el más adecuado, me pareció ligeramente razonable. En primera instancia por semántica. Lo de abismo y lo de inconmensurable tienen sus tintes lovecraftianos.
Además, aborda en una capa más profunda, la distancia que hay entre el arte generado por personas y lo resultante del proceso técnico de las obras generadas por computadora.
En tercer lugar, el nombre es una obvia directa a la expansión de dominio de Satoru Gojo, del manga semanal Jujustu Kaisen que publica la Shonen Jump.
Oportunamente, esa labor me dejó inquieto. Un pensamiento llevó a otro y no quería solo “producir” cuentos con inteligencia artificial. Antes de verlo como un entregable, quería entender mejor todo el asunto. Explorar toda cuestión con más profundidad.
Centré el 2023 en la lectura de ensayos. Así me fue natural guiar todo esto hacia una suerte de largos y extensos soliloquios, meditaciones que reflexionan sobre sí mismos, como una especie de desafío contra un mundo que cada vez exige más producción, más resultados, más brevedad, más automatización y más eficiencia. Una colindancia con mis más recientes influencias.
Así que me dio por escribir sobre el proceso en sí, aprovechar este espacio para, siempre egoístamente, reflexionar sobre la narrativa y las transformaciones que las tecnologías inyectan en ella.
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Cuando propuse esto, ciertamente, esperaba un “no” con mucho debate al que intentaría responder más tarde. Esperaba un “no hay audiencia para esas cosas”, un “no pierdas tiempo ahí; las métricas lo indican.” Esperaba un “las tendencias van por otra parte, vayamos a romper esos KPI’s”.
No quiero que haya ningún malentendido. No era la voz impostada de alguien en particular, sino mis propios delirios, sesgos y prejuicios sobre la industria editorial, controlada cada vez más por reglas algorítmicas y mandatos inviolables que priorizan el alcance, los clics y los leads.
La realidad fue muy distinta: tanto la Dirección General como la Dirección Editorial dijeron: “Haz el experimento”.
Así que, con algunos ajustes, este prototipo de newsletter cambió de forma varias hasta tomar la forma de lo hoy leen.
En lugar de enfocar las entregas en la creación de contenido impulsado por la IA, un número todavía inexacta de publicaciones estarán centradas en navegar por las rizomáticas aguas de la ficción generativa.
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Así que lo viene a continuación es más una búsqueda personal, un monólogo digital, preguntas lanzadas hacia quién sabe dónde. Confío en el que camino revelara algún tipo de respuesta.
¿Sueñan las ovejas eléctricas con humanos que usan computadoras para escribir ficción generativa sobre ovejas eléctricas que...?
Dejaré esto claro desde el principio. La ficción es la cosa más increíble, sagrada y arrolladora del mundo. Sé que es una opinión, pero desde mi perspectiva es también un hecho innegable. Y ahora, con la inteligencia artificial teniendo aplicaciones reales y prácticas cada vez más frecuentes, comunes y cotidianas, no dejo de especular sobre el rumbo que tomará todo esto, y cómo desafiará las convenciones de los formatos escritos, ya sea en la literatura, el periodismo o lo que venga.
¿Puede una inteligencia artificial escribir un cuento? Hace un siglo, esa pregunta habría planteado una obra de ciencia ficción ambientada en una época futura. Una en donde los años se escriben con dígitos parecidos a los nuestros tiempos. Hace veinte años, el cuestionamiento era innovador pero hipotético, en el paradigma del nuevo milenio. Hoy, es una cuestión ética, filosófica y controversial a la que nos enfrentamos con más incertidumbre y reservas que respuestas o entusiasmo.
EN ESTA COLECCIÓN DE GOOGLE PINPOINT PUEDES ENCONTRAR BIBLIOGRAFÍA RELACIONADA CON LOS ASPECTOS ABORDADOS EN ESTE ARTÍCULO.
Esto, no está de más decirlo, tampoco es un mítico hilo negro. Ya está, por ejemplo, el caso del escritor argentino Mitón Läufer, que podemos conocer de cerca en esta entrevista publicada por VICE.
También se ha escrito sobre las posibilidades que ofrecen algunas plataformas que se describen a sí mismas como compañeros de escritura de inteligencia artificial sin prejuicios, que siempre están ahí para leer un borrador más y nunca se quedan sin ideas, incluso a las 3 a.m., como informó The Verge en mayo de 2023.
Por supuesto, el otro lado de la historia muestra que hay quienes “explotan” al máximo esta situación. Está la historia de Tim Boucher quien el año pasado dijo haber escrito 97 libros con ChatGPT (cada uno le tomó un promedio de 8 horas, presuntamente).
Más recientemente, el nombre de Billy Coull tomó notoriedad en internet al organizar en un evento sobre Willy Wonka en Glasgow, Escocia. La experiencia fue considerada fraude por no cumplir las expectativas del público, ya que tanto la planeación como la publicidad visual realizada con inteligencia artificial fueron desproporcionadas. Bueno, al investigar al organizador, resultó acusado de estafa por haber escrito 17 libros con inteligencia artificial y ponerlos en venta.
A raíz de casos parecidos, Amazon ha tenido que ajustar sus políticas sobre estos productos, de acuerdo con Wired.
Pero no nos desviemos. Es cierto que hay diversas opciones de escritura asistida, incluyendo algunas basadas en inteligencia artificial. Por supuesto, ChatGPT de OpenAI, lidera la lista como la herramienta más viable.
Pero vaya que hay una amplia oferta como Reword, Sudowrite, CopyAI, Verb, Quillbot, Jasper, Writesonic, Wordtune, Jenni.ai, Scalenut, Rytr.
La pregunta clave aquí no es si dichos softwares son capaces de escribir piezas de ficción como cuentos. La respuesta rápida es sí. Pero es un sí superficial, lleno de matices y, por supuesto, con altas limitaciones en cuanto al aspecto creativo, sensible, técnico y sublime.
La cuestión central aquí es ver cómo lo hace y qué tan satisfactorio es el resultado. ¿Cómo mejorarán estas herramientas?, ¿cuándo saldrán software especializado en esto?, ¿qué implicaciones tendrán para los escritores y escritoras?
Pero no especulemos tanto. Después varias decenas de horas de práctica en las IA’s citadas, puedo decir con temblorosa seguridad que no hay en este momento una herramienta capaz de escribir una pieza de ficción convincente de forma rápida, precisa e inspiradora.
No se debe a la habilidad en la ingeniería de prompts, ni al perfil del usuario ni a las horas invertidas en tal menester, aunque cientos de videos con buen SEO, pero a todas luces impregnados de clickbait, digan lo contrario.
Se debe estrictamente, considero, a la unidisciplinariedad y estrechez con la que funcionan sus algoritmos. Hay un proyecto que lo explica con claridad y sencillez. Las charlas en “Aprendemos Juntos 2030” auspiciadas por BBVA.
Una de ellas corresponde al empresario Kai-Fu Lee, quien fue presidente de Google China y vicepresidente de la misma compañía.
La otra la protagoniza la doctora en Lingüística Teórica y Aplicada Cristina Aranda, quien brinda una explicación más holística.
Creo que es aquí donde cabe preguntar, ¿qué es la ficción generativa?
Tradicionalmente, este sería el punto en el que proporcionaríamos una definición consensuada y hegemónica, siguiendo una aproximación doxográfica. Aunque hay ensayos y algo de bibliografía al respecto, es importante destacar que el concepto de ficción generativa es relativamente reciente y, por lo tanto, se encuentra en constante proceso de formación.
Aun así, es útil consultar los trabajos de la académica Rita Raley, del poeta Nick Montfort o del profesor Noah Wardrip-Fruin.
Si tuviéramos que ofrecer una aproximación a la ficción generativa para comprender mejor el tema, apoyados, por supuesto, en la lectura de estos trabajos, podríamos decir que se trata de escritos creados a través de procesos automatizados o algorítmicos, a menudo con la asistencia de la inteligencia artificial o programas de computadora.
También podríamos mencionar que existen diversas formas de este tipo de literatura, como la que implica el manejo de código o la manipulación digital en su desarrollo y disfrute, la escritura asistida, donde una parte significativa de la narración es “creada” por máquinas, la interacción del usuario que impulsa, cambia o determina la historia, y seguramente habrá más en el futuro. Al fin y al cabo las narrativas interactivas siguen avanzando y encontrando su lugar.
Ahora, dejemos la formalidad. Soy escritor y periodista. Durante los últimos ocho años, mi carrera se ha centrado en unir ambas disciplinas mediante metodologías creativas e innovadoras. En todos los sentidos, la intervención de las herramientas digitales, en particular de la inteligencia artificial, en los campos de la ficción y la no ficción me interesa sobremanera desde que en 2016 escuché sobre literatura y periodismo expandido.
De ahí que hoy no tenga ninguna duda de que todo esto se trata de un proceso de simbiosis inevitable. La relación entre lo humano y lo artificial está transformando el campo de la comunicación. Los medios de comunicación deberían considerar seriamente el desarrollo de proyectos alternativos, incluyendo la escritura generativa. Y, de manera muy personal, estoy convencido de que la aparición de ideas enfocadas en la ficción generativa sería un factor potencial en esta transformación.
Si antes ya defendía con pasión que los periódicos están absurdamente saturados de noticias innecesarias, pero carecen de historias, de poesía, de ensayos, de cuentos, todo este tema de la ficción generativa alimenta mi estado de “infoxicación” (deberíamos tener ya médicos que diagnostiquen y nos receten). De ahí mi necesidad de llevar narrativa a las páginas de los diarios. Ya sean páginas electrónicas o páginas físicas.
He declarado mi aversión por el SEO, porque estoy en contra de escribir para algoritmos y sus intereses capitalistas en términos de propagación ideológica. Esta postura me lleva a escribir pensando más en la gente, en sus miedos y obsesiones, en sus inquietudes y perturbaciones.
No puedo escapar, aunque lo intente, de los intereses capitalistas de esta otra visión que ni es más noble ni más astuta, pero sí puedo enfocarme más en favor de las ideas, la estimulación de lo sensible y lo que desafía la identidad de los más puristas.
La ficción generativa dentro del periodismo me parece una de las maneras más inteligentes de luchar contra el pensamiento rápido, las metodologías ágiles y la urgencia de un futuro que a menudo se convierte en una especie de “infortorexofagia” (interpreto esto como contenido sano, útil, educativo, “inteligente”, que menosprecia todo lo relacionado con el ocio sin comprenderlo).
A propósito de eso, así es como pude conversar con Midjourney sobre la infortorexofagia, pidiéndole que imaginara: Una sociedad que menosprecia el ocio y solo considera bueno el producir, elevar metas, contenido sano y útil, que aporta valor capital y utilitario a la vida, dejando de lado lo contemplativo, lo lento, lo reflexivo.
Estos son algunos de los resultados:
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2
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4
Nadie me lo preguntó, pero quiero crear un mundo en el que la ficción, incluida la generada por computadoras, impulse contenido crítico, desafiante, pero también complaciente y placentero. Deseo contenido relevante, fresco, nuevo y confiable, que sea pertinente, oportuno y necesario.
Soy un firme creyente de que el conocimiento válido no se limita únicamente a lo académico, aunque tampoco subestimo la epistemología tradicional. Para fortuna de este artículo, no existen muchas referencias en español sobre la ficción generativa, y los documentos en inglés aún son en gran medida especulativos y experimentales.
Así que aquí es donde expongo mi convicción con esperanza y pasión: defiendo que la ficción generativa en los medios de comunicación no puede subestimarse. Aunque claro, tampoco podemos apostarle como si fuera un elixir salvador de todo. Es apenas un camino más. Pero eso que dije antes: uno que no debe subestimarse.
Ahora sí... un método fiable
El camino para llegar a un escrito más o menos convincente fue crear una conversación base en el modelo 3.5 de GPT y compararlo con una conversación idéntica en la versión 4.0. Las instrucciones primarias fueron las siguientes, divididas en varios prompts y a manera de charla:
‘Escribo ficción. Quiero que trabajemos juntos para que me ayudes en la parte de edición, corrección y creación de cuentos. Me gustaría que en nuestra conversación pienses de manera creativa, crítica, narrativa, innovadora y desafiante. Como sabes, en los trabajos creativos hacemos varias cosas a la vez. Así que, entre tus roles, está pensar como editor, creador de contenido, escritor profesional, creativo, especialista en creatividad e innovación, con acentuación en diseño de mundos ficticios y design fiction, así como diseño de futuros. Toma inspiración, conocimiento y desafíos de todos los géneros: novela, poesía, cuento, ensayo, artículos y, por supuesto, cuentos. Sin embargo, no quiero que uses influencias de otros escritores o escritoras, sino que te bases exclusivamente en los cuentos de mi autoría que te voy a proporcionar. Quiero que te familiarices con mis temas, tópicos, estilo y estructura. Analiza también mis fallos, errores y áreas de oportunidad.’
Con esto no busco mostrar la ingeniería de prompts con lujo de detalle, así que pueden suponer que esto llevó algunos minutos, con más cordialidad en el habla. Vaya, incluso le pedí al chat que se asignara un nombre de persona a sí mismo para poder llamarlo así: convenimos en que Elio le iba bien.
En total, proporcioné alrededor de 35 cuentos de mi autoría (fueron escritos previamente sin estar pensados en ser usados en este ejercicio). Los más breves cupieron sin problema. Dividí en partes los más extensos. Así, generé un esquema para crear contenido de ficción a partir de los siguientes parámetros:
Parámetro X: Yo le doy al chat indicaciones y palabras clave para generar un cuento. Yo defino los aspectos que considere necesarios para el resultado, pero la escritura de la trama queda en manos del algoritmo.
Parámetro Y: Le pido al chat que ‘decida’ por su cuenta aspectos como tema, personajes, estilo, estructura, tono, lenguaje, punto de vista, entre otras cosas puntuales, para que genere una pieza de ficción.
Parámetro Z: Mediante una conversación ‘natural’, se realiza una sesión de peloteo creativo para decidir entre ambos, yo como usuario, y el chat, para proponer, descartar y elegir aspectos cruciales para la generación del cuento.
Una vez con el resultado, también definí dos métodos para la edición:
Método uno: Pedirle al chat, mediante una serie de cuestionamientos, que él mismo encuentre áreas de mejora, puntos críticos, aspectos que no funcionan, que los analice, los edite, modifique y reestructure hasta obtener los resultados esperados.
Método dos: Tomo el primer resultado, edito de forma tradicional, y hago ajustes finales con asistencia del chat.
Los primeros resultados fueron torpes. Pero ya a los tres meses (de junio a agosto de 2023) puedo afirmar que los resultados de esa conversación son más o menos orgánicos, fluidos y atractivos. Lamentablemente, el transcurso del tiempo no mejoró los resultados de ChatGPT con ninguno de los modelos. Mejoraron otro tipo de respuestas, pero no los relacionados con ficción generativa.
A continuación comparto algunos los hallazgos, las frustraciones, las incomodidades, las epifanías, los logros y la preciosa duda de aquel trimestre y que busco confrontar día a día.
Lo haré en tres ejes diferentes y a manera de lista. A diferencia de este artículo en sí, intentaré ser breve:
Eje A: De lo ético y sensible
1.- Autenticidad y la originalidad: ¿Qué significa ser auténtico cuando una inteligencia artificial está reorganizando datos preexistentes? Necesitamos reflexionar sobre la esencia de la creatividad y la singularidad, desafiando las nociones tradicionales de originalidad en la creación artística.
2.- Autoría y la responsabilidad: La creación de contenido generativo plantea un dilema sobre quién es el autor real de una obra. Además, ¿quién asume la responsabilidad por las implicaciones éticas y legales del contenido producido por máquinas?
3.- Ética y sesgos algorítmicos: Las IA’s se basan en datos de entrenamiento que pueden reflejar sesgos inherentes en la sociedad. Esto plantea preocupaciones éticas que ya se ha manifestado en más de un caso. ¿Cómo podemos abordar esta situación y garantizar una representación equitativa y sensible en el arte y la literatura generados por máquinas?
4.- Impacto en la creatividad humana: Cómo afecta la aparición de estos programas a la creatividad humana. ¿Fomentan la innovación al proporcionar herramientas inspiradoras, o podría conducir a la complacencia, donde los creadores humanos se vuelvan dependientes de las máquinas para generar ideas y contenido creativo?
5.- Preservación de la singularidad artística: A medida que las IA’s generan contenido, surge la pregunta de cómo mantener y valorar la singularidad en la creación artística humana en un mundo cada vez más automatizado. ¿Cómo podemos asegurarnos de que las voces individuales y diversas sigan siendo apreciadas y promovidas en un entorno dominado por la generación de contenido por computadoras? Valdría la pena repasar los apuntes de Walter Benjamín.
6.- El papel de la intención y la emoción: ¿Puede una inteligencia artificial comprender y transmitir la intención y la emoción en la creación artística de la misma manera que un ser humano?, ¿qué hay de la intencionalidad que tanto se ha discutido en torno a lo que es el arte y lo que no?
7.- Diversidad y representación cultural: La selección de datos de entrenamiento influye en el contenido generado por IA’s. Esto nos lleva a considerar si es posible o no que los algoritmos consideren y representen adecuadamente las diversas perspectivas culturales y sociales, evitando la homogeneización del contenido generado.
8.- Economía y empleo creativo: La automatización en la creación de contenido plantea preocupaciones sobre el impacto en la economía y el empleo en industrias creativas. ¿Cómo evitamos la exclusión de creadores humanos y garantizamos oportunidades y apoyo para aquellos que desean seguir persiguiendo carreras creativas en un entorno donde las IA juegan un papel cada vez mayor?
9.- Transparencia y explicabilidad: ¿De dónde se toman los elementos que constituyen una pieza de ficción generativa?, ¿puede/quiere una IA’s reconocer sus propias influencias de manera transparente?, ¿cómo logramos que las decisiones de las IA sean sean conguentes con los creadores, y provoquen la confianza con los lectores?
10.- Ética de la propiedad intelectual y derechos de autor: La ficción generativa plantea cuestiones éticas relacionadas con la propiedad intelectual y los derechos de autor. ¿Quién posee los derechos de una obra generada por una IA? ¿Cómo se pueden proteger y reconocer los derechos de los creadores humanos en un entorno donde la autoría es compartida entre humanos y máquinas?
Eje B: De la lógica de producción
1. Falta de originalidad en los planteamientos: La ficción generativa a menudo se basa en datos de entrenamiento que pueden estar influenciados por convenciones literarias establecidas. Como resultado, las historias generadas pueden carecer de ideas originales y únicas, lo que afecta la frescura y la creatividad de la narración. Casi todas las pruebas realizadas en tres meses compartían los mismos problemas.
2. Pobreza en recursos lingüísticos: A pesar de su capacidad para generar texto, las IA’s pueden tener dificultades para emplear una amplia variedad de palabras y expresiones. Esto limita la riqueza del lenguaje utilizado en la narración y puede hacer que el texto parezca monótono o simplista. Metáforas que no funcionan empleadas indiscriminadamente. Estructuras usadas sin aparente razonamiento. Campo semántico limitado cuando se indica que se trata de un cuento o de una pieza de ficción.
3. Uso excesivo de lugares comunes: Las IA pueden recurrir a expresiones y giros lingüísticos comunes y predecibles en sus narraciones. Esto conduce a un contenido poco sorprendente y a menudo aburrido, ya que los lectores pueden anticipar fácilmente lo que sucederá a continuación. Por ejemplo, si se les dice que es un cuento para niños, se genera un bucle donde se arranca siempre como en la literatura clásica y con giros enfocados en un aprendizaje moral.
4. Falta de habilidad en el uso de aspectos retóricos o discursivos: Las IA pueden tener dificultades para emplear aspectos retóricos, como la persuasión, el sarcasmo o el humor, de manera efectiva en su narración. Esto limita su capacidad para crear textos que sean persuasivos, entretenidos o emocionalmente impactantes.
5. Uso repetitivo e inadecuado de estructuras narrativas básicas: Arriba mencioné que esto era un problema general, pero vale la pena ser minuciosos.
5.1. Inicios con “Érase una vez” o “En una tierra lejana”: Las IA a veces comienzan historias con clichés narrativos que carecen de originalidad y no captan la atención del lector.
5.2. Construcciones arquetípicas genéricas del héroe, el villano y el conflicto: La falta de creatividad se manifiesta en la creación de personajes y tramas que siguen patrones genéricos y previsibles.
5.3. Cierres repentinos: Algunas IA tienden a concluir historias de manera abrupta y moralista, lo que puede resultar en finales poco satisfactorios y simplistas. Las tramas no se cierran o los personajes reciben un tratamiento superfluo.
6. Entendimiento general de cuentos como fábulas infantiles: Ya sea con peticiones en inglés o en español, parece que las peticiones relacionados a “cuentos” o sus sinónimos versan en temas infantiles. Sin persistencia para el abordaje de temas complejos o narrativas más adultas y sofisticadas, la herramienta no genera tales entregables. Y aun cuando lo hace, alucina.
7. Alta probabilidad de alucinación en la creación de cuentos: Las peticiones de ficción pueden generar narraciones que carecen de coherencia interna o lógica, lo que resulta en historias confusas o incomprensibles que no siguen una estructura narrativa clara.
8. Mala ejecución de aspectos como ritmo, tono o distancia narrativa: Las IA pueden tener dificultades para mantener un ritmo adecuado en la narración, ajustar el tono apropiadamente para la historia o mantener la consistencia en la distancia narrativa, lo que afecta la calidad general del texto.
9. Construcción de diálogos no orgánicos y con alta tendencia al melodrama: La generación de diálogos que suenan artificiales, forzados o excesivamente emotivos, es muy frecuente, lo que afecta la credibilidad de los personajes y la autenticidad de la narrativa.
10. Lenguaje general muy tecnologizado; se nota que lo hizo una IA: A veces, las IA generan texto que suena como si fuera creado por una máquina, con un lenguaje que es excesivamente técnico, deshumanizado o carente de matices emocionales. Esto puede alejar a los lectores y hacer que el texto parezca poco auténtico.
Eje C: De cuando nos involucramos los medios de comunicación
1. Eficiencia en la generación de contenido: La ficción generativa puede ayudar a los periódicos a generar contenido de manera más eficiente. Esto es especialmente beneficioso para llenar espacios en blanco o crear noticias de menor importancia sin requerir una inversión significativa de recursos humanos. Los periodistas pueden concentrarse en historias más importantes y de mayor relevancia.
2. Amenaza a la credibilidad: Si los lectores descubren que un periódico utiliza en exceso la generación automática de contenido, la credibilidad del medio podría verse comprometida. La percepción de que el contenido es generado por máquinas en lugar de periodistas humanos podría hacer que el periódico se perciba como menos confiable o auténtico, lo que afecta negativamente a su reputación.
3. Personalización de noticias: La capacidad de las IA para analizar las preferencias de los lectores permite la creación de contenido personalizado. Los periódicos pueden ofrecer a los lectores noticias que se ajusten a sus intereses individuales, lo que mejora la experiencia del usuario y aumenta la retención de lectores.
4. Falta de contexto y profundidad: La generación de noticias automatizada podría llevar a la creación de contenido superficial que carece de contexto y profundidad. Esto puede limitar la comprensión de los lectores sobre los temas tratados, ya que no se proporciona información suficiente para una comprensión completa.
5. Diversificación de contenidos: La ficción generativa puede ofrecer una amplia gama de estilos de escritura y enfoques narrativos. Esto no solo diversifica la oferta de contenidos de los periódicos, sino que también les permite atraer a una audiencia más amplia. Los lectores pueden acceder a noticias en diferentes formatos y tonos, lo que aumenta la retención y el compromiso.
6. Pérdida de empleos periodísticos: A medida que la generación de contenido se automatiza, existe el riesgo de pérdida de empleos en la industria periodística. Las IA pueden realizar tareas de redacción y edición que antes requerían personal humano, lo que plantea preocupaciones sobre la seguridad laboral y la calidad del contenido producido.
7. Monetización de contenido: La ficción generativa puede ofrecer nuevas oportunidades de monetización para los periódicos. Al generar contenido de manera más eficiente, los medios pueden reducir los costos de producción, lo que podría aumentar los márgenes de ganancia. Además, la personalización de noticias basada en las preferencias de los lectores podría llevar a estrategias publicitarias más efectivas y orientadas, lo que aumenta los ingresos por publicidad y suscripciones.
8. Sesgo en la generación de noticias: Las IA aprenden de datos, y si estos datos son sesgados, la generación de noticias también puede serlo. Esto podría resultar en la amplificación de sesgos en la redacción y presentación de noticias, lo que afecta la objetividad y la imparcialidad de la información.
9. Reducción de errores humanos: Las IA pueden ayudar a minimizar errores humanos en la redacción y edición de noticias. Esto mejora la precisión y la calidad general de la información publicada, lo que es esencial para la credibilidad del periódico.
10. Desafío en la verificación de información: Las IA pueden generar información sin la capacidad de verificar su veracidad. Esto puede dar lugar a la propagación de noticias falsas y desinformación, lo que socava la confianza del público en los medios de comunicación y aumenta la confusión en la sociedad. Este punto resalta cómo la ficción generativa no solo puede mejorar la eficiencia y la calidad del contenido periodístico, sino que también puede tener un impacto positivo en la sostenibilidad económica de los medios de comunicación.
¿Y ahora qué?
Decir que es un experimento es fundamental. No porque quiera sumergirme en las intranquilas aguas de lo digital e incorpóreo, sino como un recordatorio constante de que esta es una forma modesta, sin duda, de desafiar los límites canónicos del periodismo y la ficción al mismo tiempo.
Por cierto, todas las imágenes que ilustren este producto también fueron generadas mediante inteligencia artificial, en concreto Midjourney.
Dicho todo esto, solo falta una muestra de todo lo mencionado: cuentos escritos e ilustrados con IA.
Y en este caso, tengo dos ejemplos. El primero fue generado sin una temática específica, pero basado al cien por ciento en material de mi autoría, mientras que el segundo se enfocó en el género del terror sin una referencia clara.
Eso sí, en ambos intervine en la edición, ya que los resultados brutos me parecieron inadecuados para publicarlos tal cual.
Ese terrible ardor humano
La tarde está allí, moribunda y deshaciéndose tras el pequeño cerro de La Errante. Empapadas por la lluvia, Luciene Junco y su yegua, La Prieta, regresan después de la fallida negociación para conservar el rancho de su padre. No es la tormenta, la inminente noche ni el viento frío lo que hace que su andar sea pesado y torpe, sino ese ardor indecible e inexplicable en el cuerpo de la hija mayor de don Joaquín, que parece empujarla contra el suelo lodoso a cada paso.
Se pasa las riendas de la mano derecha a la izquierda y piensa en aceptar el trabajo en la estación de tren. Ofrecen 55 pesos al día por contar palomas y llevar un registro diario para controlar la población. 80 pesos si ella misma se encarga durante el mes de que no se reproduzcan hasta convertirse en una plaga. Pero ese pago no le ayudaría en nada.
En medio de sus pensamientos, un trueno retumba en el cielo y asusta a La Prieta. La yegua relincha, elevando sus patas delanteras y jalando con fuerza a su dueña. En un instante, el animal corre desbocado, arrastrando a Luciene detrás de ella. El brazo de la chica queda atrapado en la brida, y se golpea con violencia en cada galope.
Luciene lucha por mantener el control de La Prieta, cuyos cascos se hunden en el barro mientras corren sin rumbo fijo por el paisaje envuelto en oscuridad.
A pesar del caos que la azota con saña, como si el tiempo se paralizara, Luciene alcanza a pensar que nada de esto estaría sucediendo si su hermano Anselmo no se hubiera ido al otro lado, dejándolos solos a ella y a don Joaquín, o si los de Rancho Juecillos no les hubieran engañado con las escrituras, o si ella hubiera tenido el valor de ajusticiarlos, aunque sea a uno solo, dándole un tiro bien merecido en la sonrisa amarilla y asquerosa a cualquiera de los hombres de esa familia. Solo para infundirles miedo. Solo para que no se atrevieran a hacerles más trampas.
Incorporándose con la otra mano, como si ese coraje le hubiera dado fuerza, Luciene alcanza con el brazo derecho las carrileras y se empuja con fuerza hacia la yegua. Le falta el aire, le arden los ojos y, como puede, empieza a silbarle a La Prieta porque sabe que eso la calma.
La mística está allí, como un lenguaje secreto entre ellas, porque el animal baja la velocidad casi al instante. Pero cuando está a punto de detenerse, ambas caen por un desnivel donde la corriente ha aflojado la tierra.
Mientras la más joven de la familia Junco abre los ojos, la tormenta arrecia con furia a su alrededor. Todo es oscuro y caótico. Lo primero que siente es que no puede mover el brazo izquierdo. Después, imagina, por cómo siente su cara, que ha caído sobre piedras de río. Cuando finalmente puede abrir los ojos y ver con más claridad, nota que su yegua está atrapada en un pozo de lodo, con la mayor parte del cuerpo sumergido. La imagen de desesperación es aterradora, y en la serreta, que ahora está rota y raspa la cara del caballo, está incrustada una parte de su brazo.
Tiene el hueso expuesto y la sangre no deja de chorrear. Intenta gritar, pero no puede. Solo siente que un ardor a la vez frío y caliente se extiende por su cuerpo. Como puede, se arrastra hasta donde su compañera solo puede mover los ojos y respirar con brusquedad.
A menos que estén enfermos, los caballos no lloran, piensa Luciene. O quizá es la lluvia. O quizá el dios al que rezó todos los días no existe. Qué más da. Con un movimiento torpe, la mano herida de la chica alcanza en una caricia a La Prieta, que deja salir un sonido exhausto.
La lluvia se detiene de golpe. Las nubes oscuras se dispersan y la luna se asoma. Luciene se hinca en donde el barro comienza a tragarse las piedras. Saca de su funda la Mauser C-96. Don Joaquín se la regaló la Navidad pasada. Se acuerda de Relámpago, el corcel negro que dio fama al rancho de su familia. Del último caldo que le preparó su madre antes de que unos criminales se la llevaran en camionetas de la policía. Maldice a Anselmo. Le pide perdón a su papá. Se arrepiente de no haber conocido el mar.
La Errante está allí, desdichada y tragada por los cerros. Entonces se escucha un disparo.
El misterio de la casa Horowitz
Luego de que Candela quedara casi sin habitantes a raíz de la violencia, las desapariciones forzadas y la pobreza, y comenzara a repoblarse por migrantes europeos y exiliados de guerra, Edgar Horowitz erigió una mansión cerca del monte de La Espiga.
Este antiguo edificio, de arquitectura decadente y aura de misterio, era la última reliquia de una época olvidada. Contrastaba mucho con el resto de las casas y edificios. Los Horowitz eran un linaje ucraniano, quienes habían huido de la devastación de la guerra con Rusia. Y desde que llegaron a la ciudad, como vinieran con ellos, la gente empezó a contar historias en torno a ellos sobre crímenes que no querían reconocer, conocimientos oscuros y prácticas prohibidas que habían importado de tierras lejanas.
La oscuridad siempre parecía cernirse sobre la casa Horowitz. Como si el mismo sol tuviera miedo de golpear sus muros y se quedara a raya unos metros antes. Las ventanas del inmueble permanecían perpetuamente cubiertas de polvo, y los pasillos resonaban con ecos siniestros. Estos rumores los comenzaron los vecinos que se acercaban curiosos y huían espantados sin decir a conciencia lo que habían visto. Aunque como siempre, los miedos y gritos eran callados por opiniones adultas que se reían diciendo que seguro lo habrían imaginado todo. Pero que por si acaso, no se volvieran a acercar a aquel lugar. Y así, poco a poco, como si fuera lo más sensato y natural, se puso un toque de queda en Candela apenas caía la tarde.
Plutarco Ábrego, el viejo maestro que había fundado la secundaria rural 50 años antes, intentó despejar tales nubes de misterio y prejuicios yendo a visitar a los Horowitz. Había escuchado las advertencias de los aldeanos. Que por la noche allí se veían sombras que se alzaban por el cielo aullando horrores. Que era común encontrar animales como gatos, conejos y aves degollados en las cercanías de la casa. Incluso que una noche de tormenta, un rayo cayó de lleno. Muchos recuerdan el incendio. Las llamas. Los animales inquietos. Y aunque nadie acudió a ayudar, al día siguiente la casa seguía de pie, intacta.
Finalmente, una tarde soleada, Plutarco visitó a Edgar, a quien había visto en el pueblo varias veces en la botica de Pedro Zaraño. Llevaba en un refractario un pastel que él mismo había preparado, para romper el hielo.
Dejando atrás las pocas casas que todavía quedaban en Candela, atravesando el páramo rumbo a La Espiga, los rayos de sol parecieron apagarse sin motivo y una niebla súbita lo rodeó. Plutarco no quiso pensar más allá. Un cambio repentino de clima. Nada más. Pero lo cierto es que algo así en Candela, una tierra maltratada por el sol y rodeada de desierto llano, no había ocurrido jamás.
Cuando llegó al pórtico, el maestro jubilado dio un par de golpes sobre la puerta. El eco se asemejó a un trueno. Como si adentro no hubiera muebles, sino pura madera crujiente. Como si en las cercanías no llegara el ruido del exterior. Llamó a Edgar con voz poderosa. Y luego anunció a la familia en general. Pero nadie respondió. “Volveré después. No hay nadie en casa”, pensó. Y antes de que su cuerpo se girara, la puerta se abrió con lento y penetrante rechinido.
Movido por una fuerza que no pudo describir, dio un par de pasos y entró en la mansión, como un intruso en un mundo de pesadilla. Las sombras acechaban en cada rincón. No parecía las cinco de la tarde. Y como si afuera una tormenta se hubiera desatado, el viento comenzó a aullar como una bestia herida, azotando ventanas.
Por más que Plutarco llamó a alguien y preguntó si estaba todo bien, ninguna voz humana le respondió. A trompicones, el viejo se abrió paso entre muebles cubiertos por sábanas, cajas que parecían nunca haber sido abiertas y telarañas llenas de polvo. En un paso descuidado, el maestro tropezó con algo, y el refractario con el pastel cayó al suelo. Plutarco no alcanzó a caer al piso cuando escuchó una risa burlona y vio por el rabillo del ojo que una sombra, o alguien, debía ser un niño por el tamaño, pasó a un lado suyo y azotó una puerta que estaba delante.
Plutarco avanzó hasta ese punto, y aunque al principio forcejeó con el picaporte de la habitación, esta cedió de pronto como si al inicio hubiera algún tipo de seguro que de repente fuera abierto voluntariamente.
Su mirada exploró un estudio en apariencia común. Libros. Papeles. Cuaderno con anotaciones. Pero conforme sus ojos se acostumbraron a la poca luz y el arrebato del pecho se le calmó, advirtió al extraño. Se acercó a un librero. Vio el lomo de un libro, y no pudo entender nada. Ni siquiera eran letras que supiera interpretar. Echó un cercano vistazo a un par de hojas expuestas sobre una mesa, y aunque su cuerpo quiso correr, no pudo hacerlo. En aquellos pliegos, con una extraña tinta roja, estaba dibujado el rostro de Plutarco Ábrego, un dibujo de su cuerpo completo desnudo y algunos apuntes que le resultaron inentendibles. Inexplicablemente, las palabras antiguas, torcidas y malditas, parecían cobrar vida propia, como si se salieran del papel y bailaran en la habitación.
Sus piernas finalmente reaccionaron, y salió corriendo, pero tropezó nuevamente y cayó esta vez por un amplio ducto con olor a petróleo. Inconsciente por unos segundos, Plutarco abrió los ojos y se encontró en un cuarto estrecho, caluroso. Una luz amarilla y titilante lo ayudó a enfocar. Era una lámpara antigua cuya llama alumbró una escena grotesca.
En el centro de la sala, lo que quedaba de Edgar Horowitz estaba sentado en un trono construido con huesos humanos. La piel de Horowitz estaba corroída por el tiempo y las fuerzas oscuras con las que había experimentado. Había conjurado un ser abominable, una criatura que desafiaba toda descripción humana.
La criatura, una amalgama de sombras y podredumbre, se retorcía y goteaba como la cera de una vela derretida frente al cadáver. Sus ojos brillaban con una maldad indescriptible, y su boca era un abismo negro más denso que las penumbras de la casa, que despedía una sensación de hambre y asco. Plutarco sintió su cordura tambalear. Su boca tembló sin hablar, pero se le escapó un aterrado suspiro.
La criatura entonces, comportándose sorprendida, posó sus ojos en el viejo maestro y en un veloz movimiento, se convirtió en un humo y se introdujo en el cuerpo inerte postrado.
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