‘El límite entre ser víctima y alimentar la violencia es difuso’: Natalia López Gallardo, ganadora en la Berlinale

Artes
/ 7 marzo 2023

La cineasta mexicano-boliviana, que ganó el Oso de Plata en la Berlinale con su primer largometraje, presenta en este un paisaje abstracto pero contundente de la realidad de la violencia en México

A su llegada al Festival Internacional de Cine de Berlín, donde ganó el Premio del Jurado, la película “Manto de Gemas”, de la cineasta mexicano-boliviana Natalia López Gallardo, desató un comentario particular que resonó en la realizadora.

En extranjero les costaba mucho entender que “un criminal de pronto pueda cosechar limones y ser un buen padre de familia”, dijo en entrevista con VANGUARDIA, en el marco del estreno de su primer largometraje en salas de cine del país este próximo 9 de marzo.

“Creo que cuando te alejas del código, cuando no tienes una voluntad de transmitir información en cada imagen y solo tratar de mostrar y ligar a través de ideas, siento que sucede un fenómeno muy particular y se revela una dimensión de la realidad que es de fácil identificación, es fácil poder interpretar eso o compartir”, expresó.

La trama es sencilla de explicar, pero no es eso lo que ha llamado la atención. Si bien muestra a tres mujeres de distintas clases sociales en su relación con la violencia del narco en México –Isabel, una madre de dos en proceso de divorcio que llega al campo; María, su ayudante, que busca a su hermana desaparecida y a la vez cuida a personas secuestradas y Roberta, una agente de policía cuyo hijo se está involucrando con el crimen organizado–, los límites de lo bueno y lo malo son puestos a prueba.

“Sabía desde el inicio, no le tuve miedo a acercarme a ese tema porque no era una película sobre la violencia, sobre el narco, sobre los desaparecidos, era sobre algo abstracto que percibí a mi alrededor en los últimos quince años que vivo en el campo, en Morelos”, explicó.

Sin embargo, es lo que ella llama “la forma”, lo que ha generado el grueso de los comentarios alrededor de la obra. “Manto de gemas” maneja de maneras que algunos han llamado crípticas y otros abstracta, su puesta de la acción. El lenguaje de López Gallardo parte de lo audiovisual para mostrar sus temas e intenciones y el guión, la palabra, solo llega como complemento.

“En el proceso me di cuenta que el límite era difuso entre ser víctima y al mismo tiempo alimentar la violencia sin hacer nada, haciendo nada al respecto por cambiar la situación. Eso es lo que me atrajo del tema, quería construir algo de una dimensión psicológica y por eso me basé con tanta confianza en las herramientas del lenguaje. Creo que es una película que está sostenida mucho en su forma y creo que era un tema muy abstracto para tratar de aterrizar”, señaló.

“El lenguaje, la construcción de atmósferas, la confianza en el sonido y en el resto de las herramientas hizo que pudiera construirse algo que fuera más que una experiencia que contar una historia”, agregó.

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Por eso destaca que, además de la conversación sobre las “capas de la realidad” en México, ha disfrutado mucho el diálogo que ha surgido alrededor de su propuesta audiovisual.

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“Me encanta volver a hablar sobre el lenguaje cinematográfico, no hablar siempre del tema o de los personajes o de la historia, siento que la fuerza intrínseca más potente del cine es la forma, no es un envoltorio, es cómo se transmite la visión, es una gramática y una sintaxis que construye ideas, más que el diálogo, más que los personajes, porque forman la constelación total de la película. Hubo muchas discusiones formales que me alegró mucho que existieran”, compartió.

Esta decisión no es gratuita, es de resistencia por su parte ante el bombardeo de imágenes inmediatas, constantes y muchas veces superficiales a las que estamos sujetos en el día a día.

“No nos obligan a abrir el Instagram y el Twitter cuando nos despertamos, lo hacemos porque hay un proceso adictivo, y todas esas manifestaciones para llegar a comunicarse con absoluta concreción y directividad, son imágenes estandarizadas, hay un mínimo común denominador, para que todo se digiera de manera directa, porque son procesos muy cortos de atención. Entonces es una gracia para mí que una película que no tiene esas características, que no parece tenerlas, en una época en la que el cine ocupa un espacio sumamente minoritario, donde se manifiesta lo audiovisual, esté presente y pueda llegar a muchas personas. Es una bendición”, concluyó.

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