Elvira Liceaga presenta en ‘Las Vigilantes’ un relato de sororidad y cuestionamientos
En la novela, que narra el encuentro de tres mujeres, una escritora, su madre y una joven que dará su bebé en adopción, ‘es tan importante lo que no se dice como lo que sí se dice’
Julia, una escritora que vuelve a México para hallarse con su pasado, se reencuentra con su madre Catalina, esta la llevará a conocer a Sylvia, una joven embarazada que dará en adopción a su bebé una vez nazca. De la interacción de las tres surgirá la sororidad pero también un cuestionamiento a los límites que hay en la relación con los otros.
Esto es “Las Vigilantes” (Lumen, 2023), novela que Elvira Liceaga descubrió como parte de un proceso personal. En entrevista con VANGUARDIA la autora relató que el libro inició como un relato fragmentario de experiencias propias, pero poco a poco se fueron delineando las tres protagonistas y el texto pasó a tener un objetivo diferente.
“Empecé a escucharlas y a darme cuenta que tenía que crear un aparato narrativo para que la historia viviera por sí misma y entonces pudiera existir en el lenguaje pero también cuestionar el lenguaje mismo, porque la narradora es escritora, y una de las cosas que se van evidenciando es que el lenguaje es insuficiente no solo como herramienta emancipatoria, sino para describir todos nuestros procesos”, explicó.
@El_Pendulo presenta la charla con Elvira Liceaga sobre su libro “Las vigilantes” pic.twitter.com/iF1U74Q6Ss
— Gabi Hernández R (@GabiHernn10) April 27, 2023
“De esa primera escritura sobrevivieron sobre todo las vocaciones de la novela, la sutileza, la brevedad, los silencios, los blancos en la página, lo fragmentario, el misterio, las preguntas, y un ánimo muy firme de narrar a través de lo anecdótico, lejos, muy lejos, de las teorías, de los discursos, de las respuestas, de la certidumbre”, agregó.
El encuentro más significativo de la novela es el de Julia con Sylvia, quien llega a la casa de acogida para mujeres violentadas donde Catalina es voluntaria. La protagonista, en medio de una crisis creativa, decide ayudar a la joven a escribir una carta a su bebé, en la que pueda explicarle por qué lo dará en adopción.
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“La relación entre esas mujeres es de mucha intimidad, de mucha cotidianidad, de mucho diálogo, pero entre esas mujeres también hay muchas cosas que se piensan y no se dicen, entonces yo quería explorar no solo la intimidad entre mujeres y las relaciones entre mujeres, sino también cómo a veces se cruzan algunos límites y lo que yo creo que es bueno para una no es lo que la otra necesita y cómo tenemos, a punta de práctica, aprender a escucharnos, no sólo las palabras, sino también sus cuerpos, eso que no es atravesado por el lenguaje”, compartió.
El libro ha recibido buenos comentarios por esta relación de apoyo que muestra, la sororidad y comunidad que se ven reflejados en él, pero su autora asegura que incluso esto se encuentra sujeto a un escrutinio, pues los límites en la interacción humana son muchos y diversos.
“Nada en el libro es una respuesta fija, también el apapacho lo cuestiona, cómo debe ser ese apapacho, cuándo estamos apapachando y no nos estamos dando cuenta que estamos imponiendo perspectivas en las otras personas, entonces también cuestiona eso y se propone hacer una apuesta por la pregunta, en general”, explicó.
“Es una novela con mucha ternura, con mucho enojo, con mucha hermandad, con mucha complejidad, es una novela que cuestiona muchas estructuras sociales pero que nunca se despega de sus personajas”, concluyó.