‘Tsunami’: El perdón y el olvido entre las aguas
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La más reciente producción de Camaleón Teatro presenta reflexiones sobre la vida familiar y la sociedad en general, con una producción y actuaciones pulcras
Dicen, a manera de consuelo, que todo se lo lleva el agua, que no importa la magnitud, al final cualquier cosa fluye con lo demás. Y es cierto, pero ese flujo no es perpetuo, tiene un destino, a veces vuelve, a veces se estanca, pero siempre llega a un lugar, y así como los problemas, no llega solo.
El agua está por todas partes en “Tsunami”, la más reciente producción de la compañía de teatro Camaleón, que con esta puesta en escena cierra la “Trilogía de la catástrofe”, escrita por Claudia Edith Álvarez, quien dirige este montaje, el cual se estrenó el pasado 23 de abril en el Centro Cultural La Besana.
La obra muestra a tres hermanos a la mesa, en una cena familiar organizada por Regina, la del medio, como una forma de mantener el contacto con Renata, su hermana mayor, y Darío, el menor, en medio del trajín de la vida adulta, así como de —revelan pronto— hacerle frente a un trágico episodio que los marcó.
Visualmente —con escenografía e iluminación diseñados por Claudia Aragón— la propuesta utiliza el agua como elemento simbólico y de utilería. Como si aún fueran niños jugando a la comidita, los alimentos no son más que recipientes de vidrio llenos de agua; plato fuerte, postre, ensalada, todo lo consumen cual si fueran filetes, pudines, lechuga y nueces.
En medio, una piscina cuyo simbolismo es más relevante. Darío es quien más interactúa con ella y remite en distintos momentos a cosas como el perdón, el olvido, el fluir. Aunado a esto, dos cabinas de madera sirven como pedestales para que los personajes compartan con el público su pensamientos e historia.
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El ritmo del montaje también asemeja un oleaje. A lo largo de la obra hay subidas y bajadas; momentos en los que la energía se acumula y explota, seguidos de otros instantes de serenidad y reflexión. Sí tiene un clímax, un momento cumbre que se anuncia casi desde el inicio, pero entre tantos vaivenes su potencia puede llegar a fundirse con el resto de las escenas.
Las actuaciones son el fuerte de la puesta. Andrea Galindo, como Renata, Rebeca Campos como Regina y Armando Tenorio en el papel de Darío, sostienen la trama y entregan a unos personajes bien definidos, cuyas personalidades y deseos parecen haber sido determinados por su orden de nacimiento, así como la dinámica familiar impuesta por unos padres dispuestos a salvar al mundo a costa de sus hijos, y que a su vez resultan en las contrastantes elecciones que realizan al final.
Cada uno lidia con sus inseguridades, provocadas por el rol que les tocó; la responsabilidad de ser la mayor, la insatisfacción de estar en medio o la sensación de incomprensión del más pequeño. Porque incluso como adultos, estas relaciones aún afectan su modo de actuar y de enfrentarse a la catástrofe que cambió para siempre a su familia.
Este hecho crucial, el plot-twist, es guardado con celo por sus protagonistas, al grado de que incluso cuando se le nombra directamente por primera vez, persiste la duda de si es tal. Y aunque en sí remite a algunos clichés de la cultura pop, justifica las acciones de todos, así como las reflexiones filosóficas y éticas que plantea la obra, mismas que quedan a juicio del espectador.
“Tsunami” está por terminar su primera temporada. Las últimas dos funciones serán el 7 y 8 de mayo, a las 20:00 horas en el Centro Cultural La Besana. Los boletos están en 200 pesos en taquilla o se pueden reservar al 844 448 5863.