Caso FIDECINE: Más de fondo que de fondos
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El pasado jueves 21 de mayo “los tres amigos”, Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, volvieron a aparecer en la escena nacional por el rescate del cine mexicano.
Esto porque debido a que la diputada del partido Morena, Dolores Padierna, hizo la propuesta de desaparecer entre otros fondos importantes creados por gobiernos anteriores como los de Prevención de Desastres Naturales (FONDEN) el de FIDECINE (Fondo de Inversión de Estímulos al Cine), fondo creado en 1998 para apoyar económicamente a una industria fílmica nacional casi extinta en los años 90 a raíz de la implementación del Tratado de Libre Comercio de América Latina en el que se desprotegía prácticamente a las industrias culturales del país (entre ellas, una vez más, la del cine) para retirar casi en su totalidad los apoyos para producción de películas así como ceder salas, tiempos de pantalla y una gran rebanada del pastel a la industria audiovisual hollywoodense.
Ante este temerario anuncio, el gremio cinematográfico nacional en su conjunto de inmediato rechazó la propuesta en redes sociales; hizo presión para rebatirla por completo y en cuestión de horas ya estaban sentados en una reunión a distancia políticos y creadores entre los que se encontraban los mencionados cineastas, para al final del mismo día llegar al acuerdo público de que dicha propuesta no solo se iba a echar para atrás, sino que inclusive se iban a buscar mayores instancias para el incremento de dicho fondo.
¿Final feliz? No precisamente. Y es que como mencionamos al inicio de este comentario, irónicamente FIDECINE se gestó durante el último gobierno priista del siglo XX como otro instrumento de control paternalista del gobierno en cuestión para los creadores cinematográficos; con fondos que no en su totalidad cubrían la producción de un largometraje (cuando menos el 50 por ciento debía de ser cubierto por un agente externo, por lo general un capital privado, teniendo además muchos candados para su luz verde de por medio) y por lo mismo, más que pelear por no perder un fondo con tantas telarañas como este, debería mejor crearse uno nuevo donde en un ejercicio de transparencia fuera motor para una verdadera transformación de la industria fílmica nacional.
Queda lo anterior de tarea ya que ni Iñárritu, ni Cuarón ni Del Toro le deben ningún apoyo al FIDECINE que defendieron con tanta vehemencia el mismo jueves por ponerse la camiseta de sus colegas y compatriotas por esta causa: la ópera prima del primero, “Amores perros”, se conformó casi en su totalidad por inversión privada; el segundo largometraje de Cuarón, “Y tu mamá también”, se materializó gracias a la inversión casi única de un productor privado que fue el desaparecido empresario tapatío Jorge Vergara y “Cronos”, la única película que Del Toro ha filmado en México, la levantó casi por completo de su bolsillo quedando debiendo al finalizarla totalmente con una deuda de casi medio millón de dólares que prácticamente lo obligó a dar seguimiento a su filmografía escribiendo guiones.