Cultura y Pop: Tyson Z

Show
/ 19 noviembre 2024

Quién lo iba a decir. Tyson perdió en el ring. Pero le ganó por noqueada al bueno de Paul en su propio juego, el que realmente le interesaba

Tengo edad para recordar el revuelo que causó Mike Tyson a finales de los años ochenta del siglo pasado; de pronto, incluso gente a la que no le interesaba el boxeo deseaba ver sus peleas. Con Tyson no se trataba de si iba a ganar, sino de cuánto iba a durarle su rival: ¿lo noquearía en el primer o en el segundo round?

Tyson siempre fue una de esas historias americanas diseñadas para Hollywood. Su madre fue probablemente prostituta, su papá lo abandonó, y su primera figura paterna fue un padrote. A los trece años de edad ya había sido arrestado treinta y ocho veces. Pero un entrenador lo descubrió y no sólo lo pulió, sino que lo adoptó, y en palabras de Tyson, le salvó la vida.

En 1988, tras sólo tres años como profesional, Tyson era el campeón mundial unificado e indisputable de peso pesado. Pero las primeras señales de su inminente caída comenzaban a asomar. Para entonces su entrenador había fallecido y a Tyson lo rodeaban buitres. Pronto sería acusado de violación y pasaría tres años en la cárcel. Perdería el invicto ante un desconocido. Volvería a ser campeón, pero no sólo perdería su corona de nuevo, sino hasta su licencia de boxeador tras arrancarle la oreja a su rival de un mordisco. A finales de los noventa se le consideraría violento y agresivo. Un apestado. Y se declararía en bancarrota.

Poco a poco, Tyson limpió su imagen. Hizo pequeños papeles en películas. Publicó su autobiografía. Hizo peleas de exhibición. Cuando hablaba en público, aparecía comedido, afable, y reflexivo.

Pero antes del volver al presente, subámonos a una máquina del tiempo y viajemos a 1988 para decirle que le esperan unos años duros: “Pero no desesperes, Mike. En el 2024, a los 58 años, pelearás contra Jake Paul, un YouTuber de 27. La pelea se transmitirá en Netflix y en los días previos serás entrevistado por una influencer de 14 años, que publicará fragmentos de la entrevista en Instagram. La pelea atraerá la atención a un deporte que habrá perdido la atención de los jóvenes en favor del Ultimate Fighting Championship (UFC), donde hombres y mujeres pelean dentro de jaulas, y podcasters famosos comentan las patadas y los codazos. La gente comentará tu pelea con sus amigos via Whatsapp, pero en Reddit los usuarios no estarán demasiados entusiasmados con tus posibilidades de ganar.”

Say what?

Jake Paul, el influencer que venció a Tyson el viernes pasado, no sólo es un producto de la Generación Z, sino que vive su vértigo. ¿Cómo seguir siendo, no precisamente relevante, porque rara vez los influencers son relevantes, sino popular?

Paul, que comenzó haciendo bromas y disparates, se reinventó como un boxeador “profesional.” Su pelea contra Tyson fue obviamente un vehículo para promocionarse y ganar dinero.

¿Qué ganó Tyson?

Ya mencioné que antes de la pelea habló con una influencer. La chica estaba vestida de diseñador, llevaba unas gafas de sol exageradas, y tenía ese exceso de energía influencer que raya en lo maniaco. Todavía muy joven para tener poso, hablaba en clichés.

Hasta aquí, las expectativas se cumplían.

Tyson, sin embargo, se mostró muy tranquilo; ni rastro de aquel boxeador que una vez amenazó a su rival, “¡Te arrancaré el corazón! ¡Me comeré a tus hijos!” Esta vez dijo —sin sarcasmo— que Paul era divertido. Su tono parecía el de un abuelo cool que ha visto muchas cosas, levanta pesas, e idolatra a Buda. En un momento dado, la chica le preguntó: “Después de todo lo dicho y hecho, ¿cuál crees que será tu legado?” La respuesta de Tyson estuvo a punto de causar la interrupción del continuo espacio-tiempo:

”No lo sé. No creo en la palabra ‘legado’. Creo que es otra palabra para el ego. Legado no significa nada. Alguien dijo esa palabra y todo el mundo se aferró a ella, así que ahora se usa cada cinco segundos. No significa absolutamente nada para mí. Sólo estoy de paso. Voy a morir y se acabará. ¿A quién le importa un legado después de eso? Cuánto ego: ‘Voy a morir. Quiero que la gente piense que soy esto.’ No. No somos nada. Sólo estamos muertos. Somos polvo. No somos absolutamente nada. Nuestro legado no es nada.”

Semejante punch dejó groggy a la influencer: “Bueno, muchas gracias por compartirlo.” Pero entonces Tyson lanzó un hook con su derecha: “¡Qué bien te ves!” probablemente esperando que le devolviera el piropo. Y en efecto, la chica le dijo, “¡Tu también!” Entonces Tyson lanzó el uppercut que traía preparado: “¡Gracias! Esta es mi línea de ropa. Se llama [inserte aquí la marca de ropa de Tyson].”

Además de los 20 millones de dólares que recibió por la pelea, los días anteriores —según reportó USA Today— Tyson firmó acuerdos para promocionar desde bebidas energéticas hasta terapia de reemplazo de testosterona, pasando por kits para cultivar hongos psicodélicos en casa, productos de cannabis, una línea de ropa, saunas, y una aplicación de servicios financieros.

Quién lo iba a decir. Tyson perdió en el ring. Pero le ganó por noqueada al bueno de Paul en su propio juego, el que realmente le interesaba.

COMENTARIOS

Selección de los editores