‘Poderoso Victoria’: Pone en marcha la máquina de los sueños

Un poblado al norte del país es amenazado con desaparecer luego de que el tren ya no pasará por ahí. Esa es la primicia de esta película entrañable y luminosa que muestra a un México que no se rinde. El elenco no podría ser mejor y Gerardo Oñate, el protagonista de la cinta, habló en exclusiva para Vanguardia

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/ 30 noviembre 2022
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¿Cuál es el destino que le espera a una pequeña localidad, enclavada en el desierto, luego de que se anuncia que el tren ya no pasará por ahí? En el México de mediados del siglo XX, lo natural sería convertirse en un pueblo fantasma. Sin embargo, sus habitantes no opinan lo mismo y se aferrarán a su terruño, al lugar donde aprendieron a hacer comunidad, al espacio que los vio nacer y además donde enterraron el ombligo. Y es que nunca la frase de Zapata tuvo tanta resonancia en la pantalla grande: La tierra es de quien la trabaja y también de quienes sueñan encima de ella. “El Poderoso Victoria” es un homenaje al México rural y también a esa capacidad de resiliencia de quienes habitan pequeños lugares donde han escrito su historia y donde les late fuerte el corazón.

Los habitantes de este lugar no se quedarán con los brazos cruzados viendo como todo desaparece. La inventiva, las ganas de salir adelante, la solidaridad y el hacer que las cosas funcionen, vaya, la famosa ‘mexicanada’, harán que entre todos se sumen a una empresa que parece imposible: Construir su propia locomotora y con ello hacer que la vida de ese mágico lugar siga marchando, aventando humo, la máquina siga pitando y trayendo consigo una mejor vida para todos.

De eso se trata este filme que ya está en cartelera en toda la república mexicana: De amar lo nuestro, de abrazar nuestras historias. “Poderoso Victoria” llega orgullosa surcando la tierra, como un tren que avanza a paso firme, abriéndose camino, dejando una estela de humo, recomendada por el boca en boca y tomando vuelo para no dejarse rebasar por la cantidad de cine extranjero que han tomado por asalto nuestras pantallas.

Y es que esta película tiene todos los ingredientes que hacen que un filme sea entrañable: Una buena historia, personajes redondos, el pase directo a una época que nuestros antepasados añoran, un diseño de producción impecable, un llamado a luchar por tus sueños y un fiel retrato de lo que este país tiene de sobra: Gente que jamás se da por vencida y sabe tender puentes para caminarlos juntos, para construir un mundo mejor.

El director y guionista Raúl Ramón nos entrega su ópera prima y lo hace, como la historia de su película, levantando desde cero una empresa que parecía imposible, un filme de época que hoy es una realidad y además cuenta con un elenco insuperable: Gerardo Oñate, Damián Alcázar, Edgar Vivar, Luis Felipe Tovar, Roberto Sosa, Said Sandoval, Joaquín Cosío, José Sefami, Daniel Martínez, Adal Ramones, Lorena de la Torre y Alonso Echánove, un ejército de actores que pusieron su talento al servicio de un cine que hace falta en la pantalla grande, ese que te aceita el corazón y te deja con la sensación de que los sueños, por más guajiros que sean, se pueden alcanzar si hay voluntad, lucha y unión. Vanguardia habló en exclusiva con Gerardo Oñate y confirmamos lo que ya intuíamos, está feliz con el resultado y de haber formado parte de una película que le llevó a su director casi diez años de picar piedra para levantarla, ponerle ruedas y echarla a rodar. La cinta ya tuvo su estreno en los prestigiosos festivales de Guadalajara y Morelia y la ovación que se llevó habla de que su director hizo bien en luchar por ella y además, llamar al pueblo de la cinta, La Esperanza.

Gerardo, este filme tiene una gran historia que recae sobre tu personaje. ¿Cómo te sientes de formar parte de una película que le apuesta a la unión y la solidaridad?

“Estoy muy orgulloso de mi personaje que se llama Durán, pero además fue un gran compromiso, porque esta película está conformada por grandes actores del cine nacional. Cuando la gente vio el póster oficial en el Festival de Cine de Guadalajara hubo gente que nos comparaba con los ‘Avengers’, porque además nuestro cartel tenía las caras de todos y era muy parecido al de ellos. Y yo dije, no nos hacemos chicos, podemos ser lo que el público quiera. Pero mira, en ese sentido, este filme retrata también la vida de un grupo de héroes, pero héroes anónimos, seres inspiradores que habitan un pueblo llamado ‘La Esperanza’. Se trata de un filme de época que está ambientado en 1936 y lo que sucede en este pueblo ficticio está inspirado en hechos reales”.

¿Cuál fue el reto de hacer un filme de época y contar una historia de empoderamiento que además requería de grandes desafíos técnicos?

“Es curioso, porque mientras la historia de la película muestra a un grupo de soñadores que se lanzan en una misión que parecía imposible, fuera de ella, el director y todo el equipo estábamos haciendo lo mismo al filmar una película que tardó diez años en levantarse y ver la luz. La historia es entrañable: Sucede que el poblado ‘La Esperanza’ se ve amenazado con caer en el olvido porque, como a los pueblos mineros les sucedía, de pronto se quedaban sin sus minerales, luego les retiraban las vías del tren y terminaban convertidos en pueblos fantasmas. Pero acá hay un giro porque la gente no se va del lugar, se niegan a abandonar su terruño y encuentran la forma de conservar las vías del tren. Pero para lograr que no retiren las vías, tendrán que contar con un tren a vapor, una máquina, una locomotora y eso es muy complicado porque la única forma es comprarla o construirla. Hacer esto último, en ese entonces, sería como construir ahorita un transbordador espacial. ¿Y qué crees? El pueblo decide apostarle a esta complicada misión y básicamente ‘El Poderoso Victoria’ trata de eso. Mi personaje Durán es el protagonista de la historia, pero esta película no trata tanto sobre lo que le pasa a él, sino lo que le sucede al pueblo que es visto a través de su mirada”.

Además, tu personaje está acompañado de un gran elenco, ¿Cómo fue trabajar con los ‘pesos pesados’ del cine nacional?

“Fue algo muy especial, es algo que agradezco profundamente, lo considero como un absoluto honor y un privilegio haberme ido enterando que al proyecto se sumaban nombres como los de Damián Alcazar, Joaquín Cosío, Roberto Sosa, Luis Felipe Tovar y Edgar Vivar. No los nombro a todos porque seguro se me escapa alguno, pero todos son actores que ya tienen un nombre y cuando supe que iba a trabajar con ellos, la verdad, y perdón por la palabra, pero me cagué. La historia me encantó y yo ya estaba puesto, pero cuando me dicen con quién iba a compartir pantalla, estaba muy asustado y eso me llevó a comprometerme mucho más. Pero fue un privilegio porque pude aprender de primera mano lo que ellos hacen y el por qué son tan grandes, por qué son lo que son en la industria del cine y la televisión. Mi conclusión fue que, además de su enorme talento, es porque son extraordinarios seres humanos. Todos fueron muy generosos con su trabajo, si no llegabas a tu marca te jalaban, si te pasabas te empujaban, si se te olvidaba la línea te ayudaban. Yo creo que ellos son actores legendarios, porque son grandes compañeros, eso es lo que los ha llevado a dónde están y eso se ve en la pantalla, abona a esta historia. Para mi fue un ‘master class’ gratuito de ocho semanas”.

¿Entonces el compañerismo del que se habla en la película, se trasladó al set de filmación?

“Así es, porque el cine es colaborativo y los actores somos un engranaje más de esa gran máquina que es hacer películas. Sin falsa modestia, yo creo que somos tan importantes como el que carga los cables, como el que trae las aguas, como el chavito que está haciendo sus prácticas y se pone ahí con la sombrilla para que no te insoles. Durante la filmación todos tenían esa actitud de colaborar y lo vi con Roberto Sosa, Demián Alcázar y Joaquín Cosío. Todos estaban en la mejor disposición y es curioso porque la película trata de eso, de hacer bola para conseguir algo, de ser inventivos, de ir en busca de tus sueños, lo dice la propia sinopsis de la película: ‘Esto es un homenaje al ingenio mexicano’. Esta cinta es el mejor ejemplo de eso, imagínate que el director trató de levantarla a lo largo de 10 años y pudo sacarla adelante. Es un filme grande que, aunque tuvo apoyo estatal, no tuvo apoyo federal, entonces sigue siendo, de cierta manera, una película independiente. Además, tiene valores de producción enormes y fue filmada en un lugar increíble en Durango. Es por eso que existen paralelismos en lo que sucede con esta misión imposible o improbable de la trama, que es construir un tren y afuera estábamos haciendo lo mismo al construir esa otra misión imposible que es sacar adelante una película de esta magnitud. Los realizadores se enfrentan a algo que dice Guillermo del Toro que es el estado natural de las películas: Que no se filmen. Entonces cómo haces para sobrepasar esos obstáculos, eso es lo que cuenta la historia de la película y lo vivimos adentro y afuera de la filmación”.

Ahora que la pudiste ver en la pantalla grande en el Festival de Guadalajara y en el de Morelia, ¿Cómo te sentiste, qué sensación te dejó?

“No quiero que suene a cebollazo, pero tengo que decir que la película quedó increíble y a la gente que ha ido a verla, le encanta. El mensaje general de los espectadores, siempre es muy similar, nos dicen mucho: ‘Me encantaría traer a mi tío, a mi abuelita, me encantaría venir con mis hijos, con mis amigos, que la gente que yo quiero, venga a verla’. Y esa sensación de que a la gente le gusta lo suficiente para quererla compartir con los suyos, para nosotros es el mejor premio que existe. Es decir, esta chido hacer cine para la crítica, pero luego son películas que llegan a las salas de cine y les gustan a muy pocos, están hechas más para los festivales y en ese sentido, creo que lo que tiene esta película, es que está destinada para una audiencia amplia, está destinada para verse y escucharse en cine. Yo puedo asegurar que la gente tendrá una experiencia muy bonita, pero sobre todo refrescante porque no verán la típica violencia del cine mexicano, no van a ver condiciones sociales de división, ni clasismo o racismo. Tampoco peca en retratar solo a las clases sociales altas, ni tampoco cae en la famosa porno miseria o el cliché en que se han convertido las comedias románticas. Creo que es una película que cuenta una aventura de época en donde la gente se tiene que unir para ver cómo le hace, de ponerse las pilas y decir ‘a ver, ¿Cómo que no se puede?’ y hacer que las cosas sucedan”.

¿Qué tan difícil es hacer una película de época y que no quede en el intento?

“Es un esfuerzo doble o triple de una película ambientada en la actualidad. Por ponerte un ejemplo que ustedes los norteños van a entender muy bien porque el acento del norte es muy diverso. Decía Raúl, el director, ‘hay que ser muy cuidadosos con todo’ y aquí entró a escena un historiador que se llama Alejandro Amado, quien es un especialista en esas épocas y además sabe mucho de trenes, de pueblos mineros y fue quien nos asesoró. Con él se llegó a la conclusión de que, en esa época, el acento del norte todavía no era tan recio, tan golpeado. Lo que él decía es que esto sucedía porque había una composición social muy interesante en los pueblos mineros, había chinos, ingleses, alemanes, italianos, españoles. El norte no estaba tan poblado y no hubo el mestizaje como se dio en el sur, incluso yo le pregunté: ‘oye no estoy muy güero’ y me dijo no, para nada. El norte se repobló mucho a partir de las fiebres minerales, del oro, de la plata, del cobre. Entonces era bien interesante el trabajo que hicimos junto con Alejandro, que fue estudiar muy bien cuál hubiera sido la dinámica si mi personaje nace en 1910 y quiere ser maquinista y su papá también lo fue. Discutimos todo: Cuál hubiera sido su dinámica de trabajo, cómo era su relación con su chava, cómo sería su relación con las personas del pueblo, porque mi personaje quiere ser maquinista, que en ese tiempo era como querer ser astronauta”.

es algo que agradezco profundamente, lo considero como un absoluto honor y un privilegio haberme ido enterando que al proyecto se sumaban nombres como los de Damián Alcázar, Joaquín Cosío, Roberto Sosa, Luis Felipe Tovar y Edgar Vivar”.

Digamos que tu personaje es quién tiene la tarea de poner en marcha los sueños de una comunidad completa.

“Mi personaje está estudiando para ser maquinista, entonces antes de qué le decomisen las vías del tren, él funge como aprendiz con su padrino que es Joaquín Cosío, quien le está enseñando el oficio. En ese momento el tren era todo, una máquina del tamaño de un tren de vapor era como un dragón. Y era todo un reto la forma en la que se activa, se prende, se opera esta gran criatura de metal. Entonces es una experiencia bien interesante empezar a subirse y luego manejarla, por eso decía que en ese entonces los maquinistas de cierta manera eran como astronautas, ser maquinista era algo casi imposible para la gente común. Mi personaje en ese sentido tiene un llamado muy particular y una posición particular en el pueblo, aunque no sea el mero mero, es el aprendiz y luego veremos en qué más se convierte, porque no quiero quemar la historia con los lectores”.

¿Cómo fue la experiencia de presentar la película en el Festival de Morelia, que es, además, el lugar donde creciste?

“Yo llegué a Morelia a hacer mi último año de kínder y me quedé hasta la universidad. No sé si me lo crean, pero fue gracias a presenciar el festival de cine que yo me decidí a convertirme en actor a los 30 años. Yo era mercadólogo digital y estuve en la Secretaría de Cultura, trabajé en el festival de cine, pero haciendo otra cosa. Cuando decidí dedicarme a la actuación, participamos en el festival en la Selección Michoacana y la ganamos. Ahí fue cuando dije, esto podría ser algo serio para mí, porque no me gustaba la vida de oficina y gracias al festival decidí dedicarme de lleno a la actuación. Entonces, para mí fue muy lindo regresar a casa y además hacerlo por partida doble, con el cortometraje ‘Los Hijos de Dios’ y con El Poderoso Victoria’. Con la película no entramos a la competencia, pero se trató de mostrar mi trabajo a mi comunidad, de probarles que sí se puede ir en busca de tus sueños y darle una esperanza a los que quieren cambiar su rumbo, a los que quieren hacer lo que les apasiona, decirles que vale la pena, aunque tengan que empezar de cero. Me gustó mucho regresar a casa, aunque me dieron muchos nervios y me tenía muy asustado. Pero me siento muy agradecido con el festival por muchas razones, sobre todo por haberme permitido soñar con hacer cine y ahora tener en las manos esta película que creo que a mucha gente le va a gustar, le va a cambiar la vida”.

$!“Fue un gran compromiso, porque esta película está conformada por grandes actores del cine nacional”, expresó Oñate

Gerardo Oñate

Actor mexicano con formación en Lucid Body (Partner Connetion, Immersion y Rasas) en Casa Spanda. Emboding The Character Through Animal Studies & Images de Alexander Techworks, así como diversos talleres en Casazul. Gerardo cuenta con ya con protagónicos en cine, “Poderoso Victoria” del director Raúl Ramón, y “La Laguna Rosa” de los directores Francisco Gallo y Juan Arce.

También ha participado en varios cortometrajes como: “Los Hijos de Dios” de Sebastían Torres Greene, “Tekenchu” de Carlos Matienzo Serment, debido a las más de 80 selecciones de este corto, se está trabajando en su versión como largometraje, donde Gerardo es coescritor. “Boulangerie de Barrio” y “Destino Cero” de Roberto Chávez, “Noche de Viernes” de Ulises Fuerte, “Cucarachas” de Manfred López Grem, y “Donde Nunca Morirás” de Héctor Estrada García, ganador del Festival Internacional de Cine de Morelia de 2015 en la Sección Michoacana y Sección de Cortometraje en Línea.

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