Tecnología y niños: Sobre aviso no hay engaño

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/ 10 octubre 2016

Estos son los seis consejos que debes contarle a tu hijo antes de comprarle un celular

Expertos en educación ven vital educar a nuestros hijos para controlar su identidad digital, el contenido al que acceden y que no sean presa de acosos o fraudes

MADRID.- El teléfono móvil para un adolescente, es algo así como tener todo su mundo en el bolsillo. Pero, ¿son capaces de controlar, sin pautas, todo ese mundo digital? Los beneficios del móvil son muchos, siempre y cuando se haga una buena gestión de los riesgos. Así lo exponen Antonio J. Colom, catedrático de Teoría de la Educación en la Universidad de las Islas Baleares y Lluís Ballester, profesor de Métodos de Investigación Educativa en la misma universidad, en su libro ‘El Mundo en el Bolsillo: Pautas prácticas para educar en el buen uso del móvil’ (Sello Editorial).

“Toda moneda tiene su reverso, como casi todas las cosas de la vida, la telefonía móvil también”, cita Colom. El experto insiste en que “los motivos que mueven a los adolescentes y jóvenes a conectarse a internet desde su móvil, se relacionan con la posibilidad de estar comunicados y vincularse con su grupo de iguales, superando el aislamiento y la distancia física”. Sin embargo, “es importante aportar a padres y educadores algunas claves problemáticas de estos pequeños teléfonos en manos de nuestros hijos”.

Lo primero que aclara Lluís Ballester es la importancia del concepto de “identidad digital”, ya que como explica “la red nos permite generar y compartir fotos, vídeos, comentarios y esa participación hace que tengamos una presencia en internet, que va más allá de lo que publicamos, porque también interviene lo que digan de nosotros terceras personas”, por eso es tan importante aprender a gestionar nuestro uso de las redes sociales y apps desde el móvil. Estos son algunos de los consejos que recogen en su libro, y que si bien están destinados a un mejor uso del móvil en adolescentes, también pueden ser muy útiles para los adultos:

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1. Controlar la información personal: Para evitar que se malogre esa “identidad digital”, los expertos inciden en la necesidad explicar a los más jóvenes la importancia de seleccionar bien los contactos, es decir, “a quién agregamos a nuestras redes”, qué contenido subimos, “ya sean fotos, vídeos o comentarios, pensando en la imagen que estamos dando de nosotros mismos”, además de “no utilizar las opciones que ofrecen algunas redes para geolocalizarte”. Otra idea es la del control de la privacidad, es decir, sesgar las personas que pueden ver nuestras publicaciones y tener un perfil privado en cuentas como Instagram o Facebook para evitar, en lo posible, que cualquier persona se adueñe de nuestra imagen.

2. Acoso en las redes: La primera idea que distinguen Colom y Ballester es la del ciberbulling, es decir, el uso del contenido de texto e imagen en la red, para acosarse entre iguales, que puede ser un delito si han existido amenazas, coacciones o calumnias. Por otra parte, estaría el grooming, es decir, el acoso ejercido por un adulto. En el primer caso, teniendo en cuenta que generalmente se tratará de un compañero de clase, será vital contar con la colaboración del colegio y los padres del niño que ha iniciado el bulling. En el segundo, “hay que evitar que el menor continúe manteniendo cualquier tipo de relación con el acosador”, pero no destruir las evidencias del acoso, ya que puede ser importante en caso de tener que recurrir a la policía. Además, de cara a los propios menores, hay que explicarles que deben tapar su webcam cuando no la estén usando y evitar el uso de la cámara del móvil en piscinas, baños o vestuarios.

3. Contenidos no recomendables: No todo depende de lo que ellos suben, sino también de las páginas y contenidos que consultan. “La mayoría de los jóvenes ha accedido a imágenes de contenido erótico y pornográfico, pero también a materiales de contenido xenófobo o violento”, alertan los expertos. Ante estos contenidos, hay que explicar que “las páginas que promueven el racismo están prohibidas y deben ser cerradas en cuanto se detecten”, pero es importante hablar sobre aquellas que tienen como finalidad divulgar agresiones entre menores, llamadas happy slapping. “Los jóvenes las divulgan y las observan, sin pensar que pueden estar participando en una experiencia de ciberbulling”, por ello hay que hablar sobre las mismas y evitar que continúen la cadena de violencia.

4. Pornografía al alcance de la mano: En el caso de la pornografía, el problema no es tanto la visualización de imágenes sexuales, sino el tipo de relación que se sobreentiende en las mismas. Así, los expertos en educación aportan que de la pornografía en la red se sacan mensajes como que: “Lo que debe satisfacerse es el deseo masculino, que el amor y el afecto se desvinculan del sexo, o que en prácticas como el sexo oral o anal no se necesita el uso del preservativo”. Ya que resulta difícil evitar que les lleguen estas imágenes, la solución pasa por la educación sexual. “Hablar abiertamente necesita confianza, y eso es exactamente lo que necesitan los adolescentes”. Igualmente hay que alertarles de que prácticas como el sexting, es decir, el envío de fotografías eróticas por des, que conlleva el peligro de que esa imagen puede hacerse viral y acabar en cualquier parte.

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5. Fraudes y engaños: “Aunque todavía no proliferan virus para móviles, lo que está aumentado es la creación de sistemas de engaño y software maliciosos que tienen como objetivo captar información con distintos fines”, alertan Colom y Ballester. De esta forma, creen importante informar a los jóvenes de prácticas como el engaño a través de redes sociales, en el que nos ofrecen algo que nos beneficia a cambio de alguna acción por nuestra parte o el phishing, “normalmente un correo electrónico que te pide que pinches un enlace para validar algo que tiene un motivo verosímil”, entre otros. En este sentido, el consejo de los autores es instalar antivirus y antiespías, utilizar contraseñas seguras, y evitar pinchar en enlaces que nos parezcan sospechosos, además de evitar el envío de vídeos o archivos, que puedan ser sospechosos, a través de Whatsapp.

6. Adicción a internet: “A las consultas de los profesionales de la salud y la educación llegan cada vez más adolescentes con una nueva adicción: internet”, relata Colom. Lo puntualiza Ballester, que insiste en que “tras varios meses recluidos en su habitación, sin hablar con la familia, sin relacionarse físicamente con los amigos, incluso descuidando su higiene, horas de sueño y alimentación, muchos chicos y chicas necesitan ayuda para poder superar su adicción”. Respecto a los síntomas sobre los que estar alerta, destacan algunos como pensar en internet cuando se está haciendo otra cosa, mentir sobre el tiempo que se está conectado y descuidar las relaciones personales. © EL PAÍS, SL. Todos los derechos reservados

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