Lo que vimos ayer en Culiacán no es la imagen de un Estado que es capaz de imponerse a la delincuencia, sino de uno cuya debilidad ante los criminales es de tal magnitud que su mejor reacción para proteger a la población es pedirle que ponga en suspenso su vida...
Las autoridades eclesiásticas notificaron que los ladrones, se llevaron sólo el dinero que localizaron en sobres de donativos, sin poder establecer a que hora sucedió el robo y cuantas personas pudieron haber intervenido