La rapidez y prontitud de los esfuerzos bilaterales para rescatarlos ocasionó un sinfín de cuestionamientos, pero uno evidente; la presión, el hartazgo, la molestia del gobierno de los Estados Unidos por el absoluto descontrol y omisión institucional ante el empoderamiento de los criminales que ponen en riesgo la cooperación, la relación y la seguridad nacional, ha llegado a un punto de inflexión.